martes, 25 de agosto de 2015

El Guerrero Samurai


Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación. Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Todos juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.
Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
-¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? El maestro les preguntó: -Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio? -A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos. Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos. -Dijo el maestro, cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.

lunes, 24 de agosto de 2015

La Gaviota Cartera


Entre unas altas montañas había una aldea pequeña, de unos treinta vecinos, estaban aislados de otros pueblos que había alrededor. Al no poder salir, los vecinos se suministraban sus propios alimentos, ya que cosechaban anualmente muy diversos productos, como los cereales para poder hacer pan; carne del ganado; hortalizas y fruta de la huerta; pescado del río llamado “Riofrio”, etc.

Esta aldea carecía de médico, el más próximo estaba a unos quince kilómetros, pero no iba casi nunca a visitar a los enfermos porque no tenía prácticamente acceso, solo una senda de cabras entre las montañas.

En Santamera, que así se llamaba la aldea, todos sus vecinos se dedicaban en sus quehaceres del campo o el ganado, todos se llevaban como una familia y eran muy felices.

En esta aldea vivía Jacinto, una persona mayor que se dedicaba a cuidar gallinas, cerdos, pájaros y muchos más animales. Tanto quería a sus animales que les enseñaba la forma de expresarse y comunicarse con los vecinos por medio de dibujos.

De entre estos animales tenía una gaviota que era la más lista y obediente de entre todos. Vivía en una jaula grande que estaba siempre abierta, iba al campo y en el pico traía toda clase de alimentos para sus amigos, les llevaba insectos, trigo, maíz y muchas cosas más, por eso todos querían mucho a la gaviota.

Cierto día, Jacinto, el dueño de los animales, recibió la visita de uno de sus vecinos, el cual fue a pedirle ayuda. Le solicitó que le socorriera, ya que era un anciano, pero con una inteligencia sobrenatural. El anciano tenía una hija muy enferma y como de costumbre, los vecinos hacían ellos mismos los medicamentos a base de hierbas curativas naturales, pero  en este caso no mejoraba la niña con nada de lo que le daban.

Jacinto preocupado en el caso de la niña enferma y viendo que las hiervas no le mejoraban, pensó que la mejor forma de que estuviera mejor era que un médico le ayudara, pero estaba muy lejos y no podían avisarle rápidamente.

La gaviota pensó en ir ella a buscar al médico, Jacinto escribió una nota de petición para que fuera de forma urgente a visitar a la niña. En la nota había dibujado una cruz roja que se la enseñó a la gaviota y después la ató a su pata, y veloz partió en busca del doctor. Al cabo de una hora, el médico se presentó en una caballería en la casa de la niña. Enseguida la dio los medicamentos necesarios y la niña a los pocos días ya estaba sana corriendo por la calle.

Toda la aldea estaba orgullosos de la gaviota, que por su gran rapidez la niña se había salvado. Le daban la enhorabuena a Jacinto por sus enseñanzas a los animales, en especial a la gaviota.


Desde entonces, todas las cartas para las distintas aldeas de los familiares las llevaba la gaviota. Por su buen hacer en el pueblo le hicieron cartera oficial de Santamera a la cariñosa e inteligente gaviota, que con su destreza y buen hacer podían comunicarse con todas las aldeas de las montañas.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Las Percepciones Del Rey


Un poderoso rey encontró finalmente el amor. Su joven esposa tenía todas las condiciones que un hombre pudiera desear en la vida. Además de ser hermosa y atractiva, era alegre y entusiasta, con un corazón amoroso siempre abierto a ayudar a los demás. El amor fluía entre ellos como en pocas ocasiones se había visto.

En los actos protocolares ella caminaba orgullosa a la par del rey. Muy alagado el monarca pensaba: “Cuánto me quiere. Ella sabe que el protocolo indica que debe permanecer detrás de mí, que mis súbditos pueden ir a prisión si no hacen eso, sin embargo ella me ama tanto que siempre quiere estar a mi lado”.

En cierta ocasión, ella se disponía a comer una manzana. Era la última que quedaba y tenía un brillo que la hacía realmente apetitosa. En eso llegó el rey y al ver aquella fruta resplandeciente manifestó su deseo de comerla. Ella lo miró con dulzura, le dijo que era la última que quedaba pero que no tenía problema en compartirla. Tomó un cuchillo, la cortó en dos y de inmediato le ofreció una de las mitades a su esposo. El monarca pensó: “Cuánto me quiere. Ella es capaz de compartir lo que sea conmigo. Que suerte he tenido”.

