lunes, 31 de diciembre de 2018

El Hada de Año Nuevo

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Juan y Matías eran dos hermanos de 7 y 8 años. Pero eran muy diferente. Juan era amable y muy estudioso. Matías tenía un carácter más rebelde. Un día de diciembre, mientras jugaban, se les apareció un hada. El hada les dijo:

- ¡He venido a traeros un regalo de Año nuevo! Aquí tenéis unos libros.

Cada hermano cogió uno de los libritos, pero resulta que estaban en blanco. ¡No había nada escrito! Juan, que era muy agradecido, se puso muy contesto y le dio las gracias al hada. Pero Matías refunfuñó. Se enfadó tanto, que tiró el librito contra un charco de barro. Y al llegar a casa, lo usó para equilibrar la pata de una mesa que estaba un poco coja. de bienes, servicios y factores de producción a través de las fronteras.

Pasó un año entero, y de nuevo apareció el hada. Esta vez, les pidió que le enseñaran los libritos que les había entregado el año anterior. El libro de Juan estaba como nuevo. El de Matías, todo sucio. Entonces les dijo que echaran un vistazo a las hojas de los libros. El cuadernillo de Matías estaba lleno de borrones. No se entendía nada. Sin embargo, las de su hermano estaban llenas de hermosas letras de oro.

- Matías- le dijo el hada- Todos esos borrones son de los momentos en los que no te portaste bien con los demás. Cuando discutiste con tu hermano, cuando pegaste a tu amigo, cuando desobedeciste a tu madre... Tu hermano, sin embargo, ha sido bondadoso, y por eso su libro está escrito con letras de oro. Juan, las letras de oro son por cada vez que diste un beso a vuestra madre, o cuando le dejaste tus juguetes a tu hermana. Aquel día que ayudaste en clase a tu compañero o ese otro en el que ayudaste a cruzar a un anciano.

Juan quería quedarse con su libro. ¡Era tan bonito! Pero el hada dijo que no podía ser, porque aquellos libros tenían que ir a la biblioteca del Padre Tiempo, quien anotaba cada año qué niños habían sido buenos y cuáles se habían portado mal. A cambio, el hada les ofreció dos libros nuevos, ambos con las páginas en blanco. Matías había aprendido la lección, y prometió al hada que su libro estaría lleno de letras doradas al año siguiente. Juan aseguró que intentaría mejorar más. El hada se despidió muy contenta de ellos con un ¡Feliz año nuevo!

viernes, 21 de diciembre de 2018

Los Calcetines de Santa Claus


Cuenta una preciosa leyenda turca que hace mucho, pero que mucho tiempo, una familia formada por un padre y sus tres hijas vivían en una humilde casa en los valles de Licia.

Resultado de imagen para calcetin navidadEl hombre se había quedado viudo y trabajaba todo el día, pero no tenía dinero para regalar a sus hijas como dote para cuando alguna de ellas quisiera casarse.
La familia era tan pobre, que las chicas solo tenían unas botas de invierno cada una, y estaban tan gastadas, que cada vez que salían de la casa, regresaban con los calcetines empapados por culpa de la nieve.
Un día de Nochebuena,  las chicas llegaron a mediodía llorando. Se quitaron las botas y colgaron sus calcetines junto a la chimenea, para que se secaran. Su padre, entristecido, les preguntó qué sucedía…
– Padre- dijo la mayor de las hermanas- Estoy muy enamorada de un joven soldado, pero no podré casarme con élporque no tengo dote que entregarle.
– Y yo… -continuó la hermana mediana- yo estoy tremendamente enamorada del maestro de la escuela, pero me sucede lo mismo que a mi hermana.
– A mi me pasa lo mismo- añadió la hermana pequeña- Me encantaría casarme con mi novio, el músico, pero no podré casarme nunca con él…
Al padre de las chicas estaba tan triste que también comenzó a llorar con ellas:
– Perdonadme, hijas mías, porque no tengo dinero que entregaros. ¡Lo siento tantísimo!
Pero ese día, pasaba por allí el obispo de aquella región, el obispo Nicolás (al que después todos comenzarían a llamar Santa Claus).
El obispo lo escuchó todo, porque la familia había dejado la ventana abierta. Y como el hombre era muy bondadoso, decidió entrar en la casa esa misma noche para dejar a las chicas un regalo.
Santa Claus  no quería llamar la atención, así que aprovechó que la chimenea estaba apagada, para colarse por allí. Vio los calcetines de las muchachas y las llenó de monedas de oro.
Las muchachas, al despertarse, el día de Navidad, no podían creer lo que veían: ¡tenían dinero suficiente para casarse!
Santa Claus, al comprobar la felicidad que había originado en aquellas muchas, decidió que a partir de entonces, dejaría regalos en la noche de Navidad a las familias más necesitadas.
Y así fue cómo surgió la tradición de dejar unos calcetines para que Santa Claus dejara sus regalos de Navidad.

