miércoles, 23 de enero de 2019

LA CUCAÑA IMPOSIBLE

En un pueblo, un día se organizó una gran prueba. Se instalaron cincuenta mástiles de madera lisos de 10 metros de altura que luego se cubrieron de grasa. El reto para los participantes consistía en llegar a lo alto de la cucaña alzando una carga adicional equivalente al peso de cada individuo.
Viendo la dificultad de la prueba, los habitantes del pueblo miraban a los participantes y comentaban en voz alta: “eso es imposible, ninguno lo puede conseguir, no pasarán de dos metros”.
A medida que los 50 candidatos intentaban desesperados trepar por el palo y no conseguían elevarse, las afirmaciones del público cogían más fuerza: “veis, no lo va a conseguir nadie, esta prueba es imposible”.
Rápidamente, la mayoría de los participantes dejó de intentarlo. Pero un grupo de una decena conseguía muy poco a poco elevarse con su pesada carga a lo largo del mástil resbaladizo.
Viendo el tremendo esfuerzo de los que seguían, el público volvió a hablar. “Apenas han ganado terreno. Se están cansando para nada. Estos mástiles son demasiado largos. Nadie lo puede conseguir”.
A los pocos minutos, casi todos los candidatos que quedaban se desanimaron y abandonaron. Solo quedo un hombre. Bajo las miradas atónitas del público, un señor de pequeña complexión avanzaba poco a poco y con gran esfuerzo hacia la cima.
Cuando llegó a mitad de camino, mostrando un gran cansancio, los espectadores comentaban: “Ha demostrado ser valiente. Que pena que no le vaya a servir para nada. Ya está muy cansado. Debería dejarlo ya. Mejor abandonar ahora que cuando este totalmente agotado y se arriesgue a caer y herirse”.
Pero el hombre siguió, y después de un tremendo sacrificio, consiguió llegar a lo alto del mástil. Cogió la bandera que representaba su logro y se dejó deslizar hacia abajo.
Enseguida la muchedumbre le rodeó y le preguntó: “¿Cómo lo ha hecho?
El hombre no respondió. Era sordo.
Enseñanza:
No dejes que los demás te digan lo que puede hacer y lo que no puedes. Recuerda este videode “La búsqueda de la felicidad”. Los emprendedores saben muy bien a que nos referimos. Cuando quieras lanzar tu proyecto muchas de tus personas más cercanas intentarán desanimarte, con buena fe, porque piensan que no lo puedes conseguir. Haz un ejercicio de autoconocimiento y valora si te sientes preparado o no, pero no hagas caso a los demás.

martes, 22 de enero de 2019

Los tres hijos del Rey


Esto era un Rey que tenía tres hijos. Como era ya viejo quería elegir al más listo de los tres para nombrarle su heredero.

Entonces dijo el Rey al hijo mayor:

-Mañana, al amanecer, saldré cabalgando por mi reino. Quiero que me acompañes.


Al día siguiente se presentó el mayor en la cámara real, pero no tan temprano como le había mandado.

-Quiero vestirme -dijo el Rey.

El hijo mayor buscó al criado, pero el criado no sabía qué vestido quería ponerse el Rey. El mayor volvió a la cámara real y lo preguntó.

-El verde -dijo el Rey-.

El hijo mayor dijo al criado que el Rey quería el vestido verde, pero el criado no sabía qué manto quería ponerse el Rey, así que el mayor volvió a la cámara real y lo preguntó.

-El blanco -dijo el rey.

Lo mismo pasó con los pantalones y las babuchas, hasta que el criado trajo toda la ropa y ayudó a vestirse al Rey. Y cuando estaba ya vestido y calzado:

-Quiero un caballo -dijo el rey-.

El hijo mayor fue a las cuadras y dijo al caballerizo que preparara un caballo para el Rey, pero el caballerizo no sabía qué caballo debía preparar, así que el mayor volvió a la cámara real y lo preguntó.

