viernes, 29 de mayo de 2015

Don Santiago


Esta es la historia de don Santiago, un habitante más de una de las tantas bellas y pintorescas ciudades del interior de cualquier país.

Frisa alrededor de los setenta años, su andar es pausado así como su hablar. Es delgado, algo encorvado, cabellos blancos, sonrisa franca y mirada límpida. Todos sus haberes consisten en una casita pequeña con un patio amplio que ha preferido hacer de él un campo en miniatura, con tierra y pasto prolijamente cortado. Tiene una gran rueda de carro, bien a la vista, testimonio real del oficio que le llevó la mayor parte de su vida. El transportaba del campo a la ciudad leche de cabra (de su patrón) y miel de abejas (propias). Ahora está jubilado, rico no es, pero él es muy feliz donde está, además siente que cumplió bien con la patria, pues, a su finada esposa nada le faltó en vida y el único hijo que le dio, se recibió de doctor en medicina y tiene un bonito consultorio en la capital.

Vive solo, pero no se queja de su suerte, sabe ocupar su tiempo en hacer plantitas para jardín, con lindas flores, y produce un poco de miel, con su pequeño apiario que conserva y cuida con esmero. Los vecinos le aprecian mucho y le compran miel y plantitas, pues, saben que le hacen sentir productivo e importante.

Todas las tardes asiste a los servicios religiosos de una humilde iglesia evangelista de la zona y disfruta mucho compartiendo con sus hermanos de fe. No gusta de hablar mucho, pero escucha con atención y a veces brinda algún oportuno refrán popular que hace las delicias de los presentes. Y de este modo llena el espacio que ha quedado en su corazón desde que quedó viudo. Siempre dispuesto a colaborar en los talleres que se formen, es el primero en llegar con su sonrisa franca y las manos listas a cualquier menester y luego será el último en irse, algo cansado pero nunca malhumorado.

Ahora está un poco triste, ya no logra ver como antes, todo está un poco borroso y opaco, pero nada dice. Un día viene Pedro, su hijo doctor, a pasar unos días con él. Pronto se da cuenta de que lo que en realidad le ocurre a su padre es que no ve bien (no olvidemos que don Santiago anda por los setenta años).

Entonces decide llevarlo a la consulta de un oftalmólogo amigo y este le receta unas gafas.

Santiago vuelve a recuperar su alegría habitual y aún más, pues, redescubre la belleza de su mundo circundante y ahora todo lo ve más luminoso y colorido, ¡es fantástico!

Su hijo vuelve a sus obligaciones en la capital y don Santiago a su rutina habitual. Mate amargo ni bien amanece, muchas horas con sus plantitas, el envasado y la venta de la miel, y antes de las doce un delicioso guisado casero que prepara en un improvisado fogón muy campero, pero efectivo. Sin embargo esta vez no reparó en que soplaba una brisa más fuerte de la habitual, y en sus intentos de mantener encendido el fuego soplaba para avivar la llama, a tal punto que comenzó a toser por el humo. De pronto, ¡¡¡HORROR!!! Todo su mundo otrora colorido trocó en oscuridad.

“¿Qué sucede, Dios mío?”- clama sorprendido don Santiago, que de pronto ha perdido la visión completamente. Es tal su desazón que se hinca de rodillas allí mismo y le pide Dios con total convicción y fuerza que le libre de ese tormento terrible. Luego se encierra -por primera vez en su vida- en su casita y se tiende en la cama lleno de angustia y desesperación.

Transcurren los días y nada se sabe de don Santiago (quien continúa encerrado a cal y canto en su modesta casita). Es algo muy inusual, porque siempre se le veía en su patio al aire libre, afanado en sus quehaceres. Sólo entraba a la casa cuando se ocultaba el astro rey para higienizarse y luego asistir al templo, y por las noches para dormir no más de seis horas. Hasta la infaltable siesta la gozaba tendido cuán largo era sobre el acogedor pasto.

Juancito, el hijo menor de los González, compañero de fe y discípulo honorario del venerable anciano, decide desentrañar el misterio y cruza el improvisado portón exterior para ir hasta la puerta misma de la modesta vivienda. Golpea las manos varias veces, pero nadie contesta, entonces coloca su oreja contra la puerta y al hacerlo así escucha una vocecita apagada que le dice que entre nomás, que está sin llave (no olvidemos que aún quedan sitios en donde los habitantes locales no cierran la puerta de calle con llave y trabas, como en las grandes ciudades).

Cuando por fin entra, no puede creer lo que ve, allí está el anciano recostado en la cama, muy delgado y envejecido. Apenas es un montoncito de huesos que ni siquiera abulta en el lecho. El joven muy preocupado se acerca a su cara para preguntarle qué lo aquejaba y al hacerlo repara en las gafas de don Santiago que están ennegrecidas de tizne.

El buen anciano le cuenta que no se explica qué le ha sucedido pero que ya no ve más, que todo su mundo se ha oscurecido. También le dice que si es una prueba de Dios Padre, que él la acepta como tal, ya que si Jesús sacrificó su propia vida por salvarnos, el también tendrá que superar este trance.

El joven nada dice, pero le ayuda a higienizarse, y mientras, prepara una sopa bien caliente para su amigo. Cuando lo ayuda a sentarse en la cama y le da a beber el reparador brebaje, le quita las gafas como al descuido y se las limpia bien con un pañuelo húmedo, luego se las coloca al distraído anciano que bebía su sopita muy entusiasmado y, ¡¡¡Oh, sorpresa!!! Volvió la catarata de colores a la vida de Don Santiago.


