jueves, 30 de abril de 2015

Romancillo del Niño que todo lo quería ser


El niño quiso ser pez,
metió los pies en el río;
...estaba tan frío el río
que ya no quiso ser pez.
 
El niño quiso ser pájaro,
se asomó al balcón del aire;
...estaba tan alto el aire.
que ya no quiso ser pájaro.
 
El niño quiso ser perro,
se puso a ladrarle a un gato;
...lo trató tan mal el gato
que ya no quiso ser perro.
 
El niño quiso ser hombre,
empezó a ponerse años;
...le estaban tan mal los años
que ya no quiso ser hombre.
 
Y ya no quiso crecer,
no quería crecer el niño;
se estaba tan bien de niño...
pero tuvo que crecer.
 
Y en una tarde, al volver
a su placeta de niño
el hombre quiso ser niño,

pero ya no pudo ser.

miércoles, 29 de abril de 2015

No se Equivoca


Hace mucho tiempo, en un reino distante, un monarca no creía en la bondad de Dios. Tenía, sin embargo, un súbdito que siempre le recordaba acerca de esa verdad. En todas las situaciones decía:

¡Rey mío, no se desanime, porque todo lo que Dios hace es perfecto. El nunca se equivoca!

Un día el rey salió a cazar junto con su súbdito, y una fiera de la jungla le atacó. El súbdito consiguió matar al animal, pero no evitó que Su Majestad perdiese el dedo meñique de la mano derecha. El rey, furioso por lo que había ocurrido, y sin mostrar agradecimiento por los esfuerzos de su siervo para salvarle la vida, le preguntó a este:

Y ahora, ¿qué me dices? ¿Dios es bueno? Si Dios fuese bueno yo no hubiera sido atacado, y no hubiera perdido mi dedo.

El siervo respondió:

Rey mío, a pesar de todas esas cosas, solamente puedo decirle que Dios es bueno, y que quizás eso, perder un dedo, sea para su bien. Todo lo que Dios hace es perfecto. ¡Él nunca se equivoca!

El rey, indignado con la respuesta del súbdito, mandó que fuese preso a la celda más oscura y más fétida del calabozo.

Después de algún tiempo, el rey salió nuevamente para cazar, y fue atacado, esta vez, por una tribu de indios que vivían en la selva. Estos indios eran temidos por todos, pues se sabía que hacían sacrificios humanos para sus dioses.

Inmediatamente después que capturaron al rey, comenzaron a preparar, llenos de júbilo, el ritual del sacrificio. Cuando ya tenían todo listo, y el rey estaba delante del altar, el sacerdote indígena, al examinar a la víctima, observó furioso:

¡Este hombre no puede ser sacrificado, pues es defectuoso! ¡Le falta un dedo!

Luego, el rey fue liberado. Al volver al palacio, muy alegre y aliviado, liberó a su súbdito y pidió que fuera a su presencia. Al ver a su siervo, le abrazó afectuosamente diciendo:

¡Querido siervo, Dios fue realmente bueno conmigo! Tú debes haberte enterado que escapé justamente porque no tenía uno de mis dedos.

Pero ahora tengo una gran duda en mi corazón: si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que estuvieses preso, que tanto lo defendiste? El siervo sonrió, y dijo:

Rey mío, si yo hubiera estado junto con usted en esa caza, seguramente habría sido sacrificado en su lugar, ¡ya que no me falta ningún dedo! Por lo tanto, acuérdese siempre: ¡todo lo que Dios hace es perfecto, él nunca se equivoca!