-El negro -dijo el Rey-.

El hijo mayor dijo al caballerizo que el Rey quería el caballo negro, pero el caballerizo no sabía qué montura debía colocarle, así que el mayor volvió a la cámara real y lo preguntó.

-La de oro -dijo el Rey-.

Lo mismo pasó con las espuelas y las riendas, con la espada y el escudo.

Cuando ya estuvo todo dispuesto:

-Cabalga tú -dijo el Rey-, recorre la ciudad y dime a la vuelta lo que hayas visto.

El hijo mayor salió de palacio, montado en el caballo negro, y acompañado por muchos caballeros y guerreros que tocaban tambores y trompetas.

-¿Qué te ha parecido? -le preguntó el rey a su regreso.

Y el hijo mayor le respondió que las trompetas y tambores que le acompañaban, metían mucho ruido.

Al día siguiente mandó llamar al hijo segundo y le hizo todas las pruebas que le había hecho al mayor, y el mediano a todo respondió lo mismo.

Al día siguiente mandó al hijo menor que fuese a su cuarto muy temprano. Y el menor madrugó y entró en la cámara real cuando el Rey dormía aún y estuvo muy callado esperando hasta que despertase.

-Quiero vestirme -dijo el Rey-.

El hijo menor preguntó entonces por el traje que deseaba ponerse, y también por el manto, los pantalones y las babuchas y fue a buscarlos y él mismo lo trajo todo, de un solo viaje. No quiso llamar a ningún criado, sino que él también le ayudó a arreglarse. Y cuando estaba ya vestido y calzado.

-Quiero un caballo -dijo el Rey-.

El hijo menor preguntó qué caballo quería que le preparase y con qué montura. También se informó del freno, las riendas, la espada y el escudo y hasta qué caballeros y soldados debían escoltarle. Y así, de una sola vez, lo preparó todo.

-Cabalga tú -dijo el Rey- recorre la ciudad y dime a la vuelta lo que has visto.

El hijo menor salió de palacio, montado en un caballo blanco y acompañado por muchos caballeros y soldados, que tocaban tambores y trompetas. Hizo callar la música y vio toda la ciudad, recorriendo sus calles, visitando las murallas y subiendo a sus torres. Cuando volvió era muy tarde.

-¿Qué te ha parecido? -le preguntó el Rey.

-La ciudad es fuerte y muy rica, pero la muralla está derrumbada por la parte del río y por allí podrían entrar los enemigos.

El hijo menor fue contando todo lo que había visto y oído durante su visita a la ciudad. Finalmente, el Rey eligió al hijo menor como su heredero, después de comparar las señales que vio en los otros y en este. Y, cuando subió al trono, fue un gran Rey. El más poderoso de todos los reinos moros.

domingo, 20 de enero de 2019

La Flor Que Queria Volar

Florinda era una planta muy hermosa de grandes flores blancas y hojas verdes, verdes color menta muy luminosas y fuertes. Una mañana una nueva flor nació y desde ese momento para Florinda todo fue diferente.

La bella flor repetía constantemente:

-Muchas gracias Florinda por hacerme florecer pero no quiero estar aquí parada en una rama, quiero volar. 

Florinda al principio le contestaba:

-Querida flor nuestra misión es dar alimento a las abejas, a la tierra, a las hojas y dar belleza, ya lo entenderás más adelante.

La flor no conseguía acostumbrarse a estar colocada en su rama y de repente una noche Florinda escuchó un ruido en las sombras, Uwiii, Uwiii…. ¿Qué será este ruido? Florinda revisó todas sus hojas, sus ramas y sus flores y encontró la respuesta. La nueva flor lloraba desconsolada apoyando los pétalos sobre su rama. Florinda ya sabía lo que le pasaba y decidió ayudarla, no quería verla así.

-¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?

