jueves, 31 de octubre de 2013

El Fantasma Travieso


Anita era una niña que creía firmemente en la existencia de los fantasmas y al acercarse la Noche de Brujas o Halloween, solo quería al salir en busca de golosinas, encontarse con un terrorífico fantasma para pasar un buen "susto", ya que eso la divertiría.

Anita era amante de los cuentos de terror.

La noche del 31 de Octubre, Anita se disfrazó y junto a sus amiguitas se dirigió a recorrer su barrio con la ilusión de conseguir muchos dulces, pero siempre comentaba cuánto le emocionaría el encuentro con algo del mas allá.

De regreso en casa, la cual estaba muy bien decorada para la ocasión, procedió a cenar con su familia y luego se retiró a su habitación, no sin antes quitarse el maquillaje y el consabido disfraz.

Luego, y procurando que nadie la observara, buscó un buen escondite donde guardar todas las golosinas que había recolectado.
Pronto se durmió.
Como a medianoche, un pequeño ruidito la despertó, ya que con todo lo que su pequeña barriga había comido, su sueño no era muy profundo.

Miró por sobre las sábanas y cual sería su sorpresa al observar levemente iluminada por la luz que se filtraba por las persianas de su habitación,
¡¡¡ Un Fantasma !!!

Todo de blanco, se deslizaba como flotando, una imagen difusa, que en la penumbra parecía subir y bajar.

Anita obserbava atentamente, apenas asomada bajo las cobijas de su cama y casi sin respirar, los movimientos de aquella entidad.
Luego de unos instantes que a ella le parecieron eternos, la figura espectral salió de su vista.

Fue tan grande el miedo que Anita sintió, que no pudo reaccionar y solo escuchando los fuertes latidos de su pequeño corazón, al fin se quedó dormida.
Por la mañana, luego de despertar, corrió escaleras abajo a contar a su familia lo ocurrido la noche anterior.
Su madre intentaba en vano convencerla de lo absurdo de su relato, amenazándola con que en la próxima noche de Brujas no la dejaría salir a pedir golosinas, ya que eso le hacía ver cosas que no existían, pero Anita fue tan convincente en su relato que sus padres subieron con ella hasta su cuarto.
Una vez allí, Anita les mostró los lugares donde el fantasma se había paseado, pero ¡oh, sorpresa!, su escondite había sido saqueado y ya no estaban allí ni sus caramelos, ni sus chocolates, ni sus galletas, conseguidas con tanto esfuerzo la tarde anterior.

En eso estaban cuando aparece Carlos, el hermano mayor de Anita, quejándose de un fuerte dolor de barriga.
Los padres de Anita se asustaron mucho, pensando en que quizá Carlos tenía un ataque de apendicitis y rápidamente salieron con él rumbo al Hospital, dejando a Anita al cuidado de una vecina.

Luego de tres horas, regresaron a casa Carlos y sus padres, quienes estaban bastante enojados.
Lo que el hermano de Anita tenía solo era una gran indigestión, producto de comerse todas las golosinas de Anita.

Efectivamente, Carlos, conocedor del anhelo de Anita, se cubrió con una sábana y entrando a la habitación de su hermana robó y comió todo lo recolectado.


Este sí que fue un fantasma muy travieso...

Monstruos en la Oscuridad


Era la noche de Halloween y como es costumbre, los niños salieron a pedir sus golosinas.
Al llegar a una casa en la que se decía habitaban fantasmas, todos quisieron pasar de largo, bueno, todos menos
tres amiguitos que dándoselas de valientes se atrevieron a golpear.

Luego de esperar unos minutos, ante el asombro de los chicos, la puerta se habrió muy lentamente...

Apareció una anciana, de esas a quienes no se puede adivinar su edad, ya que pareciesen tener todos los años del mundo.

La viejecita los invitó a pasar, ante lo cual los tres amiguitos luego de dudar unos segundos, aceptaron.

Los otros niños huyeron del lugar, mientras la viejecita con mirada triste los observaba con sus ojillos blanqueados
por las cataratas que en ella resultaban realmente escalofriantes.

Luego de adentrarse en la antigua casona, la anciana pidió a los tres amiguitos que se sentaran a la mesa y procedió
a traer unas bandejas llenas de golosinas.

Ella les relató que sus hijos y su esposo habían fallecido algunos años atrás y que desde entonces la gente había
hecho correr el rumor acerca de los fantasmas que allí habitaban, pero que eso no era verdad y que la pena y el
dolor habían hecho de ella una persona solitaria y aislada.

Estaban escuchando el relato de la mujer cuando sus miradas se fijaron en unas sombras que a traves de los
cristales de un ventanal que daba a un patio interior se movían sombras que a la luz tenue de la vela, que estaba
sobre la mesa, semejaban monstruos.

Muy asustados, cogieron presurosos las golosinas y sin siquiera agradecer, salieron de la casa dejando a la
ancianita sola y mucho más triste.

Al día siguiente relataron a sus madres, vecinas entre si, lo ocurrido en la vieja casona. Ellas les reprendieron por
haber entrado, sabiendo las cosas horribles que se decían de aquel lugar, sin embargo, algo las movió a dirigirse a
verificar si la anciana había tenido malas intenciones con sus hijos.

Llamaron insistentemente a la puerta, pero nadie salía a abrir, entonces alarmadas, pidieron permiso en la casa
vecina y pasaron a la propiedad por el patio trasero, donde colgaban de viejos cordeles, algunas prendas de ropa
que al parecer habían sido lavadas y tendidas por la vieja mujer.

Adentráronse en la casona y al llegar al comedor, encontraron a la ancianita, sola y triste, mirando antiguas
fotografías de su esposo e hijos fallecidos.
Las mujeres, compadeciéndose de ella, la llevaron a un hospital para luego acogerla en la casa de uno de los
muchachos, en donde al fin llegó el día en que fue a  reunirse con su antigua familia.