martes, 28 de abril de 2015

Las Cinco Heridas que Impiden Ser Uno Mismo

Nuestra alma elige los padres y las circunstancias de nacimiento por razones muy precisas. Venimos a experimentar una serie de vivencias para sanar una serie de heridas, y así integrar la personalidad con el alma. Venimos a aprender a aceptar y amar incondicionalmente partes de nosotros que hasta ahora han vivido ignoradas y con miedo. Somos atraídos hacia padres con heridas como las nuestras para recordarnos qué hemos venido a amar.
Aprender a aceptar nuestras heridas es aprender a ser responsables y a amarnos incondicionalmente, y esa es la llave para la transformación y la sanación del alma.
¿Te has dado cuenta que cuando acusas a alguien de algo, esa persona te acusa a ti de lo mismo?. Verifícalo con la otra persona, y aparte de sorprenderte, verás cómo te liberas de juicios.
No aceptar nuestra herida, sentirnos culpables, con vergüenza o juzgarnos, es atraer circunstancias y personas que nos harán sentir esa herida no aceptada. Aceptar la herida no significa que sea nuestra preferencia tenerla; significa que, como seres espirituales que elegimos vivir la experiencia humana para espiritualizar la materia, nos permitimos experimentar esa herida sin juzgarnos y aprender de la experiencia. Mientras haya miedo, hay herida y hay un juicio o creencia que bloquea su sanación. Cuando aprendemos a aceptar nuestras heridas estamos desarrollando el amor y estamos espiritualizando la materia.
La sanación se produce totalmente cuando nos aceptamos a nosotros. El perdón hacia uno mismo es lo que finalmente nos sana, y para eso hay que aceptar que uno mismo es responsable de todo lo que le ocurre, y aceptar que ha acusado a otros de hacer lo que uno mismo hace a los demás. En el fondo, todos somos humanos, y aceptar nuestras limitaciones es lo que nos hace humildes y nos permite descubrir nuestra herencia divina.
Las cinco heridas del alma más comunes son:
– El rechazo
– El abandono
– La humillación
– La traición
– La injusticia
No necesariamente tenemos las cinco heridas. Con humildad y sinceridad cada cual puede reconocer sus heridas. Reconocer nuestra limitación humana es el primer paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta identificar nuestras heridas es porque nos ocultamos tras una máscara, que se construyó para no ver ni sentir esa herida.
LISE BURBEAU

lunes, 27 de abril de 2015

En Manos del Destino


Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamente inferiores en número. Él estaba seguro que vencerían, pero sus hombres no lo creían mucho. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró a sus guerreros:

- "Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis. Después lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en las manos del destino."

Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga salió del templo y arrojó una moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Los guerreros, firmemente convencidos de salir victoriosos combatieron con una intrepidez tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente.

Después de la victoria, el ayuda de campo del general le dijo:

- "Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una nueva prueba."

- "¿Quién sabe?", respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una moneda... trucada, que tenía cara en ambos lados.

sábado, 25 de abril de 2015

El Bote


Un hombre estaba remando en su bote, corriente arriba, durante una mañana muy brumosa. De repente vio que otro bote venía corriente abajo, sin intentar evitarle. Avanzaba de forma tan directa hacia él que comenzó a gritar:

- “¡Cuidado!¡Cuidado!”, pero aún así, el bote le dio de lleno, y casi lo hizo naufragar.

El hombre estaba muy enfadado y empezó a gritar a la otra persona, para que se enterara de lo que pensaba de ella. En ese momento pudo observar el bote más de cerca. Fue precisamente allí donde se dio cuenta que estaba vacío

Thich Nhat Hanh

viernes, 24 de abril de 2015

Amaneceres y Ocasos

El sol se despedía del Imperio Tré. El vasallo caminaba junto a la anciana del molino amarillo. Iban conversando sobre la vida.

- “¿Qué es lo que más te gusta de la vida, anciana?”

La viejecilla del molino amarillo se entretenía en lanzar los ojos hacia el ocaso.

- “Los atardeceres”

El vasallo preguntó, confundido:

- “¿No te gustan más los amaneceres? Mira que no he visto cosa más hermosa que el nacimiento del sol allá, detrás de las verdes colinas de Tré”

Y, reafirmándose en lo dicho, agregó:

- “¿Sabes?... Yo prefiero los amaneceres.”

La anciana dejó sobre el piso la canastilla de espigas que sus arrugadas manos llevaban. Dirigiéndose hacia el vasallo, con tono de voz dulce y conciliador, dijo:

- “Los amaneceres son bellos, sí. Pero las puestas de sol me dicen más. Son momentos en los que me gusta reflexionar y pensar mucho. Son momentos que me dicen cosas de mí misma.”

- “¿Cosas? ¿De ti misma...?”, inquirió el vasallo. No sabía a qué se refería la viejecilla con aquella frase.

Antes de cerrar la puerta del molino amarillo, la anciana añadió:

- “Claro. La vida es como un amanecer para los jóvenes como tú. Para los ancianos, como yo, es un bello atardecer. Lo que al inicio es precioso, al final llega a ser plenamente hermoso. Por eso prefiero los atardeceres... ¡mira!”

La anciana apuntó con su mano hacia el horizonte. El sol se ocultó y un cálido color rosado se extendió por todo el cielo del Imperio Tré. El vasallo guardó silencio. Quedó absorto ante tanta belleza.

jueves, 23 de abril de 2015

Cargar Las Piedras


Hu-Ssong propuso a sus discípulos el siguiente relato:

- "Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?"