jueves, 20 de diciembre de 2018

El Arte de No Enfermar

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El Dr. Drauzio Varella (1943) es un reconocido médico oncólogo y escritor brasileño. 

Estudió su carrera en la Universidad de San Pablo comenzando en los años 70 su especialización en enfermedades infecciosas. Dirigió durante 2o años el servicio de inmunología en el área oncológica en los Hospitales de San Pablo e Ipiranga. Enseñó en varias Facultades de Brasil y dio conferencias en el extranjero sobre el tema de su especialidad (EEUU, Japón, Suecia etc.).

Las recomendaciones del reconocido oncólogo brasileño son más más difíciles de cumplir que cualquier tratamiento médico. Sin embargo, vale la pena convertir en hábitos estas acciones ya que es una cuestión de actitud y las malas actitudes enferman.

EL ARTE DE NO ENFERMAR


Hable de sus sentimientos.

Emociones y sentimientos que se esconden y se reprimen terminan en enfermedades como gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera hasta el cáncer. Entonces, vamos a sincerarnos, hacer confidencias, compartir nuestra intimidad, nuestros secretos, ¡nuestros errores!...

El diálogo, el hablar, la palabra, son poderosos remedios ¡y una excelente terapia!

Tome decisiones.

La persona indecisa permanece en la duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones. La historia humana está hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros. 

Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel.

Busque soluciones.

Las personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren lamentarse, murmurar, ser pesimistas. Es mejor encender un fósforo que lamentarse por la oscuridad. Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe. 

Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.

No viva de apariencias.

Quien esconde la realidad finge, está en pose, quiere dar siempre la impresión de estar bien, mostrarse perfecto, bonachón, etc., acumula toneladas de peso. Una estatua de bronce con pies de barro. 

Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas. Son personas con mucho barniz y poca raíz. Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor.

Acéptese.

El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos a nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. 

Aceptarse, aceptar ser aceptado y aceptar las críticas es sabiduría, buen sentido y terapia.

Confíe.

Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay relación. 

La desconfianza es falta de fe en sí mismo, en los otros y en Dios.

No viva siempre triste.

El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”. 

La alegría es salud y terapia. 

miércoles, 19 de diciembre de 2018

La humildad, elemento esencial para el cambio

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La humildad tiene un enorme poder de transformación de la existencia pues gracias a ella, podemos tomar conciencia de nuestras limitaciones y de lo que nos queda por hacer y por crecer.

La humildad no es signo de ingenuidad o debilidad sino de lucidez y fuerza interior pues nos muestra la grandeza de la persona que la manifiesta: siempre hay algo o alguien de quien aprender, siempre es posible hacer las cosas mejor, siempre puede cuestionarse el valor y el sentido de lo que se está haciendo en la vida personal y profesional y desde allí enfrentar nuevos retos, desarrollar nuevas habilidades o aprender nuevas lecciones.

La persona humilde no se vanagloria en sus logros sino que sigue trabajando y disfrutando con su tarea porque sabe que el éxito es como una droga que genera adicción, aturde y produce una severa idiotez como consecuencia de la adulación colectiva.

No conviene confundir la humildad con la falsa modestia que no deja de ser una vanidad sumamente hipócrita.

La humildad se manifiesta en pequeñas cosas, en gestos que enriquecen las relaciones humanas y son de gran valor tanto para quien los hace como para quien los recibe:

- Saber escuchar; brindar a alguien nuestra receptividad silenciosa acallando nuestra propia necesidad de hablar.

