domingo, 27 de septiembre de 2020

La vida sigue, no te detengas


La vida sigue, no te duermas

los deseos tocan a tu puerta

abre de inmediato, no te reprimas
corre apresurado, nunca desistas.


Tu destino esta en tus manos
no hay obstáculos que no puedas superar
sólo abre tus alas y te llevarán alto
allí donde tus sueños alcancen las estrellas.


En la vida, cuando sientas la ansiedad
de encontrar tu verdadera identidad,
busca en ti el valor del verdadero amor,
y solo ahí encontraras al verdadero yo.
Andrés Romo


Y cuando tus preocupaciones opaquen tu alegría
y la oscuridad se apodere de tu alma
recuerda que siempre habrá un mañana
donde el sol brillará con todo su esplendor.


Recorre las noches sin prisa, con calma
buscando a la mujer que te quiera amar
entrégale tu vida y también tu alma
verás cuanto en la vida se puede lograr


El amor todo lo sana, el amor es poderoso,
llena tus días de alegría y te vuelve bondadoso;
así es que no te rindas, aunque el paso sea lento;
la vida sigue, no te detengas.


Si la vida te presenta mil afanes,
y en tus noches más tristes y pesadas,
llorando te preguntas por tus males,
no pienses en tus grandes tempestades,
piensa en tu camino y se fiel a tus ideales.
Andrés Romo

sábado, 7 de diciembre de 2019

No Te Detengas

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No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
«Emito mis alaridos por los techos de este mundo»,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros «poetas muertos»,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los «poetas vivos».
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.

lunes, 29 de abril de 2019

El león va a la guerra. Fábula sobre el liderazgo para niños

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Estaba el león, el rey de la Selva, preocupado: otros animales de una zona limítrofe, les acababa de declarar la guerra. Sin embargo, el león, un fabuloso líder entre el resto de animales, tenía un plan, y reunió a todos sus súbditos:
– ¡Amigos! Un rey vecino nos acaba de declarar la guerra. Está bien, nos defenderemos. Pero no os preocupéis, porqueentre todos formaremos el mejor ejército.
El león, pidió ayuda a su consejero, el mono. Entre los dos, comenzaron a organizar a todos los animales para formar un poderoso ejército. Y así, fueron llamando a cada animal para explicarle cuál sería su misión según las cualidades y habilidades que tenía.
– Elefante, ven aquí- dijo el león- Tú eres muy fuerte, y serás muy útil para llevar todas las municiones. Piedras, troncos de árboles. ¡Vendrá fenomenal tu fuerza!
– ¡Sí!- contestó el elefante- ¡Yo llevaré todo lo que haga falta!
– Serpiente, tú serás la encargada de espiar al enemigo- le explicó el león- Eres silenciosa y podrás colarte por cualquier lugar para averiguar cuál es la estrategia de nuestro enemigo.
– ¡Me encanta esa tarea!- dijo la serpiente.
– Vosotros, zorros, os necesito- continuó hablando el león- Sois los más astutos de entre todos los animales. Quiero que me propongáis estrategias y tácticas de asalto para vencer la guerra.
– ¡En seguida nos ponemos a pensar en ello!- contestaron los zorros.
– Y vosotros, los osos- dijo el león- Con vuestra fuerza y agilidad podréis trepar por los muros cuando nos impidan el paso.
– ¡Eso está hecho!- dijeron los osos.

El mono le explica al rey que tienen un problema

Y así, uno tras otro, cada animal fue recibiendo un cometido. Hasta que el consejero del rey, el mono, le dijo al león:
– Majestad, tenemos un problema…
– ¿Y cuál es el problema?- preguntó el león.
– Tenemos dos animales que no nos sirven para nada… podríamos inventar cualquier excusa para mandarles para su casa.
– ¿Y qué animales son esos?- preguntó intrigado el león.
– El burro y el conejo- contestó el mono- Ninguno de los dos nos sirven… El burro es muy tonto, majestad, y el conejo demasiado pequeño y débil.
– Estás equivocado- dijo algo enfadado el león-. Escucha bien: todos los animales sirven para algo. El burro y el conejo, también- Y, diciendo esto al mono, llamó a los animales.
– Burro, tú serás el encargado de llamar a todos los animales a formar cuando yo te lo diga. Tu vozarrón es incluso más poderosa que la mía.
– ¡Fantástico!- dijo el burro.
– Y tú, conejo, eres tan rápido que me resultas de gran ayuda para llevar los mensajes de un lado a otro. Serás el mensajero y tu trabajo es de vital importancia.
Los dos animales sonrieron agradecidos. El mono, agachó la cabeza apesadumbrado: acababa de recibir una gran lección del león. Por algo era el mejor líder, el rey de la selva.
Moraleja: Lo que parece un defecto puede que sea una virtud. Solo el buen líder es capaz de verlo.