Florinda tuvo una idea dos noches después, cuando se encontró a un pájaro rodeando sus hojas y sus flores, lo llamó sigilosa moviendo la tierra de su planta. El pájaro extrañado se acercó a ella y escuchó en silencio:

-Hola pajarito, necesito tu ayuda, una de mis flores esta triste porque lo que le haría feliz sería volar. ¿Tú podrías ayudarme? ¿Cómo consigues volar?

El pajarito quedó sorprendido y le dijo:

-Nosotros volamos porque tenemos alas, sin ellas es imposible. Y nuestras alas ya nacen con nosotros, todos somos diferentes. 

-Uhmmm, que pena. Entonces no se puede hacer nada. 

-Bueno podemos hacer una cosa, esta mañana podría coger a la flor en mi pico y hacer un pequeño viaje conmigo. Lo único es que luego tendrías que hacer un esfuerzo para poder poner a la flor en su rama.

-¡Ay! Eso sería estupendo.

Florinda organizó el viaje con el pájaro y hablo con su nueva flor blanca, esta se puso muy muy feliz y le prometió que tras el viaje con el pajarito no volvería a llorar y estar triste.

Al día siguiente el pajarito la vino a buscar, la cogió en su pico arrastrándola delicado de su rama. En cuanto alzó el vuelo la flor sonrió feliz, incluso tarareó alguna canción para agradecer al pájaro su regalo. El aire movió sus pétalos, el sol regó su polen y ella supo que no quería regresar a la planta. Intentó convencer al pájaro pero este le dijo:

-No puede ser, Florinda ha sido muy buena contigo. El que promete algo siempre lo tiene que cumplir.

-Tienes razón –-dijo la flor entendiendo lo que le decía el pajarito.

Y así fue, el pájaro consiguió dejar a la flor justo en la rama donde la cogió, Florinda abrazó con su tierra a la flor y se despidió agradecida del pájaro. 

A partir de ahí todos fueron muy felices mientras la pequeña flor contaba al resto de sus compañeras todo lo que había vivido desde el aire.

Autor:  

lunes, 7 de enero de 2019

El Raton Que No Sabia Perdonar

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En un pequeño pueblo llamado “Ratópolis” vivía el ratón Juanito en una casita  construida en el interior del tronco de un viejo árbol
De vez en cuando salía a caminar por el pueblo con su cola hacia abajo porque se sentía amargado. Estaba decepcionado de los amigos porque muchos le habían humillado y ofendido. Por eso cortó la amistad con todos eligiendo vivir en soledad.
Un día, cuando Juanito estaba recogiendo nueces, un pájaro azul llegó a “Ratópolis” anunciando a través de su canto la llegada de una gran tormenta.

Ante este aviso todos los ratones corrieron hacia la montaña para construir madrigueras entre las rocas en forma de túneles. 

Cuando Juanito había terminado de construir su madriguera un ratoncito muy simpático se acercó ofreciéndole suaves plumitas para que acomodara el suelo de su madriguera, pero Juanito no aceptó.

También una pareja de ratones se aproximaron a Juanito pidiéndole algunas nueces mas Juanito no se las dio.

Un anciano ratón viendo la actitud  de Juanito decidió acercarse para preguntarle:

_ ¿Qué te pasa Juanito? ¿Por qué estás actuando así con los demás?

_ ¡Porque me ofendieron y me lastimaron en el pasado!_ respondió Juanito.

_ ¿Pero no te das cuenta de que tú también estás ofendiendo con tu actitud? Es imposible caminar por la vida sin lastimar y sin ser lastimado.

Juanito guardó silencio y el anciano continuó diciendo:

_ Debes aprender a perdonar. El perdón es el mejor camino para alcanzar la paz interior porque nos libera del rencor.

En ese instante comenzó a caer la tormenta y Juanito le pidió al anciano que se quedara en su madriguera.

Pasadas unas horas la tormenta pasó y todos los ratones salieron de la madriguera para disfrutar de los primeros rayos del sol sentados sobre una roca con unas gafitas de sol.