-Un gesto amable como, por ejemplo, una simple sonrisa sincera.

- Saber callar; no molestar; no estorbar; librar a la otra persona del consejo que no desea, de la ayuda que no ha solicitado o de la compañía que en ese momento le estorba.

- El valioso contacto con la naturaleza de la manera que nos apetezca y que esté a nuestro alcance: el paseo por la hierba, el olor de la tierra o el aire fresco, la presencia de los árboles, la contemplación de un paisaje...

-La gratitud que nace del reconocimiento de la otra persona.

- La ternura y las caricias pues con ellas expresamos lo que las palabras no alcanzan a nombrar.

La lista de "regalos" humildes sería interminable y merece la pena ponerlos en práctica porque son sumamente saludables: estimulan la imaginación, la confianza, el respeto, el compromiso y la alegría. 

Fuente: "La buena vida" de Alex Rovira

La Vida Sencilla

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Ella era... ella era tan linda, como yo feo.
Ella era tan rica, como yo pobre,
y como si eso fuese poco, tímido,
pero un día me animé,
y cuando ya había pasado, es decir,
casi cobardemente, le dije: te amo!
Ella se detuvo, se dió vuelta,
me miró y me dijo: yo también.
Entonces se me escaparon de la mano
los globos que vendía en la plaza,
y el cielo del sábado se llenó de colores.
Después conversando le dije:
Te daré una vida sencilla,
con las cosas que el hombre olvidó,
sin alfombras pero con sonrisas,
y los ojos abiertos al Sol.
Lo mejor de la vida es gratis,
no hay pobreza teniéndolo a Dios.
La esperanza será nuestro huésped,
teniendo confianza habrá comprensión.
Yo te ofrezco la brisa de mayo,
las flores de octubre,
y todo mi amor.
Le dije:
Volaremos igual que las aves,
En el cielo fronteras no hay.
A tu piel cubriré con la mía,
y el invierno, verano será.
Nuestros besos serán nuestra casa,
nuestros sueños serán nuestra ley.
Por la playa corriendo descalzos,
con la vida juntos vamos a jugar.
Dios ha puesto la dicha en lo simple,
y ese es el camino
a la felicidad.
Si Señor!

-Facundo Cabral

martes, 18 de diciembre de 2018

El gesto de la muerte


Resultado de imagen para muerteÉrase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto. 

Aterrado, el criado volvió a la casa del mercader.

—Amo -le dijo-, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.

—Pero, ¿por qué quieres huir? -le preguntó el mercader.

—Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.

—El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo, y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.

Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.

—Muerte -le dijo acercándose a ella-, ¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?

—¿Un gesto de amenaza? -contestó la muerte-. No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque esta noche debo llevarme en Ispahán a tu criado

sábado, 8 de diciembre de 2018

Ganar felicidad


Resultado de imagen para ganar felicidadTal Ben-Shahar, nacido en 1970, es un psicólogo americano de origen judío, conocido por su trabajo en el desarrollo de la psicología positiva y técnicas de liderazgo. Es un conferenciante muy valorado, así como un colaborador habitual de medios de comunicación. Ha enseñado en universidades como Harvard, donde su curso titulado “Mayor felicidad”fue uno de los más populares y exitosos de la historia de la Universidad. 

La psicología positiva estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad así como de las fortalezas y virtudes humanas. Tradicionalmente, la ciencia psicológica ha dedicado mucho esfuerzo a estudiar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (ansiedad, estrés, depresión…), dejando de lado, a menudo, el estudio de aspectos más positivos como, por ejemplo, la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, la felicidad y la resiliencia.  Las últimas investigaciones de psicología positiva, nos hacen cuestionar creencias y supuestos muy arraigados en nuestra sociedad. 

Se pueden encontrar antecedentes de la psicología positiva en filósofos como Aristóteles, que dedicó parte de sus escritos a la eudaimonía(término griego habitualmente traducido como felicidad), pero también en psicólogos como Abraham Maslow o Carl Rogers, pertenecientes a la corriente llamada psicología humanista. 

Uno de los temas motores de nuestra existencia y, por tanto, un tema fundamental de estudio, es y será la felicidad, ese estado de plenitud y equilibrio que todo ser humano anhela como ideal de realización y bienestar y que combina una justa proporción entre lo que se es, lo que se tiene y a lo que se aspira. 

