sábado, 5 de agosto de 2017

LOS MEJORES AMIGOS

Los verdaderos amigos

Sin que ninguno de sus compañeros supiera por qué, Ana Luisa, una alumna de quinto grado de la primaria Valentín Gómez Farías, dejó de asistir a clases. Esto hizo que sus mejores amigos, Elena, Arturo y Gonzalo se preocuparan. Entonces, los tres pidieron permiso a su maestra para ir a visitarla. La profesora les dijo que no era conveniente: “Su compañera está enferma. Por ahora es mejor dejarla descansar”. Elena quiso saber qué enfermedad padecía Ana Luisa. La maestra dudó unos momentos antes de responder: “Tiene cáncer. Es una enfermedad muy seria que requiere muchos cuidados”. La profesora les explicó que Ana Luisa estaba recibiendo un tratamiento llamado quimioterapia que la debilitaría y, quizá, provocaría que se le cayera el pelo.
La noticia hizo que los tres amigos se entristecieran. Entre todos le compraron una tarjeta, un libro y una pulsera como regalo.
Por fin, un día Ana Luisa regresó a clases. Se veía más delgada y llevaba una pañoleta en la cabeza para ocultar la falta de cabello. Elena, Arturo y Gonzalo la recibieron con alegría. Sin embargo, cuando algunos alumnos de sexto supieron que Ana Luisa no tenía pelo, comenzaron a reírse a sus espaldas. Y aunque los profesores intervinieron, no fue posible evitar las burlas.
Para apoyarla, a sus amigos se les ocurrió una idea: una tarde los cuatro fueron a la peluquería y pidieron que los dejaran pelones. Al día siguiente llegaron al colegio luciendo sus cabezas brillantes. Era una forma de decirle a Ana Luisa que la apoyaban. Ella se sintió conmovida por su lealtad. Cuando la noticia se extendió, otros alumnos pidieron a sus padres que les cortaran el pelo. Esto ayudó a que Ana Luisa se sintiera mejor.

Para reflexionar con los hijos e hijas

  • ¿Qué opinas de la idea que tuvieron los amigos de Ana Luisa?
  • ¿Estarías dispuesto a hacer algo similar por una amiga o un amigo tuyo?
  • ¿Existen en tu escuela compañeros que se burlan de personas con alguna enfermedad o discapacidad? ¿Qué piensas de ello?
  • ¿Por qué crees que otros niños y niñas de esta escuela también les pidieron a sus padres que les cortaran el pelo?
  • ¿Recuerdas alguna manifestación de lealtad que haya demostrado tu grupo de la escuela?

miércoles, 14 de junio de 2017

Zeus y La Mona Madre

En el reino de Zeus convocaron un concurso de belleza para los animales del campo, con la promesa de un regalo económico a quien saliera elegido como el más guapo del lugar.. Todos los animales del reino se enteraron de la noticia y empezaron a elegir entre sus familiares a quien consideraban como el mas guapo de la familia.
Una mona acababa de dar a luz un cachorrito muy especial, era muy querido por familiares y vecinos porque era el primer bebé de la familia, solo que tenía una pata más corta que la otra, la cabeza demasiado grande y tosía demasiado lo que lo hacía diferente a los demás de su especie. Llegó el día de la selección de los candidatos y había una cola muuuuy laaaarga, tenían que seleccionar de todos solo 10 finalistas.
Fueron desfilando ante el jurado calificador el elefante, la jirafa, el león, el pavo real, y todos los demás, mostrado sus mejores trajes de gala, uno a uno de los nerviosos participantes, mientras demostraban sus mejores poses. Así, le toco el turno al monito y, como era un bebé iba en los brazos de mamá. Ella iba muy orgullosa y feliz de su hijito, pero cuando lo presentaron todos se burlaban del cachorro, la mamá se dio cuenta que una vecina suya del zoológico donde vivía, a quien creía su amiga, se burlaba con otras personas de su bebé, entristeciéndose mucho. Se acercó al micrófono, muy respetuosamente pidió la palabra y dijo:
No sé si Zeus crea conveniente elegir a mi bebé, o darle el premio, sepan ustedes que soy una madre muy orgullosa de mi hijo y no me da vergüenza decirlo, ni traerlo ante ustedes. Para una madre todos los hijos son los mejores y mas lindos del mundo y si lo traje aquí es para que sepan que para mí, mi hijo ya es un ganador.

sábado, 10 de junio de 2017

El Elefante y la Estaca


Cuando era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los animales, sobre todo,  mi preferido era el elefante.