- "Que es un necio", respondió uno de los discípulos. "¿Para qué cargaba las piedras con que tropezaba?"

Dijo Hu-Ssong:

- "Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos. Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro."

miércoles, 22 de abril de 2015

Amigos Hasta la Muerte

El batallón se había replegado del campo de batalla a un refugio. La contienda era cruelmente combativa. El soldado, muy triste, pidió permiso a su oficial para rescatar al amigo del alma que no había regresado:

- "Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo".

- “Permiso denegado, soldado. No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto”

El muchacho no encontraba consuelo y sentía una necesidad poderosa de buscar a su compañero.

Siguiendo un impulso superior se escapó sin autorización. Al poco tiempo regresó mortalmente herido, arrastrando con gran esfuerzo el cuerpo de su querido amigo. El oficial lo recibió furioso:

- “¡Ya le dije yo que había muerto!¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?”

- "¡Claro que merecía la pena, señor!. Cuando llegué, él todavía estaba con vida, maltrecho. Cuando me vio, su rostro se iluminó, y alcanzó a decirme en voz baja:


- "¡Mario... estaba seguro que me vendrías a buscar!"... y murió.

lunes, 20 de abril de 2015

Con Todas Tus Fuerzas

Un padre estaba observando a su hijo pequeño que trataba de mover una maceta con flores muy pesada. El pequeño se esforzaba, sudaba, pero no conseguía desplazar la maceta ni un milímetro.

- “¿Has empleado todas tus fuerzas”, le preguntó el padre.

- “Sí”, respondió el niño.

- “No”, replicó el padre. “Aún no me has pedido que te ayude”.

Bruno Ferrero

viernes, 17 de abril de 2015

Arboles Seres Extraordinarios


Siento debilidad por los árboles viejos, sean grandes o no. Si lo son obviamente su presencia impone, pero no sé decir por qué extraña razón ya de niño me quedaba absorto contemplando la belleza de los robles, encinas, alcornoques, pinos, tilos, castaños, hayas y otras especies que encontraba en los bosques que acostumbrábamos a visitar con mi familia durante los meses de verano.
Vivo como propio este sentimiento expresado por Hermann Hesse:
“En las copas de los árboles susurra el mundo, sus raíces descansan en el infinito, pero no se pierden, sino que con toda la fuerza de su existencia pretenden solo una cosa: cumplir la propia ley, la ley que reside escondida en su interior, desarrollar la forma propia, representarse a sí mismos. No hay nada que sea más sagrado, nada que sea más ejemplar, que un árbol hermoso y fuerte”.
Así lo siento. En su presencia, bajo su cobijo, me gusta recogerme, leer, contemplar. Cuando tengo la oportunidad de viajar con tiempo disponible, tengo la costumbre de preguntar si hay algún viejo árbol por la zona al que pueda visitar. La vida que albergan sus troncos y ramas, su belleza, potencia, presencia, el recogimiento que siento cuando los puedo observar y eventualmente palpar de cerca, me hace sentir una gran alegría y serenidad. Un profundo sentimiento de gratitud.
Benditos árboles: nos dan la vida, el aire limpio, la sombra, el fruto. Cuidemos este tesoro que nos rodea y la tierra que nos acoge, a ellos, y a nosotros.
-Alex Rovira

jueves, 16 de abril de 2015

Arreglando el mundo


Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.
Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.
El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie.
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente: -Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo.
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.
Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? De esta manera, el padre preguntó con asombro a su hijo:
- Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lo lograste?

- Papá, respondió el niño; yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. "Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo".

miércoles, 15 de abril de 2015

Epoca de Caza

Hace mucho tiempo me contaron esta historia...
La de tres amigos que tenían el hobbie de la caza mayor, en especial la del ciervo...
Esperaron la época de caza, se dirigieron a la zona respectiva y contrataron una avioneta para ir al paraje, en donde habitualmente se hallan los ciervos...
El aviador les hizo la advertencia, que por el tamaño de los ciervos la nave solo podría soportar una sola pieza...
Ya en el lugar, y al cabo de un tiempo lograron cazar dos piezas de grandes dimensiones...
Nuevamente el aviador les recordó la advertencia...
Luego de una larga conversación lograron persuadir al aviador que la aeronave podía aguantar el peso de las dos piezas obtenidas...
A poco de comenzar el viaje de retorno... la estabilidad de la aeronave se hizo insostenible y sucumbió;
Se produjo el accidente... falleciendo el conductor y uno de los cazadores, los otros dos salieron despedidos...
Al cabo de un tiempo, uno se encontraba sentado en una piedra, jugando a hacer garabatos en la tierra...
Y el otro comenzaba a despertarse de los golpes recibidos...
--Le preguntó a su amigo... ¿Dónde estamos?
__Su amigo le respondió...