En su curso, Tal Ben-Shahar da una serie de consejos o claves para mejorar la calidad de nuestro estado personal y contribuir a generar una vida positiva. No nos enseña a ser feliz, sino a saber cómo podríamos obtener mayor felicidad: 

- Realizar algún ejercicio. Los expertos aseguran que hacer ejercicio es como tomar un antidepresivo para mejorar el ánimo. Treinta minutos de ejercicio es el mejor antídoto contra la tristeza y el estrés. 

Alimentarse bien. Lo que se come tiene un impacto importante en el estado de ánimo. Lo recomendable es comer algo ligero cada tres o cuatro horas para así mantener los niveles de glucosa estables; no saltarse comidas; evitar el exceso de harinas blancas y el azúcar; comer de todo y variar los alimentos. 
Desayunar: Estudios demuestran que desayunar ayuda a tener energía, pensar y desempeñar con éxito las actividades.


- Cuidar la posturaCaminar derecho, con los hombros ligeramente hacia atrás y la vista hacia el frente,  ayuda a mantener un buen estado de ánimo.
Usar zapatos cómodos. Si nos duelen los pies nos ponemos de mal humor.

Escuchar música. Está comprobado que escuchar música despierta deseos de cantar y bailar, lo que nos va a alegrar la vida. 

Llenar nuestra vida de recuerdos bonitos. Colocar en el frigorífico, ordenador, escritorio, dormitorio... frases, fotos,  recuerdos... de seres queridos o momentos felices. 

Gastar el dinero en experiencias, no en cosas. Un estudio descubrió que sólo el 34% de personas dijo sentirse más feliz cuando compraba cosas. El resto, se sentía más feliz cuando invertía su dinero en viajes, cursos, clases, actividades de ocio, aficiones...

Arreglarse y sentirse atractivo(a). El 41% de las personas se siente más feliz cuando se "ve" bien. 

Saludar y ser amable con otras personasMás de cien investigaciones afirman que con solo sonreír, se cambia el estado de ánimo. 

Ser asertivo. Pedir lo que se quiere y decir lo que se piensa. Está demostrado que ser asertivo ayuda a mejorar la autoestima. La dejadez y “aguantar en silencio” todo lo que nos digan y hagan, genera tristeza y desesperanza. 

Enfrentar los retos. “No dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”. Estudios demuestran que cuanto más se posterga algo que sabemos que tenemos que hacer, más ansiedad y tensión generamos. Escribir pequeñas listas semanales de tareas a realizar y cumplirlas. 

Agradecer a la vida todo lo bueno que se tiene. Escribir en un papel diez cosas que se tengan en la vida que nos dan felicidad. Cuando hacemos una lista de gratitud nos obligamos a enfocarnos en cosas buenas y atraeremos mayor bienestar a nuestras vidas.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Sembradores de alegría


Resultado de imagen para alegriaHay personas que buscan la soledad porque están decepcionadas con la gente. Supongo que tendrán sus buenas razones. Tal vez, eligieron en su momento a compañeros de viaje que tendían a hundir más que a elevar. 

El estadounidense Jim Rohn (1930-2009), empresario, autor y orador motivacional, afirmó que para tener éxito —en cualquier faceta de nuestra vida— nuestra inteligencia y nuestro talento no son tan determinantes como creemos. Ni siquiera el lugar y la familia en la que hemos crecido. Mucho más importante que todo eso es la gente de la que nos rodeamos. Las personas que nos rodean son como una radiografía de nuestra alma: “somos la media de las cinco personas con las que pasamos más tiempo”. Lógicamente, entre ellas están la pareja, algunos familiares, compañeros de trabajo o amigos íntimos. 

Hemos de hacer el ejercicio de preguntarnos y evaluar cómo es cada una de esas personas: 

- ¿Se ha realizado en su vida? 

- ¿Es feliz y optimista? 

- ¿Se alegra de tus éxitos y desea que las cosas te vayan bien? 

- ¿Te anima cuando le explicas nuevas ideas o hace todo lo contrario? 

- ¿Se esfuerza para alcanzar sus propios sueños? (Si no lo hace, es posible que no le guste que tú cumplas los tuyos.) 