Moraleja: Quita el tizne de la naturaleza caída que aún more en ti y mejorará tu visión del mundo que te rodea y de la vida misma. Libérate de esa suciedad y permítete gozar de la inmensa alegría de ser hijo de Dios.

jueves, 28 de mayo de 2015

Recuerdos De La Vida


Tengo muchos recuerdos de mi padre y de cómo crecí a su lado en nuestro departamento junto a las vías del tren elevado. Durante veinte años oímos el rugido del convoy cuando pasaba por la ventana de su dormitorio.De noche, tarde, papá esperaba solo en las vías el tren que lo llevaba a su empleo en la fábrica, donde trabajaba en el turno de medianoche.Esa noche en particular, esperé con él en la oscuridad para despedirlo. Su rostro estaba triste. Su hijo menor, es decir yo, había sido reclutado. Le tomarían juramento a la mañana siguiente a las seis, mientras él estaba en su máquina de cortar papel en la fábrica.
Mi padre había hablado de su rabia. No quería que “ellos” se llevaran a su hijo de sólo diecinueve años, que nunca había bebido o fumado un cigarrillo, a pelear en una guerra en Europa.  Puso sus manos en mis delgados hombros.-Ten cuidado, Jorge, y si alguna vez necesitas algo, escríbeme y me ocuparé de que lo consigas.De pronto oímos el rugido del tren que se aproximaba. Me abrazó con fuerza y me besó suavemente en la mejilla. Con los ojos llenos de lágrimas murmuró:-Te quiero, hijo mío.Entonces llegó el tren, las puertas lo encerraron dentro y desapareció en la noche.Un mes más tarde, a los cuarenta y seis años, mi padre murió.Tengo setenta y seis en el momento de sentarme a escribir esto. Una vez oí a Pete Hamill, el periodista de Nueva York, decir que los recuerdos son la mayor herencia de un hombre, y tengo que coincidir con él. Sobreviví a cuatro invasiones en la Segunda Guerra Mundial. He tenido una vida llena de todo tipo de experiencias.Pero el único recuerdo que permanece es el de aquella noche en que mi papá me dijo:“Te quiero, hijo mío”

miércoles, 27 de mayo de 2015

El Loro Que Pide Libertad


Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira.
Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:
-¡Libertad, libertad, libertad!
No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”.
Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: “!Libertad, libertad!” Al invitado se le partía el corazón.

¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”

martes, 26 de mayo de 2015

La Puerta Negra


Érase una vez en un país muy lejano un rey que era muy polémico por sus acciones.

Tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala. Los prisioneros eran colocados en grandes hileras en el centro de la sala y el rey gritaba diciéndoles:

-Les voy a dar una oportunidad, miren el rincón del lado derecho de la sala.
Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y flechas, listos para cualquier acción.

-Ahora, continuaba el rey, miren hacia el rincón del lado izquierdo.
Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y grotesca puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como decoración y el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver. En verdad, algo verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho más para ver.

El rey se colocaba en el centro de la sala y gritaba:
- Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Morir clavados por flechas o abrir rápidamente aquella puerta negra mientras los dejo encerrados allí? Ahora decidan, tienen libre albedrío, escojan.

Todos los prisioneros tenían el mismo comportamiento: a la hora de tomar la decisión, ellos llegaban cerca de la horrorosa puerta negra de más de cuatro metros de altura, miraban los cadáveres, la sangre humana y los esqueletos con leyendas escritas del tipo: "viva la muerte", y decidían: -"Prefiero morir atravesado por las fechas."

Uno a uno, todos actuaban de la misma forma, miraban la puerta negra y a los arqueros de la muerte y decían al rey:
- "Prefiero ser atravesado por flechas a abrir esa puerta y quedarme encerrado".
Millares optaron por lo que estaban viendo que hacían los demás: elegir la muerte por las flechas.

Un día, la guerra terminó. Pasado el tiempo, uno de los soldados del "pelotón de flechas" estaba barriendo la enorme sala cuando apareció el rey. El soldado con toda reverencia y un poco temeroso, preguntó: - "Sabes, gran rey, yo siempre tuve una curiosidad, no se enfade con mi pregunta, pero, ¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta negra?"
El rey respondió: Pues bien, ve y abre esa puerta negra."

El soldado, temeroso, abrió cautelosamente la puerta y sintió un rayo puro de sol besar el suelo de la enorme sala, abrió un poco más la puerta y más luz y un delicioso aroma a verde llenaron el lugar.
El soldado notó que la puerta negra daba hacia un campo que apuntaba a un gran camino. Fue ahí que el soldado se dio cuenta de que la puerta negra llevaba hacia la libertad.

Reflexión: ¿qué es para vosotros la puerta negra?