En ese momento llegó Juanito con su colita al viento y compartió nueces y semillas con todos. Con esta actitud pidió perdón y perdonó a los que les habían lastimado.



Autora: María Abreu

sábado, 5 de enero de 2019

Los Mejores Reyes


Resultado de imagen para burron reyesUna vez vi a los Reyes Magos. No eran tres, eran dos y eran los mejores magos que vi en mi vida. Se las arreglaban para que siempre hubiera algo en los zapatos, Lo mínimo, lo que fuere. Aunque no hubiera nada, ellos lograban que haya lo que para nosotros era todo. El tercero nunca lo vi, pero seguro que lo dejaban cuidando los camellos. Nunca, nunca olvidaré a los dos reyes magos que vi. Seguro que ustedes también lo vieron y saben quiénes son y saben que son más magos que reyes. Si dejaron de creer, si esta noche no ponen los zapatos, ni el pasto, ni el agua, acerquénse a sus reyes, dénles un beso en la frente (ustedes saben que los tienen cerca) y los que no los tienen con ustedes, sepan que desde un cielo hermoso siguen viajando para seguir entregando ilusiones y sonrisas...
Agradézcanle la herencia porque ahora muchos de ustedes se han convertido en reyes y en magos. Y lo mejor que pueden dejarles a sus hijos es esa magia que los convertirán en reyes y en magos…. Y tal vez, dentro de unos años, ustedes recibirán el beso en la frente y así será hasta el fin de los tiempos… Feliz noche para los reyes de hoy, para los de ayer y los reyes del futuro, porque no hay mejor reino que el mágico ni mejores reyes que ustedes…

Cada Uno A Su Trabajo - Reyes Magos

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- Mamá, ¿por qué todos los años llega Papá Noel al principio de las Navidades y los Reyes Magos siempre tienen que venir al final?, preguntó Diego.
- ¡Es verdad, no es justo!, dijo Paula. Los niños podemos jugar con los juguetes que trae Papá Noel durante todas las Navidades. En cambio, con los de los Reyes sólo jugamos un par de días… ¡y al colegio!
- Pues no lo sé, pero seguro que tendrá su razón de ser, contestó su mamá -. Y ahora, a la cama.
Pero esa noche una fuerte luz les despertó. Abrieron la ventana y vieron la Estrella de Navidad que les sonreía.
- ¡Subid a mi cola! Voy a llevaros a dar un paseo a unas Navidades diferentes. Papá Noel y los Reyes Magos os han escuchado y se están peleando porque piensan que tenéis razón: los Reyes dicen que Papá Noel es un enchufado y se han negado a repartir los regalos este año si no llegan ellos los primeros. ¡Vais a ver lo que va a pasar!
Y Diego y Paula cogieron sus abrigos, guantes, gorros y bufandas y se subieron emocionados a la cola de la Estrella. Y se elevaron en el cielo, volando deprisa, deprisa…tan deprisa que sólo veían borrosas luces de colores pasar a su lado… hasta que la Estrella frenó, y se dieron cuenta de que estaban volando lentamente sobre su ciudad y de que era Nochebuena.
- ¡Mira, mira! ¡Son los Reyes!, gritó Diego. Pero, ¿qué hacen dando vueltas y más vueltas?
- Es que se han perdido, contestó la Estrella. Se han puesto en marcha demasiado pronto, y a mí no me ha dado tiempo de llegar hasta Oriente para guiarles. Además, los pastores todavía no han llegado a adorar al Niño, y no saben indicarles el camino. ¡Ni siquiera Herodes se había enterado de que ya había nacido Jesús! Y para colmo de males no han tenido tiempo para encontrar oro, incienso ni mirra. ¡Vaya disgusto que se va a llevar Jesús!
- ¿Y los regalos de los niños?, preguntó Diego.
- Pues no van a llegar a tiempo para repartirlos. Y la mitad se habrán caído por el camino, porque los camellos vienen enfadados.
- Claro, pensó Paula, nadie les habrá preparado agua y pienso, ¡como nadie sabía que venían tan pronto!
- Pero venid, agarraos fuerte, que nos vamos a la noche del 5 de Enero, les avisó la Estrella.
Y cuando salieron del torbellino de luces…¡se echaron a reír, porque estaban presenciando un espectáculo de los más divertido! Era Papá Noel, que intentaba entrar en una chimenea pero no pasaba de la cintura e, intentando entrar cabeza abajo, ¡se quedó atrapado mientras sus pies pataleaban fuera! ¡Hasta los renos se morían de la risa!
- ¡Pero si Papá Noel está gordísimo! ¿Qué le ha pasado?, preguntó Paula, asombrada.
- Pues que ha tenido tanto tiempo libre en estas fiestas que se ha puesto morado de turrones, mazapanes y peladillas…y ha engordado tanto que ahora no cabe por las chimeneas. Así que me parece que los niños también se quedan sin regalos esta noche.
- Uuuyyyy…, dijo Diego, que me parece que cada uno estaba mejor trabajando la noche que le tocaba.
- Pues sí, dijo Paula. Porque saben hacer cada uno su trabajo fenomenal, pero si se lo intercambian todo resulta ser un desastre.
Y cuando su madre fue a despertarlos a la mañana siguiente, le gritaron: “¡Mami, mami, Papá Noel sólo puede venir en Nochebuena, y los Reyes Magos en la noche de Reyes. ¡No puede ser al revés!”
- ¿Lo veis? Hay un trabajo que cada persona puede hacer mil veces mejor que nadie, y debe hacerlo bien y disfrutar, sin tener envidia de los demás… ¡ni siquiera de Papá Noel o de los Reyes Magos!