Jim Rhon nos sugiere que no tengamos reparo en quedarnos solo con una o dos personas de la lista y que demos oportunidad para que otras cobren relevancia en nuestro día a día. Si no tenemos la obligación de tratar con esas personas, reduzcamos el contacto con ellas, porque es evidente que nos hacen mal. Es un ejercicio radical pero altamente transformador. Quizás perdamos algunos amigos y nos distanciemos de ciertos familiares, pero mejoraremos el escenario emocional en el que vivimos y, en consecuencia, haremos sentir mejor a quienes nos rodean. 

Si tenemos la obligación de tratar con esas personas, dejemos de dar tanta importancia a sus acciones y palabras, entendiendo que se comportan desde sus creencias. 

¿Cómo reconocer a las personas que podríamos definir como sembradoras de alegría? Seguramente tendrán alguna o varias de estas características: 

- Saben escucharte, sin emitir juicios innecesarios, y hacen las preguntas adecuadas para profundizar en el tema, porque se interesan sinceramente por ti. 

- Su propia vida es un ejemplo que te motiva a hacer las cosas mejor. 

- Cuando compartes espacio con estas personas, te sientes inmediatamente mejor. 

- Te ayudan, con su sentido del humor, a relativizar los problemas y a no quedarte atrapado en circuitos mentales cerrados. 

Afortunadamente, en el mundo existe mucha gente buena con gran valor humano. La vida te ofrece una reválida. Siempre se puede elegir mejor.
Fuente: Alex Rovira y Francesc Miralles "Alegria"

El cantero


Resultado de imagen para el canteroHabía una vez en el Japón un pobre hombre, simple obrero en las canteras. Su tarea era ruda, ganaba poco y no estaba contento con su suerte.

—¡Oh, si pudiese yo solamente ser algún día bastante rico para reposar sobre altas esteras, envuelto en un crujiente manto de seda...!
Así se quejó un día a los cielos. Y llegó a ser rico, y descansaba sobre altos tapices, envuelto en suaves mantos de seda.
Acertó a pasar el emperador. Iba precedido de exploradores a pie y a caballo, y seguido de una brillante escolta de caballeros y rodeado s de gentes que sostenían sobre su cabeza un parasol resplandeciente de dorados.
—¿De qué me sirve ser rico, murmuró el cantero, si no tengo derecho de salir con una escolta y proteger mi cabeza con un parasol de oro? ¿Por qué no soy emperador?
—Lo serás—dijo el genio.
Y en efecto, fue emperador. Llevaba una escolta de caballeros delante y detrás de sí, y gentes que sostenían sobre su cabeza un gran parasol de oro.
El Sol, sin embargo, desecaba las campiñas con sus ardientes rayos, y el polvoso camino reflejaba su brillo y lastimaba sus ojos.
—He aquí las ventajas de ser emperador—dijo éste; hay que sufrir que el Sol nos agobie todo el día con su fuego. Si fuese el Sol, ¡qué dicha!...
—Mira, ¿estás contento?—le dijo el genio después de convertirlo en el Sol.
Aquel Sol lanzaba sus rayos a derecha e izquierda, por todos lados en torno suyo. Quemaba las hierbas de la tierra y la faz de los príncipes de ella.
Con todo, una nube vino a interponerse entre él y la Tierra, rechazando sus rayos e impidiendo que llegasen a ésta.
—Conque sí —exclamó el Sol, —¿conque una nube es, pues, capaz de resistir mi poder? Entonces, más valía ser nube.
—¡Que sea!—dijo el genio.
Y la transformación se operó inmediatamente, y la nueva nube se coló altiva entre el Sol y la Tierra y se complació en interceptar sus rayos, de modo que la tierra reverdecía a su sombra.
Después hizo caer algunas gotas de agua sobre los campos y luego aguaceros y trombas, de tal modo, que los torrentes se desbordaron y los ríos se esparcieron en las campiñas y las devastaron. Ya nada resistía a la fuerza de la inundación; sólo una roca, perfectamente inmóvil, la dominaba. En vano los torrentes mugidores la azotaban con furor, la roca no se movía, y las olas espumosas morían a sus pies.
Entonces dijo la nube:
—Si una roca me impone la ley, más valía estar en su lugar.
—Vas a estarlo— le dijo el genio.
Y he allí a la nube transformada en roca dura, inquebrantable, insensible a los rayos del Sol, indiferente a los torrentes de las lluvias y al choque de las olas tumultuosas.
Sin embargo, distingue a sus pies a un hombre de pobre apariencia, mal vestido, pero armado de una pica y un martillo; y aquel hombre, por medio de sus instrumentos, le quita, golpe a golpe, gruesos trozos de piedra, que labra en seguida.
—¿Qué es esto?—exclamó la roca. —¿Tiene un hombre poder para arrancar trozos de piedra de mi seno? ¿Sería yo más débil que él? Entonces, es de todo punto preciso que vuelva a ser hombre.
—Que se haga tu voluntad—dijo el genio.
Y volvió a ser, como antes, un simple obrero en las canteras. Su tarea era ruda, ganaba poco; pero estaba contento con su suerte.