Yo la asocio con nuestros miedos, sobre todo nuestros miedos a salir de nuestra "zona de confort". El miedo a lo desconocido, a no ser capaz, una inseguridad que paraliza, o una frustración. Miedo a asumir riesgos.. los soldados prefieren morir pero sabiendo lo que les va a pasar..que traspasar la puerta sin saber. Creo que en muchos momentos de nuestra vida tenemos puertas negras en nuestro interios ¿cuáles son las vuestras? ¿qué pasaría si las abrierais?

lunes, 25 de mayo de 2015

Somos Eco De Nosotros Mismos


Un hijo y su padre estaban caminando en las montañas. De pronto el hijo se cae, se lastima y grita: "Ahhhh!!".
Para su sorpresa, oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: "Ahhhh!"
Con curiosidad el niño grita: "¿Quién está ahí?"
Y escucha: " ¿Quién está ahí? ".
Enojado con la respuesta, el niño grita: "¡Cobarde!".
Y recibe de respuesta: "¡Cobarde".
El niño mira a su padre y le pregunta: "¿Qué sucede?"
El padre le contesta: "Presta atención hijo". Y grita: "¡Te admiro!".
Y la voz responde: "¡Te admiro!"
"¡Eres un campeón!"
"¡Eres un campeón!"
Y el padre le explica: "la gente lo llama ECO", pero en realidad es, la VIDA... que te devuelve todo lo que haces...
Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones.
Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor.
Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.
Si quieres una sonrisa en el alma, dirige una sonrisa al alma de los que conoces.
Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso... exactamente aquello que tú le has dado. Tu vida, no es una coincidencia, es un reflejo de ti.

Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando!!".

domingo, 24 de mayo de 2015

Saber Sentir El Sabor


Érase una vez, en un pequeño poblado perdido entre las montañas, que vivían en una aldea recogida y alegre, un grupo de seres humanos. Hacían lo que suelen hacer la mayoría de estos seres: dormir, trabajar, comer, jugar y dormir. Pero he aquí que un día uno de ellos, por extraños motivos que nos llevarían a otras historias, decidió marchar de ese pueblo. Reunió a todos lo seres del pueblo y les manifestó su intención de salir más allá de las montañas para conocer lo que se "cocía" en otros lugares.
- ¿Para qué?- le preguntaron sus amigos.
- Porque quiero saber- les respondió.
Nuestro amigo, al que desde ahora llamaremos Sixto, se dirigió al norte, porque desde antiguo al pueblo habían llegado noticias, que allí era dónde existía más saber.
Pasó un tiempo sin noticias de Sixto, hasta que un buen día apareció en lontananza. Hubo gran alegría en el poblado, todos le rodeaban, le preguntaban, pero él venía cansado del viaje y pidió que le dejasen descansar. Al día siguiente, a la puerta de su casa, todo el mundo estaba reunido esperando que él apareciera.
Cuando lo hizo, todos prorrumpieron en aplausos y aclamándole le pedían que compartiera con ellos su saber.
- Bueno, veréis, lo único que he aprendido no puedo compartirlo con vosotros. !Oh! Que desilusión entre los seres del poblado.
-¿Por qué?- se atrevió a preguntar un niño (todos sabemos que los niños son muy atrevidos)
- Porque lo que he aprendido es a distinguir el sabor de las cosas.
Un murmullo de perplejidad se adueñó del pueblo.
- Veréis, amigos. Cuando llegué al norte, me sentí perdido. Había mucha gente, ciudades enormes, y en ese estado me encontraba cuando vi en un cartel que se daban cursos de cocina rápida. Como el hambre me acuciaba pensé que no vendría nada mal llenar el estómago con algo y de paso aprender a cocinar comidas diferentes. Entré pero, ¿sabéis?, el curso no era para aprender a cocinar, no. Era para aprender a saborear la comida.
-¡Oh!- murmuraron los del pueblo- Y eso ¿cómo se aprende?
-¡Ah! Amigos míos es bastante complicado de explicar con palabras -dijo Sixto- los profesores se limitaban a dibujar esquemas y diagramas en la pizarra, y nos decían: "Tenéis que sentir el sabor de ésta posición del esquema". Otro incidía: "No hay que dar vueltas buscando el mejor sabor. Sabor solo hay uno, y es aquel que no tiene sabor, porque en él están todos los sabores".
Y nos ponía el ejemplo de la luz blanca que se descompone en diferentes colores cuando pasa por un prisma. "El lugar -decía el jefe de cocina- donde hay y no hay luz blanca es el sabor sin sabor".
El pueblo entero estaba maravillado de esta explicación.
- Por favor, dibújanos esos esquemas. Nosotros queremos experimentar ese sabor sin sabor.
Sixto los miró con conmiseración, y quedamente les dijo:
- Amigos míos, esto es lo que me enseñaron en aquella ciudad, pero de regreso al pueblo me he dado cuenta, a través de procesos que si os lo contara a alguno de vosotros se volvería más confundido, digo que me he dado cuenta que todo eso no sirve para nada.
- ¡¿Qué?!- preguntó asombrado el pueblo.
- Os lo explicaré. La clave está en dos palabras:"sentir" y sabor". Vosotros queréis saber a que sabe el sabor sin sabor. ¿Es cierto?
- ¡Sí!
- Y yo os digo que eso no es lo importante, lo importante es sentir el sabor. Saber sentir el sabor.
- ¡Ah!- los seres del poblado se miraron unos a otros.
Un niño, el mismo de antes, que por lo visto era un poco pesado con sus preguntas, dijo:
- Sixto, Sixto...
- Sí, niño, dime.
- ¿Podrías decirme, entonces, por qué esos señores que hablaban mediante gráficos del sabor sin sabor dan esas clases?¿Por qué utilizan esquemas si no son importantes?¿Por qué malgastan su tiempo y su energía en dar un arte objetivo a la subjetividad de la gente? ¿Por qué...?
- ¡Niño, calla! -gritó Sixto- Tú no puedes saberlo porque no has estado dónde yo he estado, ni has visto lo que yo he visto. Esas personas que dibujaban el sabor, sabían lo que estaban haciendo, lo transmitían de una manera especial, de tal forma que se introducía poco a poco en el organismo y ha sido ahora, al llegar al pueblo, cuando me he dado cuenta de que es lo realmente importante.
- ¡Dínoslo, Sixto, dínoslo! - gritó todo el pueblo.
- Hay que sentir el sabor, ya os lo he dicho.
- ¿Y cómo sabemos que es lo que sentimos si no tenemos un espejo en el cual mirarnos?, preguntó el mismo niño de antes.
Sixto miró con dulzura al niño y le dijo:
- Niño, ¡eres un pesado insolente!- sonrió y desapareció en su casa para darse un baño".

