sábado, 21 de marzo de 2015
El Tigre y el Fuego
Vivía el tigre a la orilla del río. Era el único que tenía fuego.
Los demás animales no lo tenían: comían la carne cruda. Un día,
los otros animales quisieron tener fuego y pidieron al tigre que
se los prestara pero él se negó a dárselo. Y como él siempre fue el
animal más feroz, le temían.
Ellos sabían que en tiempo de lluvia el tigre ponía fuego debajo
de la hamaca para calentarse. Para robarle el fuego, llamaron a
la lagartija diciéndole que fuera a la casa del tigre. Cayeron muchas
lluvias por la noche y le ordenaron que atravesase el río.
Lo atravesó en medio de la lluvia y se fue a la casa del tigre. Al
encontrarse, el tigre le preguntó a qué venía y la lagartija contestó
que a hacerle el favor de ayudarle a cuidar el fuego mientras él
dormía. Como caía mucha lluvia, todos los fuegos que se encontraban
dentro de la casa se habían apagado, y sólo quedaba el
que se encontraba bajo la hamaca. La lagartija se puso a ayudarle.
Viendo que el tigre se había dormido, se dio a apagar el fuego con
su orina, pero el tigre se despertó y le preguntó por qué estaba
apagando el fuego. La lagartija contestó que lo estaba cuidando,
pero que el frío lo estaba apagando.
El tigre volvió a dormirse. La lagartija pensó otra vez en apagar el
fuego con su orina, pero en cambio cogió para sí una chispa de fuego,
la metió en su cresta y huyó atravesando el río. Despertó el tigre
y divisó su fuego al otro lado del río, mas como él no sabía nadar
y el río había crecido mucho con la lluvia, no podía ir a buscarlo.
Así, pues, amaneció sin fuego. La lagartija llegó a donde estaban los
demás, y así tuvieron fuego mientras que el tigre dejó de tenerlo,
por lo cual ahora le toca comer carne cruda como antes les había
tocado a los otros.
viernes, 20 de marzo de 2015
El origen de las lluvias
Los hombres, cansados del sol, no sabían qué hacer para que cayera agua sobre sus cultivos. Un día, Bigidima se encontraba recogiendo agua para regar su sembrado de yuca y chontaduro cuando, de pronto, saltó un gran pez de las profundidades del río, que lo asustó mucho. Enfurecido, Bigidima sacó su lanza y la arrojó con toda su fuerza, pero la punta de la lanza sólo alcanzó el fuerte cuello del animal. Inmediatamente, el pez sopló con tal fuerza que el agua que había tomado salió por la herida y cayó en forma de lluvia. Desde entonces se sabe que siempre que hay lluvias, el delfín del río está soplando por el orificio que le hizo la lanza del airado Bigidima.
viernes, 13 de marzo de 2015
Belleza Para Vivir
Una
mañana llegó a las puertas de la ciudad un mercader árabe y allí se encontró
con un pordiosero medio muerto de hambre. Sintió pena por él y le socorrió
dándole dos monedas de cobre.
Horas
más tarde, los dos hombres volvieron a coincidir cerca del mercado:
- “¿Qué
has hecho con las monedas que te he dado?”, preguntó el mercader.
- “Con
una de ellas me he comprado pan, para tener de qué vivir; con la otra me he
comprado una rosa, para tener por qué vivir…”
jueves, 12 de marzo de 2015
Maestra ¿Que es el Amor?
Uno de
los niños de una clase de educación infantil preguntó:
Maestra…
¿qué es el amor?
La
maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura
de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del
recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y
trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento.
Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
Quiero
que cada uno muestre lo que ha encontrado.
El
primer alumno respondió:
Yo traje
esta flor… ¿no es bonita?
A
continuación, otro alumno dijo:
- Yo
traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?
Y así
los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en
el patio.
Cuando
terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que
había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se
sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.
La
maestra se dirigió a ella:
Muy
bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?
La
criatura, tímidamente, respondió:
- Lo
siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí
dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas
suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger
ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la
mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí…
Así que
traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la
gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo
enseñaros lo que he traído?
La
maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la
única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos
en el corazón.
El amor
es algo que se siente.
Hay que
tener sensibilidad para vivirlo.
lunes, 9 de marzo de 2015
Nueve Vacas
Dos
amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, y andaban
todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a
tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse.
Un día
llegan a una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al pueblo para aprovechar las pocas horas que
iban a permanecer en tierra.
En el
camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando
ropa.
Uno de
ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y
conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada
del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a
encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.
Sin
embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus
costumbres.