Resultado de imagen para elefante estacaDurante la función, la enorme bestia impresionaba a todos por su peso, tamaño y sobre todo, por su descomunal fuerza... pero, después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, uno podía encontrar al elefante detrás de la carpa principal, atado, mediante una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

La estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un "árbol de cuajo" podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Porqué el elefante no huye, arrancando la pequeña estaca, con el mismo esfuerzo que yo necesitaría para romper una cerilla?, ¿Qué fuerza misteriosa lo mantiene atado, impidiéndole huir?

Tenía unos siete u ocho años, y todavía confiaba en la sabiduría de las personas grandes. Pregunté entonces a mis padres, maestros y tíos, buscando respuestas a ese misterio. No obtuve una respuesta coherente, la edad no es un impedimento para percibir la coherencia o la falta de ella en los que la gente nos dice. Alguien me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: si es cierto que está amaestrado, entonces ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta que me satisficiese.

Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con gente que me daba respuestas incoherentes, por salir del paso y, un par de veces, con otras personas que también se habían hecho la misma pregunta. Hasta que hace unos días, encontré una persona, lo suficientemente sabia, que me dio una respuesta que al fin me satisfizo: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca toda su vida, desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño elefantito con solo unos días de nacido, sujeto a la estaca. Estoy seguro que en aquél momento el animalito empujó, jaló, sacudió y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de todo su esfuerzo, no pudo librarse.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Podría jurar que el primer día se durmió agotado por el esfuerzo infructuoso, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía se resignó a su destino. El elefante dejó de luchar para liberarse. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede hacerlo. Tiene grabado en su mente el recuerdo de sus, entonces, inútiles esfuerzos, y ahora ha dejado de luchar, no es libre, porque ha dejado de intentar serlo. Nunca más intentó poner a prueba su fuerza.

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a varias (cientos) de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que "no podemos" con montón de cosas, simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestra mente: no puedo. no puedo y nunca podré. Crecimos portando ese mensaje, que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber cuáles son nuestras limitaciones ahora, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo nuestro corazón.

(Publicado en Cuentos para Demian, 1994)
Este cuento ilustra de forma muy clara el concepto de Indefensión Aprendida: Según los estudios de Seligman, la indefensión se refiere a la sensación subjetiva de no poder hacer nada frente a un problema, situación o estímulo desagradable; y a pesar de que sí existan oportunidades reales de cambiar la situación aversiva, evitando las circunstancias desagradables o mediante la obtención de recompensas positivas, la persona o animal no realiza ninguna conducta para buscar evitar el estímulo aversivo u obtener el refuerzo.

Normalmente esto es debido a experiencias previas en las que no se pudo controlar o actuar sobre la situación, entonces se "aprende" que no puede hacerse nada, y aunque en el futuro la situación o condiciones cambien, y sí haya oportunidades de actuar, o tengamos capacidad para intervenir o cambiar las cosas, nuestra creencia de no poder hacer nada nos mantiene inmóviles.