Fuente: https://www.tucuentofavorito.com/el-leon-va-a-la-guerra-fabula-sobre-el-liderazgo-para-ninos/

domingo, 28 de abril de 2019

EL SALÓN DEL SOL: CUENTO DE PERSEVERANCIA

Adela no era como las demás niñas. No le gustaban las muñecas ni los juegos de té. Le fascinaban los modelos para armar, los trenes eléctricos y los rompecabezas. Un día, por un anuncio, se enteró de la gran noticia: ¡Ya estaba a la venta el rompecabezas más grande del mundo! Tenía 24,000 piezas, medía cuatro metros de largo y presentaba imágenes de todo lo más hermoso que hay.
Cuando cumplió diez años, su padre, don Amado, lo encargó de Europa y se lo regaló. También acondicionó una gran habitación de su casa en el centro de Guanajuato en la que entraba mucha luz y colocó una mesa del tamaño apropiado para el trabajo: “Éste es el salón del sol”, le dijo al invitarla a pasar; juntos abrieron la caja y seleccionaron las piezas de las orillas a lo largo de veinte meses. Don Amado murió cuando Adela tenía dieciséis años; regresando del entierro, sin pensarlo, ella siguió con el rompecabezas, que apenas tenía una quinta parte completa.
Permanecía horas en el salón del sol y mientras seleccionaba las partes de color igual, recordaba a su padre. A los veinte, al regresar del internado, besó a su madre, a sus hermanos, y fue corriendo al salón. Dedicaba cualquier rato libre a completar la tarea que había iniciado en su infancia. Cuando el guapo Martín le propuso matrimonio ella le planteó una condición: “Sí, mi amor, pero ayúdame a buscar la cabeza de la cebra, que no hallo”.
Nacieron sus hijos: tantito los arrullaba y los amamantaba, tantito colocaba nuevas piezas. Cuando Martín chico comenzó a caminar ya había completado los peces. Cuando Amelia salió de primaria alcanzaba a verse el arco-iris. Ernesto se graduó y ayudó a su madre con la ciudad sumergida. “¡Es la Atlántida!” dijeron y se abrazaron emocionados al reconocerlo. A los cincuenta años Adela enfermó de gravedad. El médico le recomendó reposo y, aunque se sentía débil, a diario pasaba unas horas entregada a su tarea. Sus nietos eran pólvora… Adela temía que perdieran piezas; sin embargo, cariñosamente guiaba sus manos (sucias de tierra y caramelo) para que colocaran alguna en su lugar.
Cuando enviudó sólo faltaban detalles. Sin querer humedecía las piezas con sus lágrimas y las secaba con el pañuelo. Su vista se nublaba, pero sus dedos reconocían los contornos. Habían pasado sesenta años desde el día en que don Amado le llevó el regalo y ya podía verse todo: los animales, los globos, los veleros, las águilas, los planetas… Sus manos temblorosas alcanzaron a completar la Luna. Faltaba sólo una pieza, la punta del ciprés, cuando doña Adela quedó dormida para siempre sobre ese mundo. Ángel, su nieto, la encontró así aquel mediodía en que el salón del sol parecía hecho sólo de luz. Puso en su lugar la última pieza y acarició a la abuela. Dice que ahora vive en la isla, en la casa de tejado rojo que hay en el centro de la imagen, entre los árboles y el faro que ella construyó a lo largo de su vida.