Cuento Sufí 

sábado, 23 de mayo de 2015

Que es la Riqueza?


¿Que es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta:
¿Qué es la riqueza?

El primer grupo contestó de la siguiente manera:
Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho dinero.
Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y muy bien pagados.
Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW.
Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita.
Gerente: tener la empresa en niveles de ganancia altos y crecientes.
Atleta: ganar fama y reconocimiento mundial, para estar bien pagado.

El segundo grupo contestó lo siguiente:
Preso de por vida: caminar libre por las calles.
Ciego: ver la luz del sol y a la gente que quiero.
Sordo: escuchar el sonido del viento y cuando me hablan.
Mudo: poder decir a las personas cuánto las amo.
Inválido: correr en una mañana soleada.
Persona con una enfermedad terminal: Poder vivir un día más.
Huérfano: Poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos, y mí Familia.


“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas cosas que no cambiarías por dinero”

viernes, 22 de mayo de 2015

El Error Más Grande


El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.

No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.

No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.


Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por aquello que hayas buscado honestamente. 

Dejar Secar La Ira


Mariana se puso toda feliz por haber ganado de regalo un juego de té de color azul.

Al día siguiente, Julia, su amiguita, vino bien temprano a invitarla a jugar. Mariana no podía pues saldría con su madre aquella mañana.
Julia entonces pidió a Mariana que le prestara su juego de té para que ella pudiera jugar sola en el jardín del edificio en que vivían.
Ella no quería prestar su flamante regalo pero ante la insistencia de la amiga decidió, hacer hincapié en el cuidado de aquel juguete tan especial.
Al volver del paseo, Mariana se quedó pasmada al ver su juego de té tirado al suelo. Faltaban algunas tazas y la bandeja estaba rota.
Llorando y muy molesta Mariana se desahogó con su mamá "¿ves mamá lo que hizo Julia conmigo? Le presté mi juguete y ella lo descuidó todo y lo dejó tirado en el suelo".
Totalmente descontrolada Mariana quería ir a la casa de Julia a pedir explicaciones, pero su madre cariñosamente le dijo:
 "Hijita, ¿te acuerdas de aquel día cuando saliste con tu vestido nuevo todo blanco y un coche que pasaba te salpicó de lodo tu ropa? Al llegar a casa querías lavar inmediatamente el vestido pero tu abuelita no te dejó.
¿Recuerdas lo que dijo tu abuela? Ella dijo que había que dejar que el barro se secara, porque después sería más fácil quitar la mancha.

Así es hijita, con la ira es lo mismo, deja la ira secarse primero, después es mucho más fácil resolver todo".
Mariana no entendía todo muy bien, pero decidió seguir el consejo de su madre y fue a ver el televisor.
Un rato después sonó el timbre de la puerta...Era Julia, con una caja en las manos y sin mas preámbulo ella dijo:
"Mariana, ¿recuerdas al niño malcriado de la otra calle, el que a menudo nos molesta?
Él vino para jugar conmigo y no lo dejé porque creí que no cuidaría tu juego de té pero el se enojó y destruyó el regalo que me habías prestado.
Cuando le conté a mi madre ella preocupada me llevó a comprar otro igualito, para ti. ¡Espero que no estés enojada conmigo. No fue mi culpa!“
"¡No hay problema!, dijo Mariana, ¡mi ira ya secó! Y dando un fuerte abrazo a su amiga, la tomó de la mano y la llevó a su cuarto para contarle la historia del vestido nuevo ensuciado de lodo".
Nunca reacciones mientras sientas ira. La ira nos ciega e impide que veamos las cosas como ellas realmente son. Así evitarás cometer injusticias y ganarás el respeto de los demás por tu posición ponderada y correcta delante de una situación difícil.


Acuérdate siempre: ¡ Deja la ira secar !

jueves, 21 de mayo de 2015

No Hay Nada Imposible


Cuenta una leyenda que había unos niños patinando sobre una laguna congelada.
Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación; cuando de pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua. Otro niño, viendo que su amiguito se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: ¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar, con esa piedra y sus manos tan pequeñas!!!!
En ese instante apareció un anciano y dijo:
"Yo se cómo lo hizo".
"¿Cómo ?", le preguntaron al anciano , y él contestó:
"No había nadie a su alrededor que le dijera que no se podía hacer"...