Muchas veces la indefensión es debida incuso a valoraciones negativas que hemos interiorizado a lo largo de nuestro desarrrollo : "no se te dan bien los estudios", "eres malo en los deportes", "nunca acabas lo que empiezas".. nos creemos estas valoraciones negativas sobre nosotros mismos, y no nos ponemos en marcha aunque tengamos la capacidad  (como "no se me dan bien los estudios" no me matricularé en una carrera aunque quiera, pues no me veo capaz, no practicaré deporte porque "no se me da bien".. etc)

¿Cómo superar esta Indefensión Aprendida?: pues justamente desaprendiendo lo aprendido 😉 Poniéndonos a prueba, valorando de forma objetiva nuestras capacidades, centrándonos en qué podemos hacer para resolver una situación e intentarlo. Realmente es un desaprendizaje difícil, lo sé: estamos muy condicionados por nuestras creencias y dinámicas de pensamiento. Pero el cambio si es posible afortunadamente. Lo fundamental es detectar y analizar nuestro diálogo interno, cuáles son nuestras creencias, juicios, nuestra forma de hablarnos y evaluar de forma objetiva cuáles de éstos pensamientos son "estacas" que nos están inmovilizando. (Por ejemplo podemos intentar "verlo desde fuera" ¿si otra persona me transmitiera estas creencias, juicios, críticas? ¿qué le aconsejaría? ) Nuestra capacidad es generalmente mayor de lo que valoramos: podemos evolucionar, cambiar y desarrollar nuevas habilidades.

¿Habéis detectado estacas en vuestro día a día?


Liberémonos de la indefensión aprendida. ¿Qué opináis a respecto?

viernes, 2 de junio de 2017

MIcaela Y El Hada de la Obediencia

Éste es el país de los cuentos. Hoy Micaela ha llegado hasta aquí buscando algo, ¿qué será?
- ¡Hola, soy Micaela!
- Hola, respondió el ratón Brillo Dorado, mientras apuntaba en su libreta de notas con su gran lápiz también dorado.
- ¿Qué haces? - preguntó Micaela curiosa, acercándose al ratón.
- Tengo que anotar a todos los visitantes. Eres la visitante número 3.
- ¿Número 3?, pensé que aquí venían muchos niños y niñas de todo el mundo.
- Tienes razón, en realidad ese es mi número favorito, ji, ji, ji, se rió Brillo Dorado.
- ¿Y qué haces por aquí?, este es un lugar muy lejano.
- Mamá me ha enviado, estoy buscando al Hada de la Obediencia, necesito hablar con ella.
- Pues hoy es tu día de suerte, yo te llevaré - dijo Brillo Dorado.
Es así como juntos emprendieron el viaje. Subieron sobre unas nubes que los transportaron por el cielo y durante el trayecto adoptaban diversas formas, ¡eran hermosas!
Luego bajaron cerca de un río con aguas cristalinas, treparon sobre una hoja de eucalipto se dejaron llevar por las aguas hasta la próxima orilla, ¡Todo era muy divertido! Al final del camino había un castillo muy pequeñito, y Brillo Dorado dijo:
- Aquí es, ya llegamos, yo puedo entrar porque soy pequeño, pero tú necesitas pasar por la prueba de la humildad.
- ¿Cómo es eso? – preguntó Micaela.
- Sólo párate frente a la puerta y si tu corazón tiene dentro el sentimiento de humildad te harás pequeña y podrás entrar.
- ¿Y si no resulta?, tengo miedo Brillo Dorado –dijo Micaela.
- No te preocupes, eres una buena niña. Todo saldrá bien. Entonces Micaela se paró frente a la puerta del pequeño castillo y de pronto, como por arte de magia, se hizo tan pequeña que pudo entrar fácilmente.
- Qué bueno, ya estamos adentro, -se alegró Micaela-, vamos a buscar al hada de la Obediencia, amigo ratoncillo. En medio de un gran altar estaba el Hada, con una sonrisa hermosa.
- Hola, Micaela, ¿qué te trae por aquí?, -preguntó el Hada.
- ¿Cómo está usted, señora Hada?, necesito saber el secreto de la obediencia, pues me está resultando difícil ser obediente con mamá. - Es fácil, querida amiga. ¿Recuerdas las nubes que te trajeron y el río en el que navegaste hasta acá? Pues ser obediente es ser como las nubes que pasan adoptando la forma que el viento les da, son hermosas y pueden ir fácilmente a cualquier lugar.
También ser obediente es ser como el agua que fluye, que corre hacia abajo y llega al océano. El que es obediente tiene ventaja ante Dios, no es una tarea fácil pero te ayudará mucho a escuchar y aceptar las opiniones de los demás.
Luego le dio un abrazo a Micaela y salió por la ventana. Micaela en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en su cuarto. Ese día había aprendido mucho.
FIN
Fuente: https://www.guiainfantil.com/1233/cuento-por-la-obediencia-micaela-y-el-hada-de-la-obediencia.html

martes, 30 de mayo de 2017

Que Facil Es...