La aguja orgullosa


Hay agujas tan orgullosas como personas. Yo conocí una de zurcir, muy corriente, que creía ser tan fina como una aguja de coser.

Resultado de imagen para aguja—Tened mucho cuidado conmigo y tomadme bien—decía la gruesa aguja a los dedos que se disponían a cogerla;— no me dejéis caer, porque si caigo al suelo, estoy segura de que no me encontraréis. ¡Soy tan fina y tan delgadita!...
—No se haga usted la interesante— dijeron los dedos;—y la tomaron con fuerza para zurcir unas zapatillas.
—¡Ay!, ¡ay!—gritó la aguja;—¡qué tejido tan grosero!, nunca podré atravesarlo: me quiebro, me quiebro ....
Y en efecto, se rompió; pero no por fina, yo os lo aseguro, sino por demasiado corriente.
Se había roto muy cerca del ojo; y la camarera, que no gustaba de tirar nada, le puso una cabeza de cera, y se sirvió de ella para sujetarse el pañue.
—Ya estoy convertida en broche elegante—dijo la aguja vanidosa. —Yo bien sabía que había de llegar a obtener grandes honores. Cuando se tienen méritos, siempre se sube muy alto.
—¿Es usted de plata?—la preguntó un alfiler de corbata vecino. —El único defecto que le noto es que tiene una cabeza muy pequeña.
—Eso es lo que le parece a usted—respondió la aguja;—pero mi cabeza no es pequeña.
Y tales fueron sus esfuerzos por agrandarla, que se cayó del pañuelo y fue a dar al fregadero, donde la camarera lavaba en ese momento el cristal y los cubiertos.
—Me preparo a viajar—dijo la aguja, —porque yo no puedo perderme. Soy demasiado notable para que me olviden.
Pero, a pesar de sus ilusiones, se perdió.
—Soy demasiado fina para este mundo—se dijo mientras yacía en el fregadero; pero sé demasiado lo que valgo, y esto es una satisfacción.
Y conservó su aire orgulloso, mientras pasaban sobre ella multitud de cosas despreciables envueltas en agua y jabón.
A poco descubrió un pedazo de casco de botella que estaba en el rincón del fregadero; y sólo porque brillaba mucho, le dirigió la palabra:
—Hermano, ¿qué haces aquí?
El pedazo de botella dijo sinceramente:
—El desprecio de los hombres me tiene aquí arrinconado, y espero que la casualidad me lleve a otra parte.
—Pero aquí estamos eclipsándolo todo con nuestro brillo—dijo la aguja;—somos la envidia de cuanto pasa; yo creo que la suerte nos ha reservado este lugar para satisfacción de nuestro legítimo orgullo.
En aquel momento la camarera abrió la llave del agua, y el líquido se precipitó con fuerza, arrastrando el casco de botella y la aguja.
—La suerte quiere depararnos mejor lugar—dijo la aguja;—ya vamos hacia afuera. Ahora, amigo mío, ¡a viajar, a viajar! .... ¡Qué cosas vamos a ver! Será para escribir un libro .... Es seguro que esta agua va a llevarnos a un arroyo, después iremos a un río, después llegaremos al hermoso y amplio mar .... Hemos nacido para ser muy grandes. Yo lo presentía, yo lo sabía...
—¡Quién sabe cuál será nuestra suerte!—dijo humildemente el casco de botella ; —lo cierto es que yo tengo mucho miedo. ¡Quién sabe adonde iremos a parar!
—Yo—dijo la aguja—valgo mucho, y no puedo ir sino a sitios de honor.
El agua, después de arrastrar a los dos amigos por un estrecho tubo, llegó al suelo y se deslizó lentamente entre dos pequeñas paredes de mampostería.
Aquello era un caño descubierto.
El pedazo de vidrio rebotó fuertemente, yendo a esconderse entre las hierbecillas de la orilla, y la aguja orgullosa hundióse en el fondo, quedando envuelta en el cieno del caño, donde está todavía.
Justo castigo para su vano orgullo.