EN EL MISMO LUGAR DEL AÑO PASADO...

martes, 14 de abril de 2015

Los Pavos No Vuelan

Un campesino encontró en el campo un huevo de un tamaño tan grande, que nunca había visto antes algo parecido, así que decidió llevárselo a su casa.
-¿Será de avestruz? Preguntó a su familia.
-No, no es demasiado grande, Dijo el abuelo.
-¿Y si lo rompemos?, Propuso el hijo.
-Romperlo sería una lástima, porque entonces nunca sabremos a que ave pertenece, dijo el padre.
-Así que finalmente decidieron colocarlo debajo de una pava que en ese momento estaba empollando.
Cuenta la historia que a los quince días nació entre los pavitos, el enigmático pichón, al principio nadie pudo reconocer a que variedad de ave pertenecía, lo único que era evidente es que era el más grande entre todos sus compañeros, su plumaje era mucho más oscuro y devoraba la comida que le ponían con mucha avidez. 
Una vez crecido, cuando llegó el tiempo de levantar el vuelo, miro a su madre y le dijo entusiasmado:
-Bueno, ha llegado la hora de volar, ¿me acompañas?
La pava sorprendida por la proposición, le explicó: -Mira, los pavos no vuelan. Tienes que tener cuidado y no comer tan apresurado, porque te sienta mal y después dices tonterías.
El misterioso pichón, se quedó en silencio un poco confundido.
Pero el pichón cada vez que terminaba de comer, les decía a sus hermanos:
-¡Vamos, vamos a volar! Hasta que uno de los pavitos le explico:
-Los pavos no volamos, solo podemos caminar, ese es nuestro destino, así lo decidió Dios cuando nos creo.
Haciendo caso a sus hermanos, nuestro misterioso amigo se dedicó todo el tiempo hacer todo lo que los demás hacían, caminar por un corral cercado, comer y dormir.
Pero un día el veterinario del pueblo pasó por la granja y el granjero, aprovechó la situación para pedirle que identificara a la misteriosa ave. En cuanto la vio pudo reconocer de inmediato que se trataba de un cóndor.
 Este ave había nacido para volar hasta los 7000 metros, pero, como nadie volaba... él nunca voló porque escucho más la opinión de su entorno, que lo que él mismo sentía en su interior

viernes, 10 de abril de 2015

La Memoria

Un hombre de cierta edad fue a una clínica para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba el médico le preguntó qué era eso tan urgente que tenía que hacer.
El anciano le dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer, que vivía allí. Llevaba algún tiempo en ese lugar y tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras le acababa de vendar la herida, el doctor le preguntó si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
—No —respondió—. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.
—Entonces —preguntó el médico—, si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?
El anciano sonrió y dijo:

—Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella.

miércoles, 8 de abril de 2015

El Sentido Del Trabajo

Un día quise ver a mis tres amigos, que trabajaban en una obra de construcción, cerca de mi casa. Hacía mucho tiempo que no los veía, así que no sabía qué era de sus vidas. Casi a la entrada, en una postura de comodidad, me encuentro al primero.

«¡Hombre, qué alegría verte!», le dije, mientras le daba un fuerte abrazo. «¿Cómo te van las cosas?»

«Aquí ando, trabajando y sudando como un negro, ya me ves. Como un idiota, esperando largarme cuanto antes».

Doy tan sólo unos pasos y allí, en un andamio, a escasos metros del suelo, encuentro al otro viejo amigo.

«¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Cómo te va?»

«Pues hombre, ya ves. Las vueltas que da la vida. Hay que hacer algo, ¿no? Hay que ganarse el pan y mirar por los hijos. Es ley de vida», me dijo.