Cómo se
llama, qué es lo que hace, cuantos años
tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla.
La mujer
escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que
finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar
con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en
ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del
pueblo.
El
hombre la mira y le dice: “Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme
contigo”.
El
amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un
truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: “¿Para qué
tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarse
tanto trabajo?”.
El
hombre le responde: “No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su
padre para pedir su mano”.
Su
amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo:
“¿Tu
estás loco?”, “¿Qué le viste?”, “¿Qué te pasó?”, “¿Seguro que no tomaste nada?”
y cosas por el estilo.
Pero el
hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro
con el patriarca de la aldea.
El
hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a
manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo
escucha y le dice que en esa aldea la costumbre era pagar una dote por la mujer
que se elegía para casarse.
Le
explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las
bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía
pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes
cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el valor de la dote
al tener menos virtudes.
El
marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vio
lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan
agraciada, le podría costar 3 vacas.
“Está
bien” respondió el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella
nueve vacas”.
El padre
de la mujer, al escucharlo, le dijo: “Ud. no entiende. La mujer que eligió
cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jóvenes, cuestan nueve vacas”.
“Entiendo
muy bien”, respondió nuevamente el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y
pago por ella nueve vacas”.
Ante la
insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó
y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a realizarse
lo antes posible.
El
marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de
repente, que se había enfermado, que se había contagiado de una rara fiebre
tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas
pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita
del Pacífico.
Finalmente,
la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue
testigo de la boda y a la mañana siguiente partió en el barco, dejando en esa
isla a su amigo de toda la vida.
El
tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los
barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba:
“¿qué estaría haciendo?, ¿cómo sería su vida?,
¿viviría aún?”.
Un día,
el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había
despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo,
conversar y saber de su vida.
Así es
que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado
hacia el pueblo.
“¿Dónde
estaría su amigo?, ¿Seguiría en la
isla?, ¿Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro
barco?”
De
camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la
playa, en un espectáculo magnífico.
Entre
todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima.
Todos
cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los
retribuía con pétalos y guirnaldas.
El marinero
se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su
vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.
Al poco
tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos
que no se ven durante mucho tiempo.
El marinero
no paraba de preguntar: “¿Y cómo te fue?,
¿Te acostumbraste a vivir aquí?, ¿Te gusta esta vida?, ¿No quieres
volver?”
Finalmente
se anima a preguntarle: “¿Y como está tu esposa?”
Al
escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: “Muy bien, espléndida. Es más,
creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que
festejaba su cumpleaños”.
El
marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás
encontraron lavando ropa, preguntó: “¿Entonces, te separaste? No es la misma
mujer que yo conocí, ¿no es cierto?”.
“Si”
dijo su amigo, “es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años
atrás”.
“Pero,
es muchísimo más hermosa, femenina y agradable,
¿cómo puede ser?”, preguntó el
marinero.
“Muy
sencillo” respondió su amigo. “Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella
creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella 9 vacas, la traté y consideré
siempre como una mujer de 9 vacas. La amé como a una mujer de 9 vacas. Y ella
se transformó en una mujer de 9 vacas”.
viernes, 6 de marzo de 2015
El Zorro y las Gallinas
Había una vez un zorro que estaba obsesionado con los huevos de las gallinas, era su plato favorito. Siempre andaba rondando por los gallineros en busca de su apreciado botín, en especial en uno. En este gallinero, las gallinas indefensas veían como cada noche el zorro se llevaba sus huevos, y si no lo dejaban hacerlo, éste las había amenazado con que se llevaría a ellas para comérselas.
En esta granja, el dueño veía que su número de gallinas crecía muy lentamente y que casi no ponían huevos. Esto no le servía y pensó en vender a todas sus gallinas. Estas al enterarse de las intenciones del granjero decidieron trazar un plan. Esa misma noche cuando el zorro vino a visitarlas, le ofrecieron todos los huevos que quisiese con tal que no se llevase a los que estaban empollando. Al zorro le pareció una buena oferta y durante esa noche se llevó todos los huevos.
Al día siguiente el granjero fue al gallinero en busca de huevos y se encontró con que no había ninguno, sólo los que las gallinas empollaban. Esto le sorprendió mucho y empezó a revisar todo el gallinero en busca de alguna huella de algún depredador. Las gallinas, corriendo el riesgo de que el zorro cumpliese con su amenaza, dejaron al descubierto unas huellas del zorro para que el granjero las viese. Cuando éste las vio, se detuvo unos segundos medio pensativo y se fue.