“Como no sabían que era imposible lo hicieron” 
ANÓNIMO.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Las Tres Gotitas de Agua


El Alba pasó una mañana cerca de una camelia y oyó pronunciar su nombre por tres gotas cristalinas.
Se aproximo; luego posándose en el corazón de la flor, preguntó cariñosa:
¿Qué desean de mí, gotas brillantes?
¿Que vengas a decidir una cuestión, dijo la primera. Somos tres gotas diferentes reunidas en diversos puntos. Queremos que digas cuál de nosotras vale más y cual es la más pura.
Acepto; habla tú, gota brillante. Y la primera gota trémula habló así:
Yo vengo de las altas nubes; soy hija de los grandes mares; nací en el ancho océano. Después de andar por mil borrascas, una nube me absorbió. Fui a las alturas, donde brillan las estrellas, y de allá, rodando entre rayos, caí en la flor en la que descanso ahora. Yo represento al océano.
Habla tú, gota brillante, dijo el Alba a la segunda.
Yo soy el rocío que tiembla sobre los lirios; soy hermana de la Luna; soy hermana de las tinieblas que se forman en cuanto llega la noche. Yo represento al amanecer del día.
¿Y tú? Preguntó el Alba a la más pequeña.
Yo nada valgo.
Habla:
¿de donde vienes?
De los ojos de una madre. Soy gotitas de lágrimas.
Esta es la de más valor, es la más pura.
Pero yo fui océano.
¡Yo atmósfera!
Sí, trémulas gotas; mas esta fue corazón.

Y el Alba desapareció por la región azul, llevando a la gota humilde.

El Refugio


He de estar alucinando, parece que las paredes del iglú se estrechan”. Esto pensó un explorador que viajó hasta la Antártida para realizar una investigación, y ante la amenaza de una fuerte tormenta se refugió en un iglú donde permaneció unos días.

Sin embargo, el pensamiento de que las paredes se acercaban lo invadía cada vez con mayor frecuencia hasta que se dio cuenta de que no alucinaba, en efecto, las paredes del iglú se aproximaban cada vez más a él, pues, como descubrió, la humedad de su propia respiración se adhería al hielo y lo engrosaba. La ironía lo hizo reír: “Si no salgo pronto de aquí, lo que es mi refugio se convertirá en mi tumba.”

   De la misma manera, los seres humanos solemos refugiarnos en “algo” que en principio nos da seguridad, pero que termina por enterrar nuestra naturaleza. Esto sucede cuando perdemos el contacto con nuestra propia esencia (lo que soy en realidad, y no lo que yo creo que debería de ser). Como resultado, aparece la no aceptación y un amor condicionado. Y con esto el miedo… que se vale de muchos apellidos: miedo a no ser suficientemente “bueno”, miedo a perder el amor de los demás, miedo a equivocarnos, miedo… miedo… Así que para protegernos de este miedo nos refugiamos detrás de máscaras, de justificaciones, adicciones, compulsiones,… que terminan convirtiéndose en una cárcel. Dale voz a tu esencia…. antes de que el refugio se convierta en tu cárcel.


Fragmento extraído de “Conéctate contigo mismo”

martes, 19 de mayo de 2015

El Enano Y El Gigante


Cuentan de un gigante que se disponía a atravesar un río profundo y se encontró en la orilla con un pigmeo que no sabía nadar y no podía atravesar el río por su profundidad. El gigante lo cargó sobre sus hombros y se metió en el agua.
Hacia la mitad de la travesía, el pigmeo, que sobresalía casi medio metro por encima de la cabeza del gigante, alcanzó a ver, sigilosamente apostados tras la vegetación de la otra orilla, a los indios de una tribu que esperaban con sus arcos a que se acercase el gigante.
El pigmeo avisó al gigante, Este se detuvo, dio media vuelta y comenzó a deshacer la travesía. En aquel momento, una flecha disparada desde la otra orilla se hundió en el agua cerca del gigante, pero sin haber podido ya llegar hasta él. Así ocurrió con otras sucesivas flechas, mientras ambos - gigante y pigmeo - ganaban la orilla de salida sanos y salvos.

El gigante dio las gracias al pigmeo, pero éste le replicó: - "Si no me hubiese apoyado en ti, no habría podido ver más lejos que tú".

Las Manos de mi Padre


Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e iba a conocer al director para la entrevista final. El director vio su CV, era excelente. Y le preguntó:
—¿Recibió alguna beca en la escuela? —el joven respondió “no”.
—¿Fue tu padre quien pagó tus estudios?
—Sí. —respondió.
—¿Dónde trabaja tu padre?
—Mi padre hace trabajos de herreria.
El director pidió al joven que le mostrara sus manos .
El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.
—¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo?
—Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.
El director dijo:
—Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana.
El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta.
Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos.
Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.
Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.
Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.
A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.
El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó:
—¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?
El joven respondió:
—Lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller. Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.
El director dijo: “Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida. Estás contratado.
Con el paso del tiempo, este joven trabajó muy duro, y recibió el respeto de sus subordinados. Cada empleado trabajó con diligencia y en equipo. El desempeño de la empresa mejoró enormemente.
Un niño, que ha sido protegido y se le ha dado todo lo que quería, desarrollará una “mentalidad de derecho” y siempre se pondrá en primer lugar. Será ignorante de los esfuerzos de sus padres.
Cuando comienza a hablar, se supone que cada persona tiene que escucharlo a él, y cuando se convierte en un gerente, nunca sabe de los sufrimientos de sus empleados y siempre culpa a los demás.
Para este tipo de personas, que pueden ser buenos académicamente, pueden tener éxito por un tiempo, pero finalmente no tendrán sentido de logro. Se quejan y se llenan de odio y luchar por más. Si queremos este tipo de protección de los padres, ¿estamos realmente mostrando amor o en su lugar estamos destruyendo al niño?
Usted puede dejar que su hijo viva en una casa grande, comer una buena comida, aprender piano, ver una gran pantalla de televisión. Pero cuando usted está cortando el césped, por favor, deje que lo experimente.
Después de una comida, que laven los platos y vasos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque usted no tiene dinero para contratar a una sirvienta, pero es porque quiere enseñarle de una forma correcta.
Usted quiere que entiendan, no importa lo rico que son sus padres, que un día su pelo crecerá gris, al igual que la madre de ese joven. Lo más importante es que su hijo aprenda a apreciar el esfuerzo, que experimente la dificultad y conozca la capacidad de trabajar con otros para hacer las cosas.

