Unos
obreros estaban picando piedras frente a un enorme edificio en construcción.
Se
acercó un visitante a uno de los obreros y le preguntó:
-¿Qué
están haciendo ustedes aquí?
El
obrero lo miró con dureza y le respondió:
-¿Acaso
usted está ciego para no ver lo que hacemos? Aquí, picando piedras como
esclavos por un sueldo miserable y sin el menor reconocimiento. Vea usted ese
mismo cartel. Allá ponen los nombres de Ingenieros, Arquitectos, pero no ponen
los nuestros que somos los que trabajamos duro y dejamos en la obra el pellejo.
El
visitante se acercó entonces a otro obrero y le preguntó lo mismo.
-Aquí,
como usted bien puede ver, picando piedras para levantar este enorme edificio.
El trabajo es duro y está mal pagado, pero los tiempos son difíciles, no hay
mucho trabajo y algo hay que hacer para llevar la comida a los hijos.
Se
acercó el visitante a un tercer obrero y una vez más le preguntó lo que estaba
haciendo. El hombre le contestó con gran entusiasmo:
-Estamos
levantando un Hospital, el más hermoso del mundo. Las generaciones futuras lo
admirarán impresionados y escucharán el entrar y salir constante de las
ambulancias, anunciando el auxilio de Dios para los hombres. Yo no lo veré
terminado, pero quiero ser parte de esta extraordinaria aventura.
El mismo
trabajo, el mismo sueldo, la misma falta de reconocimiento; una misma realidad.
Tres maneras distintas de vivirla: como esclavitud; como resignación; como
pasión, aventura y desafío.
Piensa
que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del
Paraíso y lo será.
Vivir
con ilusión, convertir el trabajo en una fiesta, sentirnos parte de las buenas
obras…
¡De ti
depende!
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