Esa noche, como de costumbre, el zorro volvió en busca de su botín. Pero al entrar en vez de encontrarse con los huevos, se encontró con el granjero que le apuntaba con una escopeta. Lo último que supieron las gallinas del zorro era que pasó a formar parte de la colección de pieles del granjero.
Moraleja: el que mal anda, mal acaba. Aparte…la astucia e inteligencia supera a la fuerza y viveza.
jueves, 5 de marzo de 2015
El Arbol de las Manzanas
Hace
mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo apreciaba
mucho y todos los días jugaba a su alrededor. Trepaba por el árbol, y le daba
sombra. El niño amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Pasó el tiempo y el
pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste:
"¿Vienes a jugar conmigo?". Pero el muchacho contestó: "Ya no
soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora
quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos". "Lo siento,
dijo el árbol, pero no tengo dinero... pero puedes tomar todas mis manzanas y
venderlas. Así obtendrás el dinero para tus juguetes". El muchacho se
sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió
a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el
árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se
puso feliz y le preguntó: "¿Vienes a jugar conmigo?". "No tengo
tiempo para jugar. Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para
compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?". "Lo siento, no
tengo una casa, pero... puedes cortar mis ramas y construir tu casa". El
joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol,
pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y
solitario. Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba
encantado. "Vienes a jugar conmigo?", le preguntó el árbol. El hombre
contestó: "Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y
descansar. ¿Puedes darme uno?". El árbol contestó: "Usa mi tronco
para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz". El hombre
cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo
tiempo. Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: "Lo
siento mucho, pero ya no tenga nada que darte, ni siquiera manzanas". El
hombre replicó: "No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar...
ahora ya estoy viejo. Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar.
Estoy tan cansado después de tantos años...". Entonces el árbol, con
lágrimas en sus ojos, le dijo: "Realmente no puedo darte nada... lo único
que me queda son mis raíces muertas, pero las viejas raíces de un árbol son el
mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y
descansa". El hombre se sentó junto al árbol y éste, feliz y contento,
sonrió con lágrimas.
Esta
puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres.
Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá... Cuando crecemos los
dejamos... Sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en
problemas... No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo
lo que puedan y hacernos felices. Parece que el muchacho es cruel contra el
árbol... pero es así como nosotros tratamos a veces a nuestros padres.
Valoremos
a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado.
miércoles, 4 de marzo de 2015
No es Fácil Librarse de Ciertas Cargas
Hace
mucho tiempo, dos jóvenes monjes iniciaron un largo viaje para conocer a un
viejo monje cuya sabiduría se decía que era inmensa.
El
viaje, era largo y suponía tener que atravesar varias montañas y valles.
Durante
el viaje los dos jóvenes monjes hablaron
de lo contentos que estaban por haber tomado la decisión de dedicarse al
mundo espiritual y haber liberado el alma de pesadas cargas que le habían
acompañado hasta que decidieron ser monjes.
Aquél
viaje, no sólo era la búsqueda de su maestro espiritual, sino la confirmación de que habían dejado
atrás el mundo material para consagrarse de lleno a su fe.
Por eso,
para los dos jóvenes monjes, el viaje tenía un significado tan especial.
A lo
largo del viaje, pasaron la estación de las lluvias con lo que se encontraron
el camino lleno de barro y fango.
En uno
de los caminos se encontraron a dos hermosas y jóvenes muchahas en un paso
especialmente dificultoso. Era realmente dificil poder cruzarlo sin llenarse de
barro los ropajes.
Uno de
los monjes al ver a las muchachas dubitativas, le dijo: ” Ven, muchacha. Te
ayudaré a cruzar”. Y cogiéndola en brazos, la depositó suavemente al otro lado
del camino a salvo del barro.
El otro
monje, al ver lo que había hecho su amigo, decidió ayudar a la otra muchacha de
tal manera que pudiesen seguir su camino.
Aquella
noche, los dos monjes decidieron parar a descansar en un templo donde les
ofrecieron hospitalidad.
Cuando
estaban descansando, uno de ellos se dirigió al otro diciéndole: “¡Nosotros los
monjes no debemos acercarnos a las mujeres!. Especialmente si son jóvenes y
hermosas. ¿Por qué cogiste a esa muchacha en brazos?”.
“Vaya”,
le respondió el otro monje. “Yo dejé a esa muchacha al otro lado del lodazal
pero veo que tu todavía la llevas a cuestas”
¿Has
revisado ultimamente tu mochila? quizás haya llegado el momento de aligerarla
de peso.
Liberarse
de las cargas inútiles es una sabia decisión. Saber cómo liberarse de ellas, es
más sabio todavía.