lunes, 18 de mayo de 2015

El Arbol que Perdio su Infancia


Pinto era un pino de Oregón que, desde pequeño, soñaba con ser grande. Su especie llegaba a alcanzar los sesenta metros.
Le habían dicho que la vista desde las grandes alturas era maravillosa. Sus amigos le mostraban distintas bellezas naturales, pequeñas plantas, flores, insectos, grandes animales y hasta personas, pero no les prestaba atención; iba creciendo y siempre sucedía lo mismo, lo único que le interesaba era lograr una gran altura.
Al llegar a la estatura deseada, confirmó que el panorama desde tan alto era espectacular. En las conversaciones con sus amigos, escuchaba cosas muy extrañas para él, hablaban de chicos jugando a la pelota, de perros que corrían, de abejas que se posaban sobre las flores, y cantidades de comentarios sobre seres que no llegaba a distinguir desde allá arriba.

Pero ya no pudo bajar para conocerlos, se los había perdido mientras esperaba llegar bien alto. El futuro es para soñar; el presente, para disfrutar.

Nuestro Tiempo


Jaime tenía un campo en Entre Ríos. Cada dos meses, allí se reunía toda la familia.Siempre dedicaba la tarde del sábado a cabalgar con sus nietos, que tenían diez y doce años. Pero ya no podía, por lo que se sentó con ellos y les explicó:
-Chicos, lamentablemente, debido a mi edad, tengo problemas de columna, por lo que no podré cabalgar más. No obstante, pueden ir con su padre o, incluso, si él se los permite y van con cuidado, pueden hacerlo solos.-Si no es con vos, no cabalgaremos más -dijeron los dos.-Pero, si les gusta tanto.

-En realidad no nos gusta -le dijo uno de ellos.-Lo que pasa es que por el trabajo, compromisos y problemas, no tenés mucho tiempo para dedicarnos, sin embargo, cuando cabalgamos, pasamos toda la tarde juntos y ni siquiera el teléfono nos interrumpe -le aclaró el mayor.Su abuelo los abrazó y les dijo:-Caminando no llegaremos tan lejos, pero compartiremos toda la tarde solos y juntos.

domingo, 17 de mayo de 2015

Donde Esta el Paraguas?


Al cabo de diez años de aprendizaje, Zenno creía que ya podía ser elevado a la categoría de maestro zen. Un día lluvioso, fue a visitar al famoso profesor Nan-in.

Al entrar en la casa de Nan-in, este preguntó:

- "¿Has dejado tu paraguas y tus zapatos del lado de afuera?"

- "Por supuesto", respondió Zenno. "Es lo que manda la buena educación. Actuaría de la misma manera en cualquier lugar."

- "Entonces dime, ¿pusiste el paraguas a la derecha o a la izquierda de tus zapatos?"

- "No tengo la menor idea, maestro."

- "El budismo zen es el arte de tener conciencia total sobre lo que hacemos", dijo Nan-in.

– "La falta de atención a los pequeños detalles puede destruir por completo la vida de un hombre. Un padre que sale corriendo de la casa puede olvidar un puñal al alcance de su hijo pequeño.

Un samurai que no mira todos los días su espada, terminará por encontrarla oxidada cuando más necesite de ella. Un joven que olvida llevarle flores a su amada va a terminar por perderla."

Y Zenno comprendió que aunque conociera bien las técnicas zen del mundo espiritual, había olvidado aplicarlas en el mundo de los hombres.

viernes, 15 de mayo de 2015

Muñeco de Madera



No había nada que Eliseo deseara con más intensidad que ese muñeco de madera de brazos livianos; parecía tener la habilidad de volar, porque al sus brazos rozaban el aire con una elegancia que el niño sentía que en cualquier momento podría encontrarlo flotando en el aire como un barrilete. Cada tarde pasaba por la juguetería, lo miraba desde la vidriera y observaba su precio. Nunca había visto tanto dinero junto. Sabía que jamás podría tenerlo. Sin embargo, apoyaba la nariz contra el vidrio, miraba sus ojos y esos brazos y volaba por un ratito.
Una tarde, el dueño de la juguetería se le acercó y le preguntó por qué siempre se quedaba ahí, inmóvil. El chico sintió tanta vergüenza que se fue corriendo. Durante unas semanas, aunque sentía profundos deseos de hacerlo, no apareció por esa calle.
Cuando finalmente ya no pudo más con sus deseos de ver al muñeco, fue a la vidriera cauteloso, intentando que nadie lo viera. El muñeco de madera no estaba. Se quedó un rato, observando cada esquina del escaparate, anhelando encontrárselo en una esquina sin poder calmar esa tristeza. Durante toda la semana fue hasta la juguetería. La ida desde su casa era amarilla, iluminada por la esperanza de encontrarse con su amiguito; pero la vuelta era de un gris oscuro intenso, ya no volaba su imaginación, solamente sentía tristeza y desánimo.
Pasó el tiempo y lentamente Eliseo fue olvidándose de esa extraña fascinación. Muchos años más tarde, pasaba por casualidad por la juguetería, a cuyo escaparate ya no iban sus ojos, y al rodear la esquina descubrió que apoyado en el vidrio había un niño que observaba intensamente un muñeco de madera idéntico al que amara en su infancia. Entró, saludó al juguetero y compró el juguete. Al salir, el niño había desaparecido. Lo buscó durante días, deseando darle ese juguete, hasta que finalmente desistió.
Una tarde, al volver del trabajo, sus ojos se toparon con los puntos negros del muñeco de madera; lo miraba profundamente y lograba llegar a un sitio de su ser al que ni siquiera él se atrevía a mirar: un sitio donde volar era posible y a donde sólo esas manos de madera podían llevarlo.