Cuentan que se produjo un gran cuchicheo en la Corte cuando Cristóbal Colón regresó a España después de haber descubierto lo que entonces se pensaba que era una nueva ruta para llegar a las Indias. Cada quién tenía su propia opinión sobre lo que había ocurrido y la diversidad de puntos de vista formaba el menú principal de las tertulias a media voz. Los más envidiosos y celosos no dudaban en afirmar que lo que había hecho Colón no era ninguna proeza, que en realidad no era difícil encontrar nuevas rutas en la inmensidad del mar.


En cierta ocasión, uno de ellos no tuvo reparo en dejarle saber su opinión al célebre Almirante, minimizando su hazaña al calificarla como algo muy fácil de realizar. Entonces, ante la extrañeza de todos, Colón pidió que le trajeran un huevo. Unos minutos después, Colón lo colocó sobre la mesa central y les preguntó:

- ¿Quién puede parar este huevo sobre la mesa sin que se caiga cuando lo suelte?

Varios lo intentaron, pero no había forma de colocar el huevo en posición vertical sin que inmediatamente cayera a un costado. Finalmente Colón tomó nuevamente el huevo, eligió uno de los extremos y con suavidad lo golpeó hasta que la cáscara se grietó y se aplanó ligeramente, sin que llegara a salir algo de su contenido. Entonces colocó el huevo en posición vertical sobre la mesa y allí permaneció inmóvil ante el asombro de todos. Dirigió su mirada hacia quién lo había interpelado y le dijo:

- Ahora todos ustedes serán capaces de hacerlo y de decir que es muy fácil. Pero hace un instante dijeron que era imposible. Lo difícil no es repetir lo que ya otra persona ha resuelto, lo difícil es idear la solución por primera vez, cuando todavía nadie ha resuelto el problema.


Cuántas veces hemos juzgado los logros y triunfos de los demás bajo la misma óptica de los envidiosos y celosos de esta historia. Cuántas veces hemos dejado de apreciar el esfuerzo de los demás cobijados en la excusa que es “muy fácil”. Verdaderamente es muy fácil criticar, es muy fácil decir a los demás cómo hay que hacer las cosas, es muy fácil decir que ya lo habíamos pensado o que ya lo sabíamos. El problema es justamente que “es muy fácil”, y por eso nunca lo hicimos nosotros mismos…