Hoy que nuevamente es Halloween, otros muchachos pasarán frente a la vieja casona, medio destruída por el paso
de los años, pero en esta ocasión nadie los invitará a pasar, ni les regalará golosinas, porque ahora sí en ella existen

fantasmas...

La Calabaza Siniestra


Cuentan que dos noches antes de Halloween, dos hombres transitaban por un viejo camino rumbo al pueblo cercano.
Para llegar a él debían cruzar por un campo que generalmente estaba sembrado de calabazas.
Sabiendo que el dueño del predio cuidaba mucho de su sembradío, tenían cuidado de no hacerse notar, guardaban
silencio y ni siquiera el espantoso espantapájaros que allí había, debía hacer que de sus labios saliera un solo sonido.
En eso estaban cuando su mirada se posó en una hermosa y gran calabaza que para su familia sería un regalo especial para tallar en la noche de Brujas.
Luego de llegar al pueblo, planearon el modo de robar la mentada calabaza y quedaron en acuerdo que la siguiente noche irían al sembradío a cumplir su misión.
Y así lo hicieron.
La noche siguiente llevaron una carretilla, de esas que se ocupan para la construcción y en absoluto silencio buscaron en la oscuridad su preciado regalo.
Buscaron la calabaza por muchas horas, sin poder encontrarla, cuando de pronto la vieron.
Allí  se encontraba, grande y hermosa, pero,  no recordaban que aquel hubiese sido el sitio, ya que como esa noche  no había luna, el lugar no les pareció para nada familiar.
Mas, el trabajo debían realizarlo y pusieron manos a la obra.
Mientras uno vigilaba el lugar, el otro sacó un gran cuchillo, pero al instante de acercarse a ella,  la calabaza dando un gruñido, cambió de lugar.
Muy asustados, corrieron sin acordarse siquiera de la vieja carretilla, la cual dejaron olvidada en el campo.
Llegaron a su casa con el corazón a punto de salirse por sus bocas.
Sus hijos al verlos así preguntaron la razón y los hombres les relataron lo sucedido.
Hicieron acuerdo y los hombres regresaron al lugar junto a sus hijos.
Buscaron la carretilla esperando encontrar junto a ella la calabaza, pero, no había ningún rastro.
Regresaron a casa muy intrigados y al entrar en el corredor escucharon el mismo gruñido que habían oído saliendo de la calabaza.
Miraron a su alrededor y ¡ oh, sorpresa !, allí estaba la calabaza.
Primero se aterraron, pero luego trataron de tomarla, pero cada vez que se acercaban a ella, esta se escabullía otra vez. Hasta que al fin entre los cuatro pudieron atraparla.
Imaginan ustedes lo que encontraron?

La hermosa calabaza estaba medio vacía por uno de sus lados y dentro de ella había un pequeño cerdito que al parecer se le había perdido a su madre cerda,  quedando atrapado dentro de la calabaza al intentar comérsela

Un Halloween diferente


Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo. Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches. Pero un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y uno se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera. Y entre todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas, como la L, la T y la D, salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de gritar, las demás letras también huyeron de allí, y cada vez se entendían menos las palabras de los monstruos. Finalmente, sólo se quedaron unas pocas letras valientes, como la G y la R , de forma que en el mundo de los monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto de " GRRR!!!", "AAAARG!!!" u "BUUUUH!!!". A partir de aquello, cada vez que iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; y con el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que sólo pensaban en comernos y asustarnos.
Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy procupada, decidió hacerse cargo de ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa. Aquella era una niña especial, pues aún conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del monstruo.
Juntos se propusieron recuperan las voces de los demás monstruos, y uno tras otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver a decir cosas agradables. Los monstruos, agradecidos, les entregaban las mejores golosinas que guardaban en sus casas, y así, finalmente, fueron a ver a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión. Estaba ya muy viejecito, pero al ver las letras, dio un salto tan grande de alegría que casi se le saltan los huesos. Y mirando con ternura las asustadas letras, escogió las justas para decir "perdón". Debía llevar esperando años aquel momento, porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba preparado para grandísima fiesta, llena de monstruos, golosinas y caramelos. Como que las que se hacen en Halloween hoy día; qué coincidencia, ¿verdad?

miércoles, 30 de octubre de 2013

Vuestra Riqueza


Un genio tomó forma de mendigo y le dijo a un zapatero: "Hermano, hace tiempo que no como y me siento muy cansado, aunque no tengo ni una sola moneda quisiera pedirte que me arreglaras mis sandalias para poder caminar".
"¡Yo soy muy pobre y ya estoy cansado de todo el mundo q viene a pedir pero nadie quiere dar!", contestó el zapatero
El genio le ofreció entonces lo q él quisiera.
"¿Dinero inclusive?", preguntó el tendero
El genio le respondió: "Yo puedo darte 10 millones, pero a cambio de tus piernas" "¿Para qué quiero yo 10 millones si no voy a poder caminar, bailar, moverme libremente?", dijo el zapatero.
Entonces el genio replicó: "Está bien, te podría dar 100 millones, a cambio de tus brazos".
El zapatero le contestó: "¿Para qué quiero yo 100 millones si no voy a poder comer solo, trabajar, jugar con mis hijos, etc.?.
Entonces el genio le ofreció: "En ese caso, te puedo dar 1000 millones a cambio de tus ojos".
El zapatero respondió asustado: "¿Para qué me sirven 1000 millones si no voy a poder ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni todas las cosas que me rodean?".
Entonces, el genio, le dijo: "Ah hermano mío, ya ves que fortuna tienes y no te das cuenta".