El Mantel


El nuevo Sacerdote, recién asignado a su primer ministerio para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzos de octubre entusiasmado con su primera oportunidad.
Cuando vio la iglesia se encontró con que estaba en pésimas condiciones y requería de mucho trabajo de reparación.  Se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para oficiar su primer servicio en la Nochebuena.
Trabajó arduamente, reparando los bancos, empañetando las paredes,
pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya habían concluido con casi todos los trabajos, adelantándose a la meta trazada.
El 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área por dos días completos.
El día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia. Su corazón se contrajo cuando vio que el agua se había filtrado a través del techo, causando que una área considerable de pañete, de unos 20 pies por 8 pies cayó de la pared frontal
 del santuario, exactamente detrás del pulpito, dejando un hueco que empezaba como a la altura de la cabeza.
El sacerdote limpió el desastre en el piso, y no sabiendo que mas hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa.
En el camino notó que una tienda local estaba llevando a cabo una venta del tipo "mercado de pulgas", con fines caritativos, y decidió entrar.

Uno de los artículos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso,
 con un trabajo exquisito de aplicaciones, bellos colores y una cruz bordada
en el centro.
Era justamente el tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared frontal.
Lo compró y volvió atrás camino a la iglesia.
Ya para ese entonces había comenzado a nevar.
Una mujer mayor iba corriendo desde la dirección opuesta tratando
de alcanzar el autobús, pero finalmente lo perdió. El sacerdote la invitó a esperar en la iglesia donde había calefacción, por el próximo autobús que tardaría 45 minutos mas en llegar.
La señora se sentó en el banco sin prestar atención al pastor mientras,
este buscaba una escalera, ganchos, etc., para colocar el mantel como tapiz
 en la pared. El sacerdote apenas podía creer lo hermoso que lucía y como cubría todo el área de problema.
Entonces el miró a la mujer que venía caminando hacia abajo, desde el pasillo del centro.
Su cara estaba blanca como una hoja de papel.
"Padre, ¿Donde consiguió Ud. Ese mantel?
" El padre le explicó.
La mujer le pidió revisar la esquina inferior derecha para ver si las iniciales
EGB aparecían bordadas allí.

Si estaban..
 Estas eran las iniciales de la mujer
 y ella había hecho ese mantel 35 años atrás, en Austria.
La mujer apenas podía creerlo cuando el pastor le contó como acababa de obtener el mantel.
 La mujer le explicó que antes de la guerra ella y su esposo tenían
 una posición económica holgada en Austria. Cuando los Nazis llegaron,
 la forzaron a irse. Su esposo debía seguirla la semana siguiente.
Ella fue capturada, enviada a prisión y nunca volvió a ver a su esposo
 ni su casa.
El pastor la llevó en el carro hasta su casa y ofreció regalarle el mantel,
pero ella lo rechazó diciéndole que era lo menos que podía hacer.
Se sentía muy agradecida pues vivía al otro lado de Staten Island
 y solamente estaba en Brooklyn por el día para un trabajo de limpieza
 de una casa.

Que maravilloso fue el servicio de la Nochebuena!
La iglesia estaba casi llena.
La música y el espíritu que reinaban eran increíbles.

Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos en la puerta
 y muchos expresaron que volverían.
 Un hombre mayor, que el pastor reconoció del vecindario,
 seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente,
 y el padre se preguntaba porque no se iba.
El hombre le preguntó donde había obtenido ese mantel
 que estaba en la pared del frente, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra y como podía haber dos manteles tan idénticos?
El le relató al padre como llegaron los Nazis y como el forzó a su esposa
a irse, para la seguridad de ella, y como el estaba dispuesto a seguirla, pero había sido arrestado y enviado a prisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni su hogar en todos aquellos 35 años.
El pastor le preguntó si le permitiría llevarlo con el a dar una vuelta.