Pasaron unos años antes que se presentaran problemas en la pareja. Tras un fuerte altercado, ella se retiró del amplio salón en el que discutían, dejando al Rey solo. De inmediato el soberano mandó a llamar a su consejero para quejarse amargamente de su esposa.

- Ella nunca me quiso – decía lleno de rabia -, cada vez que tenemos un acto protocolar es incapaz de permanecer detrás de mi, siempre se pone a mi lado y olvida que yo soy el monarca y que nadie puede ponerse a la par del rey. Es una insolente, no me ama, no respeta la dignidad de mi majestad. Lo que siempre quiere es brillar ella por encima de mí.

- Pero su majestad – alcanzó a decir el consejero.

- No me interrumpa – gritó el rey –. Definitivamente ella dejó de amarme hace mucho tiempo. Recuerdo aquella vez que llegué hambriento, solamente había una manzana y ella fue incapaz de dármela. Lo único que alcanzó a hacer fue cortarla en dos y darme el trozo más pequeño. Que insolencia, tratar así al Rey, ¿no se da cuenta que ella es sólo un súbdito? He mandado a cortar muchas cabezas por mucho menos que eso.

Y las quejas continuaron por mucho tiempo…

Un hecho puede ser visto desde distintas perspectivas por una misma persona dependiendo de su estado de ánimo y/o de la condición emocional en que se encuentra. ¿Cuántas veces hemos dejado que un pésimo estado de ánimo o una mala actitud mental desvirtúe la belleza, las virtudes y las bondades de quienes tenemos a nuestro lado?

martes, 18 de agosto de 2015

Las Cuatro L's:Life, Love, Laught and Light


Osho nos dice: "Estas son las cuatro eles que enseño:Life, Love, Laughter, Light (VIDA, AMOR, RISA, Y LUZ), que acaecen exactamente en esa misma secuencia.
Primero, la vida: has de llegar a sentirte más y más vivo, intenso, lleno de entusiasmo y gozo. No debes retraerte. Porque cuando te encuentras lleno de vida, el amor comienza a surgir por sí mismo... Mas ¿qué puedes hacer con la vida? ¿Qué harás con toda esta energía desbordante? Tienes que compartirla. Eso es amor: compartir tu energía vital.

Y en ese momento, cuando compartes la energía que emerge de tu vida, desaparecen todas las tristezas. Y la vida es entonces, simplemente, una risa sincera.

Cumpliendo estos tres conceptos, el cuarto aparece inmediatamente. Satisface estos tres conceptos porque el cuarto es la recompensa del más allá.

Entonces desciende la luz. Y en el instante en que la luz entra en ti, te iluminas. Ése es el significado de la palabra iluminación."


Del libro de Osho: VIDA, AMOR Y RISA. UNA NUEVA VISIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD

lunes, 17 de agosto de 2015

Tener Sin Retener


Las realidades más grandes y más bellas,
tanto más las tendrás
cuanto menos las retengas y poseas.

Si quieres tener el mar, contémplalo...
abre tus manos en sus aguas y siente como tienes el mar en ellas.
No tendrás nada, quedarán vacías
si queriéndolo retener, tus manos cierras.

Si tienes un amor que quiere marchar,
no intentes retenerlo,
pues para siempre lo perderás.
Déjalo ír libre como el viento
y las mieles que bebiste, siempre quedarán.

Si quieres tener el viento,
extiende tus brazos... abre tus manos,
y todo el viento será tuyo.
Si quieres retenerlo se escapará entre tus dedos.

Si quieres tener a tu hijo,
déjalo crecer, déjalo partir y que se aleje.
Lo tendrás maduro cuando regrese...
porque, si intentando protegerle, lo retienes,
lo perderás para siempre.

Si quieres tener el sol
y su expléndida luz gozar,
no quieras en tus retinas posserla,
pues así, tan sólo obtendrás oscuridad...
¡Abre los ojos! y extasiado contempla
las maravillas que él te da.

Si quieres vivir el gozo de tener,
no receles retener ni poseer.
Goza de la mariposa que revolotea,
goza del río que va siempre adelante,
de la flor que se abre cara al cielo...
goza de la plenitud de ese amor sincero...

Goza teniéndolo todo, sin perder nada
¡es tenerlo todo, sin poseer nada!...
Sólo así gozarás de la vida: ¡dejándola correr sin retenerla!
¡sabiendo que es tuya!... sin poseerla.


(Texto de autor desconocido)

miércoles, 5 de agosto de 2015

EL GRAN PALACIO DE LA MENTIRA


Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor. Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular. Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó. Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.