Levanto la vista y allá arriba, en una postura de difícil equilibrio, veo a mi otro amigo. Sintió una enorme alegría al verme y, con una gran sonrisa y una voz potente, me preguntó cómo me iba, cuándo nos veríamos más detenidamente. Y para terminar, me dijo:«Aquí estoy haciendo un escuela bonita, bonita, bonita... ya verás qué escuela».

martes, 7 de abril de 2015

Las Ranas Pidiendo Rey

En una laguna, vivían tranquilamente unas ranas que se pasaban todo el día chapoteando. Un día, una de las ranas dijo:

– Necesitamos un rey que nos cuide

Entonces todas las ranas fueron a pedirle a su Dios Zeus que les enviase un rey.
Zeus, al oír esto, lanzó un rayo a un tronco viejo que estaba cerca al estanque. Las ranas al oír tremendo ruido se zambullían en el agua asustadas, solo una se acercó para conocer al rey que les habían concebido.

Pero al darse cuenta de que solo era un tronco flotando en el agua, llamó a sus compañeras e indignadas subían de una en una al tronco para ensuciarlo. Las ranas muy molestas le reprocharon a Zeus por no haberles enviado un verdadero rey.

Zeus al oír a las atrevidas ranas, mandó a una cigüeña, quién empezó a deborarlas una tras otra.

Las ranas otra vez muy molestas le rogaron a Zeus que las librara de tal peligro.

– Sufran las consecuencias de sus ruegos, ya tenían paz y armonía y quisieron un rey que los gobernase, ahora la cigüeña gobernará sobre ustedes.

Y  por eso las ranas se esconden cada vez que ven a una cigüeña arrepintiéndose de haber pedido un rey.


Moraleja del cuento: Si ya tienes paz y armonía no necesitaras más.

lunes, 6 de abril de 2015

Que Alguien Mueva esa Sandia

En la Gran Bañera del Bosque vivían cientos de pequeños insectos y bichitos. Era una simple bañera abandonada, pero resultaba un lugar perfecto para vivir, donde solo había que tener cuidado con el desagüe de la bañera para que no quedara obstruido y una lluvia inoportuna los hiciera morir ahogados. Por eso los forzudos escarabajos eran los encargados de vigilar el desagüe.

Pero una mañana, el desagüe amaneció taponado por una enorme sandía ¡Qué tragedia! Era una fruta tan grande que ni el escarabajo más grande, ni los cinco escarabajos más grandes, ni siquiera todos los escarabajos juntos, pudieron apartarla de allí.

Los insectos más fuertes pusieron toda su energía en la tarea, pero no consiguieron nada. Los más listos aplicaron su inteligencia a encontrar soluciones, y tampoco tuvieron éxito. Finalmente, los más sabios comenzaron a organizar la huida.

Y en medio de tantas penas, una ridícula hormiga extranjera se atrevió a decir que si le dejaban llevarse la sandía ¡Qué graciosilla!

Hicieron falta muchos insectos para calmar a los escarabajos e impedir que aplastaran a la chistosa hormiguita. Pero resultó que la hormiga no estaba bromeando, porque al final del día apareció acompañada por miles y miles de compañeras. Y en perfecto orden, cada una se acercó a la sandía, mordió su trocito, y se lo llevó por donde había venido.

- ¡Pero si así no avanzáis nada! - le dijo un saltamontes a una hormiga que paró un segundo a descansar -. La sandía está igual ahora que antes de tomaras tu trocito.

- ¿Segurrrro? Humm...- respondió con un extraño acento, como si nunca lo hubiera pensado. Y, sin darle más importancia, retomó su marcha.


Pero algo debió hacer aquel trocito, porque solo unos días después no quedaba ni rastro de la gran sandía. Y desde entonces, muchas de las tareas más pesadas en la Gran Bañera se convirtieron en pequeñas, diminutas tareas, que se hacían mejor poquito a poco.

Pedro Pablo Sacristan

domingo, 5 de abril de 2015

La Confianza

Un día de verano, estaban tres amigos caminando por una calle de Madrid, cuando uno de los tres dijo: "¿Qué haremos cuando nos separemos?". El otro le dijo que ellos tres serían el agua, el fuego y la confianza.
El agua dijo:
"Si me perdéis y queréis encontrarme, buscadme en lugares donde el agua sea abundante. En los prados o ríos, por ejemplo." Los amigos asintieron.
El fuego dijo:
"Si me perdéis y queréis encontrarme, buscadme en lugares calurosos y secos." Los amigos se sonrieron.
Por último, la confianza dijo:
"Si me perdéis, jamás volveré a aparecer."
Moraleja: La confianza, si se pierde una vez, ya es muy difícil volver a conseguirla, porque por una vez que te fallen, ya no vas a volver a confiar en la otra persona como antes.

viernes, 3 de abril de 2015

Ladron de Dicha

Cuenta una antigua leyenda que un anciano sabio vivía en las afueras de una pequeña ciudad de provincia. El hombre era muy conocido no sólo por su sabiduría, sino también por su buena suerte.

