viernes, 20 de febrero de 2015

Viva el Momento


Un día, mientras practicaba en el dojang del maestro Han, ejecutaba los movimientos del aikido en forma mecánica, haciendo de forma muy deficiente aquello que sabía hacer bien y volteando a ver el reloj a cada momento.
 — Tu mente está en otra parte —observó el maestro Han, alcabo de unos minutos. Tuve que admitir que, en realidad, mi mente estaba lejos de ahí. Apenas si me las había arreglado para hacerle lugar a mi lección entre dos citas de negocios. El maestro Han me hizo una reverencia, significando con eso
que la lección había terminado.
Una vez vestido con ropa de calle, iba a salir del dojang cuando me lo encontré en la puerta, esperándome.
 — Debes aprender a vivir en el presente —me aconsejó—, no en el futuro ni en el pasado. El Zen enseña que la vida debe vivirse en el momento. Al vivir en el presente estás en contacto completo contigo mismo y con tu medio ambiente, tu energía no se disipa y siempre la tienes a tu disposición. En el presente no hay remordimientos, como en el pasado; por otra parte, al pensar en el futuro diluyes el presente. El tiempo para vivir esa hora. "Mientras lo que hagas en el presente sea exactamente lo que estás haciendo en ese momento y nada más, eres uno contigo mismo y con lo que estás haciendo. . . y eso es el Zen, el hacer lo que estás haciendo en toda su plenitud. "Reflexioné luego en lo que el maestro Han había dicho. Una de las razones principales por las que me gustan las artes marciales, es porque exigen una concentración total. Durante unas horas cada semana puedo aislarme de todos los problemas y presiones de mi vida diaria. La rapidez con que tiene lugar un encuentro o sesión de práctica de las artes marciales, no deja lugar o tiempo entre dos "puntos" para la reflexión. Pero ese día yo me había permitido distraerme y mis pensamientos estaban divididos entre la junta que acababa de terminar y la que iba a tener lugar dentro de pocos minutos. Mi mente no había estado en la actividad del momento. Entonces recordé con cuánta frecuencia, al estar trabajando, dejaba que mi mente divagara de esa manera, disipando al
mismo tiempo energía y concentración, y tomé la decisión de
que me entrenaría yo mismo para que tal cosa no volviera a ocurrir. A cada una de mis actividades le daría mi concentración más absoluta. Cuando regresé a mi oficina, escribí en una

 pequeña tarjeta de archivo "Vive el Momento" y, con una chinche, la clavé en mi escritorio. Hasta la fecha esa tarjeta sigue donde la clavé, y vuelvo a leerla cada vez que me percato de que me estoy distrayendo. Desde ese día, continuamente recuerdo concentrarme en el momento en lugar de dejar que mi mente divague en el pasado o hacia el futuro.

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