martes, 17 de enero de 2017

La Loteria

Había en la isla de Cuba un campesino muy aficionado a jugar a la lotería. Cada semana compraba un boleto con la esperanza de que le tocara, pero nunca tenía suerte. Aun así, estaba convencido de que algún día el número ganador sería el suyo.
Sucedió que una mañana de verano salió temprano de su casa para comprar el boleto y tuvo el  presentimiento de que por fin le iba a tocar. La corazonada era tan fuerte que en vez de una papeleta  compró diez del mismo número para que las ganancias fueran diez veces mayores. Se quedó sin dinero en los bolsillos pero le daba igual ¡Su sueño de riqueza estaba a punto de cumplirse!
Regresó a su hogar más contento que unas castañuelas y le dijo a su esposa:
– Mañana es el sorteo y quiero estar en la ciudad cuando digan el número ganador. Si me ves regresar en un coche lujoso significará que somos ricos y podrás tirar todos los muebles y trastos que tenemos en esta casa porque nos construiremos una mucho más grande y elegante.
– Te veo muy convencido, querido ¡Ojalá no te equivoques y mañana podamos llenar nuestra bañera de monedas y billetes!
Esa noche el campesino no pudo dormir de los nervios que sentía en el estómago. En cuanto asomaron los primeros rayos de sol se fue a la ciudad a paso ligero, con una sonrisa de oreja a oreja e imaginando cómo sería su nueva vida.
– Tendré zapatos de charol, criados que me hagan reverencias, daré grandes banquetes en casa y viajaré por todo el mundo ¡Va a ser genial!
La mujer, contagiada de ilusión, se quedó en el hogar aguardando impaciente ¡El tiempo de espera se le hacía eterno! Cada cinco minutos salía a la puerta para ver si veía venir a su marido en un buen coche tal y como le había dicho. Nerviosa, se decía a sí misma:
– Por favor, por favor, que se cumplan nuestro sueños ¡Que venga en coche, que venga en coche y no caminando!
Pasadas las cuatro de la tarde, la campesina vio a lo lejos una pequeña humareda de polvo y tras ella, un cochazo rojo descapotable  impresionante, de esos que sólo los ricos se pueden permitir. En él venía su marido agitando con fuerza los brazos, haciéndole señales y gritando algo que no alcanzaba a escuchar.
– ¡Oh, es increíble! ¡Mi marido viene en un coche de lujo y chillando como un loco! ¡Nos ha tocado la lotería, somos millonarios!
La buena mujer empezó a saltar de alegría y entró corriendo en la casa presa de la emoción. Sin pensárselo dos veces, comenzó a romper todas las cosas feas y viejas que tenía: la vajilla, los espejos, las estanterías, las ollas de barro que usaba para cocinar…
– ¡Hala, todo a la basura, que ya no lo necesito! A partir de ahora tendré una mansión y cosas bonitas por todas partes ¡Qué harta estoy de todos estos cachivaches anticuados!
Todos los objetos de la casa  quedaron esparcidos por el suelo hechos añicos y la mujer contempló el destrozo con una sonrisa.
– ¡Uf, qué a gusto me he quedado! Será genial decorar mi nueva casa con porcelanas chinas y manteles de seda ¡Hasta pienso comprar copas de plata para deslumbrar a los invitados! ¡Esa es la vida que yo me merezco!
La esposa del campesino rebosaba felicidad, pero esa felicidad duró muy poco tiempo. Estupefacta, vio cómo su  marido aparecía en el comedor acompañado de un distinguido caballero al que no conocía de nada. El elegante señor olía a perfume del caro y lucía ropas dignas de un ministro,  pero su esposo llegaba con las piernas llenas de golpes y apoyado en dos palos a modo de muletas para poder caminar. En décimas de segundo, su sonrisa se congeló.
– ¡¿Pero qué te ha pasado?! ¡Parece como si te hubiera atropellado un coche!
El campesino, gimiendo de dolor, le contestó muy compungido:
– ¡Tú lo has dicho! ¡Regresaba caminando de la ciudad cuando este señor me atropelló sin querer y me partió las piernas!
– ¡Ay, madre! ¿Y por qué chillabas y hacías aspavientos desde el coche? ¡Pensaba que venías gritando de felicidad porque nuestros boletos había resultado premiados!
– ¡¿De felicidad?! ¡Qué dices! Yo sólo te gritaba: ¡No tires nada, no tires nada, que no nos ha tocado la lotería y vengo con las piernas rotas!
La mujer se dejó caer en una silla como un saco de patatas. Miró a su alrededor y vio con todas las cosas que ella misma había destruido. Desolada, se dio cuenta de que el ansia de riqueza y la impaciencia le habían jugado una mala pasada.
El matrimonio jamás volvió a jugar a la lotería y jamás se hizo rico. Gracias al desgraciado incidente los dos aprendieron a vivir la vida intentando ser felices con lo que tenían.
fuente: http://www.mundoprimaria.com/cuentos-populares/la-loteria/

miércoles, 4 de enero de 2017

El Problema

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen.Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo.
El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor. “Voy a presentarles un problema dijo-. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo”.
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: “Este es el problema”.
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados.
Después de algunos minutos, un alumno se levanto, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación, lo retiró del banco y lo puso en el suelo.
“Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos.
Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: afrontarlos. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo”.