En la misma ciudad vivía también un joven que, aunque fundamentalmente honesto, estaba constantemente en pos de la suerte, la fama y la riqueza. Sin embargo, pese a todos sus esfuerzos, la "diosa vendada" no quería sonreírle. El joven ya no sabía qué más hacer y estaba al borde de la depresión, cuando se le ocurrió ir a ver al sabio para pedirle cuál fuera el secreto de su éxito. En efecto, todo lo que precisaba, el sabio lo tenía. Y todo lo que emprendía le salía redondo. No le faltaba ni hogar ni comida ni ropa. La gente le amaba, respetaba y veneraba. No carecía de riqueza espiritual, pero tampoco de medios materiales.

Aquel día el joven se levantó muy pronto para evitar las colas interminables de personas que iban a pedirle consejo al anciano. Se vistió con sus mejores vestidos, se arregló y llegó a la morada del sabio de buen hora. Llamó al portal. El sabio le abrió y, amablemente, le recibió en su casa. Una vez terminadas las presentaciones formales, el joven fue directamente al grano y dijo:

- La razón de mi visita es sencilla: querría saber tu secreto para vivir tan holgadamente. Verás, he notado que no te falta nada, mientras a mi me falta todo, y esto es a pesar de mis esfuerzos y buena voluntad. También he notado que mucha gente posee bienes materiales, pero son infelices. En cambio a ti no te falta tampoco la felicidad. Dime, ¿cuál es tu secreto?

El sabio le miró interesado y sonrió diciéndole:

- Mi respuesta también es sencilla: el secreto de mi buena suerte es que yo robo...

- ¡ Lo sabía ! -exclamó el joven- habría tenido que deducirlo yo mismo. ¡ Eso era el secreto !.

- ¡ Espera ! Todavía no he acabado -dijo el anciano-, pero el joven ya había salido corriendo y exultando. El santo intentó darle alcance pero no pudo, por lo que regresó imperturbable y calmadamente a su casa.

Tras la visita al sabio, la vida del joven cambió radicalmente: empezó a robar aquí y allá, a revender las cosas sustraídas a los demás y a enriquecerse. Cometía toda clase de hurtos: robaba animales, cosas, dinero e incluso entraba a robar a casas. La fortuna parecía haber empezado a sonreírle, cuando fue capturado por las autoridades. Fue procesado por numerosos delitos y condenado a cinco años de dura cárcel. Durante su estancia en la prisión tuvo tiempo de meditar y llegar a una conclusión. Según sus deducciones, el anciano se había befado de él, y más idiota había sido él mismo por seguir tan necio consejo. Se prometió que una vez salido de ahí, volvería a ver al anciano para darle su merecido.

Los años pasaron y el joven fue puesto en libertad tras pagar su deuda con la sociedad. Nada más estar libre otra vez, ni siquiera pasó por su casa, sino que se fue directamente a la residencia del sabio. Tras llamar impacientemente a la puerta, el sabio abrió.

- Ah, eres tú -le dijo-.

- Sí, soy yo y he venido para decirte lo inútil que res, viejo tonto. ¿Sabías que gracias a tu consejo me he pasado los últimos cinco años de mi vida en la cárcel? Si todos los consejos que das son así, menudos imbéciles que tenemos que ser los que te escuchamos.

El anciano le escuchaba con paciencia, y cuando la rabia del joven remetió, así le contestó:


- Comprendo tu rabia. Pero el artífice de tu desdicha eres tú y solamente tú, sobre todo por tu incapacidad de escuchar. Cuando viniste aquí hace cinco años, te dije la verdad, te dije mi método para asegurarme la dicha, solo que tú no quisiste oír más y entendiste lo que quisiste. Cuando te dije que yo robo, era verdad, solo que no robo a los humanos. Robo aire, luz, agua y energía. Robo "chi". Verás, robo al Tao porque el Tao es vacío y utilizándolo nunca rebosa1, se vacía sin agotarse2, y su función no se agota nunca

miércoles, 1 de abril de 2015

ACUERDATE DE SOLTAR EL VASO

Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo, preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se vuelve.”
Y continuó: “Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.” ¡Acuérdate de soltar el vaso!