lunes, 4 de febrero de 2019

El Vuelo de la Mariposa

Mi madre era hija de una pareja de campesinos. Nació y creció en el campo entre animales, pájaros y flores. Ella nos contó que una mañana, mientras paseaba por el bosque recogiendo ramas caídas para encender el fuego del horno, vio un capullo de gusano colgado de un tallo quebrado. Pensó que sería más seguro para la pobre larva llevarla a casa y adoptarla para su cuidado. Al llegar la puso bajo una lámpara para que le proporcionase calor y la puso bajo una arrimó a una ventana para que el aire no le faltara.
   Durante las siguientes horas mi madre permaneció al lado de su protegida esperando el gran momento, Después de una larga espera, que no terminó hasta la mañana siguiente, la jovencita vio cómo el capullo se rasgaba y una patita larga y velluda asomaba desde dentro. Todo era mágico y mi madre nos contaba que tenía la sensación de estar presenciando un milagro, Pero, de repente, el milagro pareció volverse tragedia. La pequeña mariposa parecía no tener la fuerza suficiente para romper el tejido de su cápsula. Por más que hacía fuerza no conseguía salir por la pequeña perforación de su efímera casita. Mi madre no podía quedarse sin hacer nada. Corrió hacia el cuarto de las herramientas y regresó con un par de pinzas delicadas y unas tijeras largas, finas y afiladas que mi abuela usaba en el bordado. Con mucho cuidado, para no tocar el insecto, fue cortando una ventana en el capullo para permitir que la mariposa saliera de su encierro. Después de unos minutos de angustia, la pobre mariposa consiguió dejar atrás su cárcel y caminó tambaleándose hacia la luz de la ventana. Cuenta mi madre que, llena de emoción, abrió la ventana para despedir a la recién llegada, en su vuelo inaugural.
   Sin embargo, la mariposa no salió volando, ni siquiera cuando con la punta de las pinzas la rozó suavemente. Pensó que estaba asustada con su presencia y la dejó junto a la ventana abierta, con la seguridad de que no la encontraría al regresar. Después de jugar toda la tarde, mi madre volvió a su cuarto y encontró junto a la ventana a su mariposa inmóvil, las alitas pegadas al cuerpo y las patitas tiesas hacia el techo. Mi madre siempre nos contaba con qué angustia fue a llevar el insecto a su padre, para contarle todo lo sucedido y preguntarle qué debería haber hecho para ayudarla mejor. Mi abuelo, que al parecer era uno de esos analfabetas que anda por el mundo, le acarició la cabeza y le dijo que no había nada más que debiera haber hecho, que en realidad la mejor ayuda hubiera sido hacer menos y no más.


   Las mariposas necesitan de ese enorme esfuerzo que significa romper su prisión para poder vivir, porque durante esos instantes, explicó mi abuelo, el corazón late con muchísima fuerza y la presión que se genera en su primitivo árbol circulatorio inyecta sangre en las alas, que así se expanden y la capacitan para volar. La mariposa que fue ayudada a salir de su caparazón nunca pudo expandir sus alas porque mi madre no la había dejado luchar por su vida. Mi madre siempre nos decía que muchas veces le hubiese gustado allanarnos el camino, pero recordaba a su mariposa y prefería dejarnos inyectar nuestras alas con la fuerza de nuestro propio corazón.

