sábado, 13 de noviembre de 2010

El Hada Triste

Erase una vez, un hada triste, vivía en el mundo de los hielos eternos,
y no le gustaba, sabia que existieron lugares donde el sol brillaba cada
día y donde las flores tenían todos los colores del arco iris.
Su corazón añoraba esas cosas, aunque no las había visto nunca.
Añoraba el calor y el color, añoraba sentir la yerba bajo sus pies
descalzos y añoraba el vuelo brillante de las mariposas.

Se sentía tan infeliz que no podía pensar en otra cosa y ni siquiera
salia a ver sus dominios.
Una noche en el que el hada aún no dormía, un resplandor especial
aparecen en el cielo. Al principio era solo una pequeña mancha
luminosa, que creció y creció y bien pronto todo el espacio se lleno
de color, verdes, violetas, azules, amarillos y rojos se entremezclaban armoniosamente, y su luz arrancaba destellos del suelo helado como un espejo, y el hada miro al cielo y vio estrellas fugaces y luceros ardiendo, estelas de cometas y nubes transparentes.


Por primera vez en mucho tiempo, el hada se sintió feliz, y entendió
que aquel era su lugar; que cada rincón del mundo contiene
sorpresas maravillosas, y que le gustaba la aurora boreal y el cielo
estrellado de su país de hielo.

Comprendío que muchas hadas jamas serán todo eso como ella
no vería las flores, pero ya no le importaba. Ahora sabia que las
estrellas fugaces son mariposas celestes y que los cometas se llevan
muy lejos las añoranzas de las hadas tristes.

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