Había un
viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes. Las niñas siempre
hacían muchas preguntas. Algunas
de ellas, él sabía responder, a otras no…
Como
pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó las niñas de vacaciones con un
sabio que vivía en lo alto de una colina.
El sabio
siempre respondía a todas las preguntas sin ni siquiera dudar.
Impacientes
con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no sabría
responder.
Entonces,
una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al
sabio.
-¿Qué
vas a hacer?-preguntó la hermana.
-Voy a
esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta-
-Si él
dijese que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está
viva, la apretaré y la aplastaré.
Y así,
cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!-
Las dos
niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando.
– Tengo
aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?-
Muy
calmadamente el sabio sonrió y respondió:
-Depende de ti… Ella está en tus manos.
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