martes, 1 de enero de 2019

Un Cuento de Año Nuevo


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Cuenta la leyenda que hay un modo de conseguir que el año que empieza cumpla casi todos nuestros sueños. Según esa creencia el tiempo nace y envejece. Se encarna cada año y vive bajo el nombre que le damos. El 31 de diciembre coinciden por un segundo la personalización del año nuevo, como un niño, y del viejo, que ya se ha convertido en un anciano. Cuando se cruzan, el año que acaba sólo tiene un momento para aconsejar al pequeño que llega.

Según esa tradición, hay un modo de lograr que desde el 1 de enero nuestro tiempo nos regale preciosas vivencias y días felices. Al parecer, el mayor miedo del tiempo consiste en desaparecer. Dicen que odia los relojes de arena porque le recuerdan lo efímero de su paso por la vida de los hombres.

En esa creencia se basan los que conjuran al tiempo con tarritos de cristal.

Todos los que conocemos esa costumbre, antes de que acabe el año, compramos un frasco de cristal mientras nos concentramos en concederle la inmortalidad al año que va a empezar.
En él guardaremos los recuerdos maravillosos de felicidad que el año nuevo nos regale.

Cada vez que sucede algo digno de ser recordado… lo apuntamos en un papel y los guardamos en el frasco para no olvidar que ese año nos regaló la vivencia de enamorarnos, de ascender en el trabajo o de aprobar el carnet de conducir…

Todo lo bueno que nos suceda ha de ser convenientemente anotado.
Si es cierto lo que cuenta esa leyenda, cuando el año que se va y el que empieza se crucen… el que nos deja le dirá al recién llegado que los días felices que nos depare  serán eternos, y que se guardarán en un frasco de cristal con su nombre.
Antes de dar las doce y tomar las uvas abriremos la tapa, meteremos el primer papel con el nombre de nuestro año nuevo y diremos en voz alta el conjuro:

“A lo malo… olvido

       y  el recuerdo alegre

al  futuro… vivo”

Con ese conjuro nos comprometemos a conceder la inmortalidad a todos los días y vivencias buenas que nos depare el año.

El tarrito se irá llenando tanto… ¡que lo más probable es que tengamos que comprar otro antes de que acabe el año!