jueves, 6 de diciembre de 2018

El oro y las ratas


Había una vez un rico mercader que, a punto de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones.

Resultado de imagen para oro y ratasAntes de partir quiso asegurarse de que su fortuna en lingotes de oro estaría a buen recaudo y se la confió a quien creía un buen amigo.
Pasó el tiempo, el viajero volvió y lo primero que hizo fue ir a recuperar su fortuna. Pero le esperaba una gran sorpresa.
-¡Malas noticias! -anunció el amigo-. Guardé tus lingotes en un cofre bajo siete llaves sin saber que en mi casa había ratas. ¿Te imaginas lo que pasó?
-No lo imagino -repuso el mercader. -Las ratas agujerearon el cofre y se comieron el oro. ¡Esos animales son capaces de devorarlo todo!
-¡Qué desgracia! -se lamentó el mercader-. Estoy completamente arruinado, pero no te sientas culpable, ¡todo ha sido por causa de esa plaga!
Sin demostrar sospecha alguna, antes de marcharse invitó al amigo a comer en su casa al día siguiente.
Pero, después de despedirse, visitó el establo y, sin que lo vieran, se llevó el mejor caballo que encontró. Cuando llegó a su casa ocultó al animal en los fondos.
Al día siguiente, el convidado llegó con cara de disgusto.
-Perdona mi mal humor -dijo-, pero acabo de sufrir una gran pérdida: desapareció el mejor de mis caballos.
-Lo busqué por el campo y el bosque pero se lo ha tragado la tierra. -¿Es posible? -dijo el mercader simulando inocencia-. ¿No se lo habrá llevado la lechuza?
-¿Qué dices? -Casualmente anoche, a la luz de la luna, vi volar una lechuza llevando entre sus patas un hermoso caballo. -¡Qué tontería! -se enojó el otro. ¡Dónde se ha visto, un ave que no pesa nada, alzarse con una bestia de cientos de kilos!
-Todo es posible -señaló el mercader-. En un pueblo donde las ratas comen oro, ¿por qué te asombra que las lechuzas roben caballos?
El mal amigo, rojo de vergüenza, confesó que había mentido. El oro volvió a su dueño y el caballo a su establo. Hubo disculpas y perdón.
Y hubo un tramposo que supo lo que es caer en su propia trampa.

El virus del pesimismo


Resultado de imagen para pesimismoEn la vida hemos encontrado, o vamos a encontrar, personas de actitud muy negativa que sólo se sienten cómodas cuando las demás ven las cosas con la misma negrura que ellas.


Disfrutan minusvalorando los éxitos y los logros de otras personas y gustan de hablar sólo de lo que está mal y lo hacen de una forma que lleva a pensar que lo que está mal sólo puede llegar a estar peor.
Siempre se están quejando y compadeciendo.

Es una actitud vital que se extiende a la totalidad de lo existente y no sólo a una parcela de las cosas. 


Son como agujeros negros que aspiran la energía que hay a su alrededor.

Las relaciones con estas personas son tóxicas porque hunden anímicamente. Son compañías limitadoras, que hacen sentir mal, generan mal humor y pesimismo y abren las puertas al agotamiento psicológico e incluso a la depresión. Son, además, causantes de serios daños a la autoestima y frenan el potencial de desarrollo como personas.

Estas personas están "resignadas" a vivir con su forma de ser y terminan produciendo un rechazo generalizado porque, mientras no cambien de mentalidad, junto a ellas no puede haber vitalidad ni alegría.