Se dirigieron en el carro hacia Staten Island, hasta la misma casa donde el padre había llevado la mujer tres días atrás.

jueves, 14 de mayo de 2015

El Pan Quemado


Cuando era niño, ocasionalmente mi madre como cena nos daba café con leche y algo mas. Recuerdo especialmente una noche después de un día de trabajo muy duro, cuando ella nos sirvió café con leche. Esa noche, mi madre le puso un plato con huevos revueltos, tocino y una rebanada de pan bastante quemado frente a mi padre. Recuerdo haber esperado un poco, para ver si papá notaba ese hecho. Todo lo que mi padre hizo, fue tomar su pan quemado, sonreír a mi madre y preguntarme como había sido mi día en la escuela. No recuerdo lo que le respondí, pero sí recuerdo haberlo mirando, untando al pan un poco de mantequilla y comer como si nada cada bocado. Cuando me levanté de la mesa, aquella noche, escuché a mamá disculpándose por haber quemado las rebanadas de pan. Nunca me olvidé de la respuesta de papá "me encantó el pan quemado”. Más tarde, aquella noche, cuando le fui a dar un beso de buenas noches a papá, le pregunté si realmente le había gustado aquel pan quemado. El me tomó en sus brazos y me dijo: Mi rey, tu madre tuvo un día de trabajo muy pesado y estaba realmente cansada... Además de eso, un pan quemado no le hace mal a nadie. La vida está llena de imperfección y las personas no somos perfectas. Tampoco soy el mejor marido, el mejor empleado o cocinero, tal vez ni siquiera el mejor padre, aunque intente serlo todos los días. He aprendido a través de los años, que saber aceptar las fallas ajenas, intentando minimizar las diferencias entre unos y otros, es una de las llaves más importantes para crear relaciones saludables y duraderas. Desde que tu madre y yo nos unimos, aprendimos los dos a suplir uno las fallas del otro. Yo sé cocinar muy poco, pero aprendí a dejar la olla de aluminio bien limpia después de comer. Ella no sabe usar el taladro o el martillo, pero después de mis arreglos en casa, ella hace que todo quede limpio y perfumado. Yo no sé hacer una lasaña como ella lo hace, pero ella no sabe asar una carne como yo lo hago. Yo nunca supe hacerte dormir, pero conmigo tu tomas un baño rápido y sin reclamar. La suma de nosotros crea el mundo donde vivimos y nos apoyamos, ella y yo nos complementamos. Entonces hijo, esfuérzate para ser siempre tolerante, principalmente con quien dedica su precioso tiempo de vida a ti. Las personas se olvidarán de lo que le hagas, o de lo que le digas. Pero nunca se olvidarán el modo en el cual las hiciste sentir.

miércoles, 13 de mayo de 2015

El Asno y El Camello


Un asno y un camello caminaban juntos. El camello se movía con pasos largos y pausados. El asno se movía impacientemente tropezándose de vez en cuando. Al fin el asno dijo a su compañero:
-¿Cómo es que me encuentro siempre con problemas, cayéndome y haciéndome rasguños en las patas, a pesar de que miro cuidadosamente al suelo mientras camino, mientras que tú que nunca pareces ser consciente de lo que te rodea, con tus ojos fijos en el horizonte, mantienes un paso tan rápido y fácil en apariencia?
Respondió el camello:

-Tu problema es que tus pasos son demasiados cortos y cuando has visto algo es demasiado tarde para corregir tus movimientos. Miras a tu alrededor y no evalúas lo que ves. Piensas que la prisa es velocidad, imaginas que mirando puedes ver, piensas que ver cerca es lo mismo que ver lejos. Supones que yo miro el horizonte, aunque en realidad sólo contemplo hacia el frente como modo de decidir qué hacer cuando lo lejano se convierta en cercano. También recuerdo lo que ha sucedido antes y así no necesito mirar hacia atrás y tropezar una vez más. De este modo lo que te parece confuso o difícil se vuelve claro y fácil.





El Zorro Invalido


Una vez un hombre vio a un zorro inválido y se preguntó cómo haría para estar tan bien alimentado. Decidió pues, seguirlo y descubrió que se había instalado en un lugar donde solía ir un gran león a devorar a sus presas. Cuando el león terminaba de comer, se alejaba y entonces el zorro iba y se alimentaba a placer.
El hombre se dijo:
-Yo también quiero que el destino me ofrezca de igual manera.
Y se marchó a un pueblo y se sentó en una calle cualquiera a esperar. Pasó el tiempo y no sucedió nada, excepto que cada vez estaba más hambriento y débil. Entonces, en su debido momento, escuchó una voz interior que le dijo:

-¿Porqué quieres ser como un zorro que busca la manera de beneficiarse de otros?, ¿por qué no ser como un león para que otros se beneficien de ti?

martes, 12 de mayo de 2015

NASRUDIN SIEMPRE ESCOGE MAL


Todos los días Nasrudin iba a pedir limosna a la feria, y a la gente le encantaba hacerlo tonto con el siguiente truco: le mostraban dos monedas,una valiendo diez veces más que la otra. Nasrudin siempre escogía la de menor valor.
La historia se hizo conocida por todo el condado. Día tras día grupos de hombres y mujeres le mostraban las dos monedas, y Nasrudin siempre se quedaba con la de menor valor. Hasta que apareció un señor generoso, cansado de ver a Nasrudin siendo ridiculizado de aquella manera. Lo llamó a un rincón de la plaza y le dijo:
—Siempre que te ofrezcan dos monedas, escoge la de mayor valor. Así tendrás más dinero y no serás considerado un idiota por los demás. —Usted parece tener razón —respondió Nasrudin—. Pero si yo elijo la moneda mayor, la gente va a dejar de ofrecerme dinero para probar que soy más idiota que ellos. Usted no se imagina la cantidad de dinero que ya gané usando este truco. No hay nada malo en hacerse pasar por tonto si en realidad se está siendo inteligente.

Buena Suerte o Mala Suerte?


Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.
Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tu eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe

lunes, 11 de mayo de 2015

La Joya


Un monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su talega. Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más. El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días. Sin embargo, pocos días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó: "Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya, dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí".