Jaime
tenía un campo en Entre Ríos. Cada dos meses, allí se reunía toda la familia.Siempre
dedicaba la tarde del sábado a cabalgar con sus nietos, que tenían diez y doce
años. Pero ya no podía, por lo que se sentó con ellos y les explicó:
-Chicos,
lamentablemente, debido a mi edad, tengo problemas de columna, por lo que no
podré cabalgar más. No obstante, pueden ir con su padre o, incluso, si él se
los permite y van con cuidado, pueden hacerlo solos.-Si no es con vos, no
cabalgaremos más -dijeron los dos.-Pero, si les gusta tanto.
-En
realidad no nos gusta -le dijo uno de ellos.-Lo que pasa es que por el trabajo,
compromisos y problemas, no tenés mucho tiempo para dedicarnos, sin embargo,
cuando cabalgamos, pasamos toda la tarde juntos y ni siquiera el teléfono nos
interrumpe -le aclaró el mayor.Su abuelo los abrazó y les dijo:-Caminando no
llegaremos tan lejos, pero compartiremos toda la tarde solos y juntos.
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