martes, 3 de enero de 2017

Muñeco de madera


No había nada que Eliseo deseara con más intensidad que ese muñeco de madera de brazos livianos; parecía tener la habilidad de volar, porque al sus brazos rozaban el aire con una elegancia que el niño sentía que en cualquier momento podría encontrarlo flotando en el aire como un barrilete. Cada tarde pasaba por la juguetería, lo miraba desde la vidriera y observaba su precio. Nunca había visto tanto dinero junto. Sabía que jamás podría tenerlo. Sin embargo, apoyaba la nariz contra el vidrio, miraba sus ojos y esos brazos y volaba por un ratito.
Una tarde, el dueño de la juguetería se le acercó y le preguntó por qué siempre se quedaba ahí, inmóvil. El chico sintió tanta vergüenza que se fue corriendo. Durante unas semanas, aunque sentía profundos deseos de hacerlo, no apareció por esa calle.
Cuando finalmente ya no pudo más con sus deseos de ver al muñeco, fue a la vidriera cauteloso, intentando que nadie lo viera. El muñeco de madera no estaba. Se quedó un rato, observando cada esquina del escaparate, anhelando encontrárselo en una esquina sin poder calmar esa tristeza. Durante toda la semana fue hasta la juguetería. La ida desde su casa era amarilla, iluminada por la esperanza de encontrarse con su amiguito; pero la vuelta era de un gris oscuro intenso, ya no volaba su imaginación, solamente sentía tristeza y desánimo.
Pasó el tiempo y lentamente Eliseo fue olvidándose de esa extraña fascinación. Muchos años más tarde, pasaba por casualidad por la juguetería, a cuyo escaparate ya no iban sus ojos, y al rodear la esquina descubrió que apoyado en el vidrio había un niño que observaba intensamente un muñeco de madera idéntico al que amara en su infancia. Entró, saludó al juguetero y compró el juguete. Al salir, el niño había desaparecido. Lo buscó durante días, deseando darle ese juguete, hasta que finalmente desistió.
Una tarde, al volver del trabajo, sus ojos se toparon con los puntos negros del muñeco de madera; lo miraba profundamente y lograba llegar a un sitio de su ser al que ni siquiera él se atrevía a mirar: un sitio donde volar era posible y a donde sólo esas manos de madera podían llevarlo.
Fuente: http://www.cuentosbreves.org/muneco-de-madera/

lunes, 2 de enero de 2017

¿Por qué los gallos cantan de día?