Cuento
adaptado del publicado en el Libro “Cincuenta cuentos Zen” José J. de Olañeta,
Editor
martes, 3 de marzo de 2015
El Vuelo del Halcon
Un rey
recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de
cetrería para que los entrenara. Pasado unos meses, el maestro le informó al
rey que uno de los halcones estaba
perfectamente, pero que al otro, no sabía que le sucedía pues no se había
movido de la rama donde lo dejó, desde el día que llegó. El rey mandó a llamar
a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo
volar. Al día siguiente el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería
una recompensa a la persona que hiciera
volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los
jardines. El rey le dijo a su corte:
—Traedme
al autor de este milagro. Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le
preguntó:
—¿Tú
hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago? Intimidado el
campesino le dijo al rey:
—Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama y el
halcón voló, se dio cuenta de que tenía alas y se largó a volar.
Alcancemos alturas antes de que alguien nos
corte nuestra rama.
lunes, 2 de marzo de 2015
Nunca Dejes de Soñar
"Podrán
quitarme el sueño, pero nunca podrán quitarme las ganas de seguir
soñando." (Shoshan)
En
muchos momentos de la vida, pareciera que nada tuviese sentido y que sin
importar lo mucho que intentemos hacer bien las cosas, todo nos sale mal,
fatal…
Lo
podemos tener todo en contra, incluso a las personas que más debieran
apoyarnos, pero nunca dejemos de soñar.
Debes
tener sueños y esperanzas, creer que todo lo que quieras lograr en la vida lo
puedes conseguir, porque tienes esperanza e ilusión.
Nunca
permitas que nadie te quite el derecho de lograr tus sueños, porque ello es el
motor que te hace seguir adelante.
Nunca
permitas que alguien se sienta con el derecho de dominarte de tal manera que te
anule, eso no lo debes consentir. Recuerda que la vida es demasiado bonita como
para que la vivas encerrada sufriendola incomprensión de alguien que apareció
en tu vida y se adueñó no solo de eso sino hasta incluso de tus pensamientos.
Nunca
abandones tus sueños, mientras creas que puedes lograr tus metas inténtalo una
y otra vez, que nadie te detenga, cierra tus manos y agarra todos esos sueños y
no lo sueltes, ponlo en tu pecho como si fuese una joya valiosa, y guárdala en
tú corazón, porque tus sueños sí son valiosos.
No
esperes que las cosas que deseas vengan de la nada hacia ti, NO… tú
persíguelas, con todas tus fuerzas busca aquello que te haga ser una mujer
feliz.
Nunca
sientas que has perdido porque algo no salió bien una vez, siempre hay que
volver a intentarlo, que la perseverancia es lo más importante de una persona,
se puede ser muy inteligente pero si no tienes constancia para hacer las cosas,
nunca lo vas a lograr.
Comienza
cada día como si fuese el primero del resto de tu vida, siempre con esperanza,
alegría y mucho amor para repartir, para que así tu corazón esté contento y
satisfecho por cuanto lo intentas hacer lo mejor posible.
No
permitas que nadie te robe esa alegría que llevas dentro de ti. Tú tienes la
fortuna de de tener mucho amor, muchas ilusiones y mucho sueños, no lo
desperdicies.
Cada día
intenta aprender algo nuevo, mira los días en colores, que lo opaco no le gane
a la belleza que tienes frente a tus ojos. Recuerda que cada vez que aprendes
algo nuevo tu mundo se amplía y avanzas en la vida y puedes disfrutar de mayor
satisfacción por quien eres. No hagas nada que te disminuya, te mereces todos
los sueños del mundo.
Lo que
te quita el sueño, no lo tomes en cuenta, bórralo de tu mente, retenerlo es
malo para el alma, siéntete feliz con quien eres, tienes la capacidad de
aprender de tus errores, no dejes que los malos sentimientos como el orgullo y
la vanidad empañen tu bello corazón. Tampoco te pongas triste por aquellos que
no quieren que te sientas bien, no valen la pena, una persona que te ama de
verdad, te acompañará a soñar y volará contigo tan alto como puedas, no te
soltará y allí sabrás cual es tu verdadero amor, será aquel que te apoya en tus
planes y en tus deseos. Cuida a esa persona, lo demás sólo es humo que se va
dispersando con el tiempo.
¡Fuera
con quienes te quitan el sueño!
Porque
sabes muy bien que si lo permites te lo pueden quitar todo…
menos la ganas de soñar que hay un mañana mejor
para ti
Suscribirse a:
Entradas (Atom)