El Dr. Drauzio Varella (1943) es un reconocido médico oncólogo y escritor brasileño.
Estudió su carrera en la Universidad de San Pablo comenzando en los años 70 su especialización en enfermedades infecciosas. Dirigió durante 2o años el servicio de inmunología en el área oncológica en los Hospitales de San Pablo e Ipiranga. Enseñó en varias Facultades de Brasil y dio conferencias en el extranjero sobre el tema de su especialidad (EEUU, Japón, Suecia etc.).
Las recomendaciones del reconocido oncólogo brasileño son más más difíciles de cumplir que cualquier tratamiento médico. Sin embargo, vale la pena convertir en hábitos estas acciones ya que es una cuestión de actitud y las malas actitudes enferman.
Hable de sus sentimientos.
Emociones y sentimientos que se esconden y se reprimen terminan en enfermedades como gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera hasta el cáncer. Entonces, vamos a sincerarnos, hacer confidencias, compartir nuestra intimidad, nuestros secretos, ¡nuestros errores!...
El diálogo, el hablar, la palabra, son poderosos remedios ¡y una excelente terapia!
Tome decisiones.
La persona indecisa permanece en la duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones. La historia humana está hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros.
Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel.
Busque soluciones.
Las personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren lamentarse, murmurar, ser pesimistas. Es mejor encender un fósforo que lamentarse por la oscuridad. Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe.
Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.
No viva de apariencias.
Quien esconde la realidad finge, está en pose, quiere dar siempre la impresión de estar bien, mostrarse perfecto, bonachón, etc., acumula toneladas de peso. Una estatua de bronce con pies de barro.
Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas. Son personas con mucho barniz y poca raíz. Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor.
Acéptese.
El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos a nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos.
Aceptarse, aceptar ser aceptado y aceptar las críticas es sabiduría, buen sentido y terapia.
Confíe.
Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay relación.
La desconfianza es falta de fe en sí mismo, en los otros y en Dios.
No viva siempre triste.
El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”.
La alegría es salud y terapia.
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