lunes, 7 de mayo de 2012

La enseñanza

Anoche tuve un sueño asombroso, soñé con mi madre y me dejó una valiosa lección. Yo la veía trabajar en un taller textil, estaba en una habitación cociendo una manta en una máquina de coser bastante complicada. Veía el trabajo arduo que hacía y cómo su supervisora, una vieja insoportable la presionaba para que le salga mejor la costura. Yo indignado le decía: pero ma, hay máquinas más modernas con las que puedes hacer mucho mejor y más rápido el trabajo. Pero ella no se preocupaba por lo que le decía. Luego de un rato me dijo: ven, sígueme detrás de mí. Y se echó a correr. Troté detrás de ella una buena distancia hasta llegar a un parque con un verde pasto y hermosos árboles, el lugar era hermoso. La miro a ella y me dice: esto quería mostrarte. Era una familia feliz, el padre, una niña de unos once años y un niño de unos nueve años. Todos pasando una tarde feliz. Mientras observaba esa imagen me metí en un lago lodoso que a veces me llegaba a la cintura y otras veces al pecho. Quería salir pero no podía hasta que voltee a ver a mi madre la cual estaba en un pequeño banco de tierra sentada y me estiro la mano para sacarme. Mientras me ayudaba a salir me dijo: aprende de esto pues varias veces estarás aquí. Me desperté desconcertado, no entendía nada, creí que era un sueño más. Pero al pasar el día me di cuenta de que había un secreto en él. Todas las cosas de la vida cuestan un esfuerzo, algunos más otros menos; pero lo que más esfuerzo cuesta es llevar adelante una familia. A veces con el agua a la cintura, otras hasta el pecho pero siempre con alguna salida. ¿Nos acordaremos del ejemplo de nuestros padres y de lo que nos enseñaban? “Aprende de esto”, dijo mi madre.

viernes, 4 de mayo de 2012

La Fuerza del Deseo

El yoga Ramakrishna ilustra, mediante una parábola, la intensidad del deseo que debemos tener: El maestro llevó al discípulo a las proximidades de un lago. Hoy voy a enseñarte qué significa verdadera devoción – dijo. Le pidió al discípulo que entrase con él en el lago y, sujetándole la cabeza, se la empujó bajo el agua. Transcurrió todo un minuto y, a mitad del segundo, el muchacho comenzó a debatirse con todas sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder volver a la superficie. Al final del segundo minuto, el maestro lo soltó. El muchacho, con el corazón acelerado, consiguió erguirse, jadeante. ¡Usted ha querido matarme! – gritaba. El maestro esperó a que se calmara, y dijo: - Si hubiera querido matarte, lo habría hecho. Sólo quería preguntarte qué sentías mientras estabas bajo el agua. - ¡Yo sentía que me moría! ¡Todo lo que deseaba en esta vida era respirar un poco de aire! - Se trata de eso exactamente. La verdadera devoción sólo aparece cuando tenemos un único deseo y llegaremos a morir si no conseguimos realizarlo.

miércoles, 2 de mayo de 2012

La Botella

Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: "Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar". El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás? Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: "Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente".