lunes, 24 de agosto de 2015

La Gaviota Cartera


Entre unas altas montañas había una aldea pequeña, de unos treinta vecinos, estaban aislados de otros pueblos que había alrededor. Al no poder salir, los vecinos se suministraban sus propios alimentos, ya que cosechaban anualmente muy diversos productos, como los cereales para poder hacer pan; carne del ganado; hortalizas y fruta de la huerta; pescado del río llamado “Riofrio”, etc.

Esta aldea carecía de médico, el más próximo estaba a unos quince kilómetros, pero no iba casi nunca a visitar a los enfermos porque no tenía prácticamente acceso, solo una senda de cabras entre las montañas.

En Santamera, que así se llamaba la aldea, todos sus vecinos se dedicaban en sus quehaceres del campo o el ganado, todos se llevaban como una familia y eran muy felices.

En esta aldea vivía Jacinto, una persona mayor que se dedicaba a cuidar gallinas, cerdos, pájaros y muchos más animales. Tanto quería a sus animales que les enseñaba la forma de expresarse y comunicarse con los vecinos por medio de dibujos.

De entre estos animales tenía una gaviota que era la más lista y obediente de entre todos. Vivía en una jaula grande que estaba siempre abierta, iba al campo y en el pico traía toda clase de alimentos para sus amigos, les llevaba insectos, trigo, maíz y muchas cosas más, por eso todos querían mucho a la gaviota.

Cierto día, Jacinto, el dueño de los animales, recibió la visita de uno de sus vecinos, el cual fue a pedirle ayuda. Le solicitó que le socorriera, ya que era un anciano, pero con una inteligencia sobrenatural. El anciano tenía una hija muy enferma y como de costumbre, los vecinos hacían ellos mismos los medicamentos a base de hierbas curativas naturales, pero  en este caso no mejoraba la niña con nada de lo que le daban.

Jacinto preocupado en el caso de la niña enferma y viendo que las hiervas no le mejoraban, pensó que la mejor forma de que estuviera mejor era que un médico le ayudara, pero estaba muy lejos y no podían avisarle rápidamente.

La gaviota pensó en ir ella a buscar al médico, Jacinto escribió una nota de petición para que fuera de forma urgente a visitar a la niña. En la nota había dibujado una cruz roja que se la enseñó a la gaviota y después la ató a su pata, y veloz partió en busca del doctor. Al cabo de una hora, el médico se presentó en una caballería en la casa de la niña. Enseguida la dio los medicamentos necesarios y la niña a los pocos días ya estaba sana corriendo por la calle.

Toda la aldea estaba orgullosos de la gaviota, que por su gran rapidez la niña se había salvado. Le daban la enhorabuena a Jacinto por sus enseñanzas a los animales, en especial a la gaviota.


Desde entonces, todas las cartas para las distintas aldeas de los familiares las llevaba la gaviota. Por su buen hacer en el pueblo le hicieron cartera oficial de Santamera a la cariñosa e inteligente gaviota, que con su destreza y buen hacer podían comunicarse con todas las aldeas de las montañas.

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