Adaptación de la antigua leyenda de Filipinas

Una antigua leyenda filipina cuenta que, al principio de los tiempos, vivían en el cielo tres hermanos que se querían mucho: el brillante y cálido sol, la pálida pero hermosísima luna, y un gallo charlatán que se pasaba el día canturreando.
Los tres hermanos se llevaban muy bien y solían repartirse las tareas de la casa. Cada mañana,  era el sol quien tenía la misión más importante que realizar: abandonar el hogar familiar para iluminar y calentar la tierra. Era muy consciente de que sin su trabajo, no existiría la vida en el planeta. Mientras tanto, la luna y el gallo hacían las labores domésticas, como recoger la cocina, regar las plantas y cuidar sus tierras.
Una tarde, la luna le dijo al gallo:
– Hermanito, ya casi es de noche. El sol  está a punto de regresar del trabajo  y quiero que la cena esté preparada a tiempo. Mientras termino de hacerla,  ocúpate de llevar  las vacas al establo ¡Está refrescando y quiero que duerman calentitas!
El gallo, que acababa de tumbarse en el sofá, respondió de mala gana:
– ¡Uy, no, qué dices! He hecho toda la colada y he planchado una montaña de ropa más  alta que el monte Everest ¡Estoy agotado y quiero descansar!
¡La luna se enfadó muchísimo!  Se acercó a él, le agarró por la cresta y muy seria, le advirtió:
– ¡El sol y yo trabajamos sin parar y jamás dejamos de lado nuestras obligaciones! ¡Ahora mismo vas a salir a llevar las vacas al establo  como te he ordenado!
Ni el doloroso tirón de cresta consiguió amedrentarle; al contrario, el gallo se reafirmó en su decisión:
– ¡No, no y no! ¡No me apetece y no lo voy a hacer!
La luna, perdiendo los nervios, le gritó:
– ¿Ah, sí? ¡Pues tú te lo has ganado! ¡Aquí no hay sitio para los vagos! ¡Fuera del cielo para siempre!
Indignada, lo sujetó con fuerza,  echó el brazo hacia atrás y con un movimiento firme lo lanzó al espacio dando volteretas, rumbo a la tierra.
Al cabo de un rato, el sol regresó a casa y se encontró con su hermana la luna, que venía de recoger  el ganado.
– ¡Hola, hermanita!
– ¡Hola! ¿Qué tal te ha ido el día?
– Muy bien, sin novedades. Por cierto… No veo por aquí a nuestro hermanito el gallo.
La luna enrojeció de rabia y levantando la voz, le dijo:
– ¡No está porque acabo de echarle de casa! ¡Es un egoísta! Le tocaba hacer las tareas del establo y se negó en rotundo ¡Menudo caradura!
– ¿Qué me estás contando? ¿Estás loca? ¿Cómo has podido hacer algo así?… ¡Es tu hermano!
– ¡Ni hermano ni nada! ¡Me puso de muy mal humor! ¡Sólo piensa en sí mismo y se merecía un buen castigo!
El sol no daba crédito a lo que estaba escuchando y se enfureció con la luna.
– ¡Lo que acabas de hacer es imperdonable! A partir de ahora, no quiero saber nada más de ti. Yo trabajaré durante el día como siempre y tú saldrás a trabajar por la noche. Cada uno irá por su lado y así no volveremos a vernos.
–  ¡Pero eso no es justo!…
–  ¡No hay nada más que hablar!  En cuanto a nuestro hermano gallo, hablaré con él. Le rogaré que me despierte cada mañana desde la tierra con su canto para poder seguir estando en contacto con él, pero también le pediré que se oculte en un gallinero por las noches  para que no tenga que verte a ti.
Tal y como cuenta esta leyenda, desde ese momento, el sol y la luna empezaron a trabajar  por turnos. El sol salía muy temprano y cuando regresaba al hogar, la luna ya no estaba porque se había ido con las estrellas a dar brillo a la oscura noche. Al terminar su tarea, antes del amanecer, volvía a casa,  pero el madrugador sol ya se había ido. Jamás volvieron a encontrarse ni a cruzar una sola palabra.
El gallo, cómo no, recibió el mensaje del sol y se comprometió a despertarle cada mañana con su potente kikirikí. A partir de entonces se convirtió en el animal encargado de dar la bienvenida al nuevo día.  Se acostumbró muy bien a vivir en una granja y a esconderse en el gallinero nada más ver la blanca luz de la luna surgir entre la oscuridad.
Este ritual se ha mantenido durante miles de años hasta nuestros días. Tú mismo podrás comprobarlo disfrutando de un bello amanecer en el campo o de una hermosa puesta de sol frente al mar.
Fuente: http://www.mundoprimaria.com/mitos-y-leyendas-para-ninos/los-gallos-cantan-dia/


Dedalo y Talo

Dédalo era natural de Atenas.
Era un gran constructor. Fue reconocido como el primer escultor que trabajó el mármol haciendo hermosas estatuas. También era arquitecto. Muy habilidoso en el uso de las herramientas. Pero Dédalo era muy celoso.
Junto a Dédalo trabajaba su sobrino Talo, un joven muy ingenioso. Talo un día encontró en el campo una mandíbula de serpiente y se inspiró para inventar el serrucho, forjando en el hierro una serie de dientes semejantes a los de la serpiente. Cuando Dédalo vió el invento le agarro un ataque de celos y arrojó a Talo desde un precipicio.
Como no pudieron acusarlo por falta de pruebas, lo condenaron al destierro. O sea que tenía que marcharse de Atenas.
Fuente: http://cuentos-infantiles.idoneos.com/cuentos_mitologicos/leyendas_mitologicas/