viernes, 1 de febrero de 2019

LA TRAMPA PARA RATONES

Érase una vez en una granja un ratón escondido en un agujero en la pared. Un día, mientras se asomaba hacia la cocina, vio como el granjero y su esposa organizaban los artículos que acababan de comprar. El ratón enseguida se dio cuenta de que algo iba mal. Habían comprado una trampa para ratones.
Asustado, se volvió a meter en su escondite y de allí corrió a toda velocidad a avisar a los animales de la granja. Pero le recibieron con indiferencia. “Han comprado una trampa para ratones”, le contó a la gallina. El ave se rió. “Lo siento por ti, amigo ratón, pero a mi eso no me preocupa”. Entonces el roedor acudió al cerdo. “Tienen una trampa para ratones”. Y el cerdo le dijo: “tienes mala suerte, rezaré para que no te pase nada”, pero tampoco le hizo más caso. El ratón fue entonces a ver a la vaca, y esa tampoco se inmutó por la noticia: “pequeño ratón, soy una vaca, no tengo nada que temer de una trampa para ratones”.
El diminuto roedor se fue triste de vuelta hacia su escondrijo, determinado a enfrentarse solo a los peligros de la máquina infernal. Durante la noche el ruido característico del resorte de una trampa rompió el silencio. La mujer del granjero se levantó inmediatamente para comprobar cual había sido la presa. Pero con las prisas, no tuvo cuidado y no se dio cuenta que lo que la trampa había atrapado era la cola de una serpiente venenosa. El animal furioso mordió a la granjera.
El granjero llevó a su mujer rápidamente al hospital, del cual volvió con una pequeña fiebre. El hombre pensaba que el mejor remedio contra la fiebre era un buen caldo de gallina, así que cogió su hacha y fue a matar a la gallina. Pero la mujer no mejoraba. A medida que su salud iba empeorando, los amigos de la pareja se acercaron a visitarla, y para darles de comer el granjero tuvo que matar al cerdo. Finalmente la mujer murió, y tantas personas vinieron al funeral que al hombre no le quedó más remedio que sacrificar a la vaca para poder tener carne suficiente para todas.
El ratón presenció todos los acontecimientos con gran tristeza. Sus amigos no se dieron cuenta de que cuando un peligro acecha a un solo miembro del grupo, todos están en peligro.
Moraleja: no creas que un evento no vaya contigo porque no te afecta directamente. El mundo es complejo, y todos estamos relacionados por vínculos a veces invisibles. Si uno está en peligro, todos lo están. La solidaridad y la ayuda mutua son el mejor camino para enfrentar los problemas. No dudes en ayudar a tu proveedor, a tu cliente o incluso a la tienda de enfrente, esa que aparentemente no tiene nada que ver contigo. Porque ya sabes: hoy por ti, mañana por mí.

miércoles, 23 de enero de 2019

LA CUCAÑA IMPOSIBLE

En un pueblo, un día se organizó una gran prueba. Se instalaron cincuenta mástiles de madera lisos de 10 metros de altura que luego se cubrieron de grasa. El reto para los participantes consistía en llegar a lo alto de la cucaña alzando una carga adicional equivalente al peso de cada individuo.
Viendo la dificultad de la prueba, los habitantes del pueblo miraban a los participantes y comentaban en voz alta: “eso es imposible, ninguno lo puede conseguir, no pasarán de dos metros”.
A medida que los 50 candidatos intentaban desesperados trepar por el palo y no conseguían elevarse, las afirmaciones del público cogían más fuerza: “veis, no lo va a conseguir nadie, esta prueba es imposible”.
Rápidamente, la mayoría de los participantes dejó de intentarlo. Pero un grupo de una decena conseguía muy poco a poco elevarse con su pesada carga a lo largo del mástil resbaladizo.
Viendo el tremendo esfuerzo de los que seguían, el público volvió a hablar. “Apenas han ganado terreno. Se están cansando para nada. Estos mástiles son demasiado largos. Nadie lo puede conseguir”.
A los pocos minutos, casi todos los candidatos que quedaban se desanimaron y abandonaron. Solo quedo un hombre. Bajo las miradas atónitas del público, un señor de pequeña complexión avanzaba poco a poco y con gran esfuerzo hacia la cima.
Cuando llegó a mitad de camino, mostrando un gran cansancio, los espectadores comentaban: “Ha demostrado ser valiente. Que pena que no le vaya a servir para nada. Ya está muy cansado. Debería dejarlo ya. Mejor abandonar ahora que cuando este totalmente agotado y se arriesgue a caer y herirse”.
Pero el hombre siguió, y después de un tremendo sacrificio, consiguió llegar a lo alto del mástil. Cogió la bandera que representaba su logro y se dejó deslizar hacia abajo.
Enseguida la muchedumbre le rodeó y le preguntó: “¿Cómo lo ha hecho?
El hombre no respondió. Era sordo.
Enseñanza:
No dejes que los demás te digan lo que puede hacer y lo que no puedes. Recuerda este videode “La búsqueda de la felicidad”. Los emprendedores saben muy bien a que nos referimos. Cuando quieras lanzar tu proyecto muchas de tus personas más cercanas intentarán desanimarte, con buena fe, porque piensan que no lo puedes conseguir. Haz un ejercicio de autoconocimiento y valora si te sientes preparado o no, pero no hagas caso a los demás.