En la guarida de un denso bosque vivían dos malvadas brujas que se pasaban el tiempo haciendo hechizos y preparando pócimas mágicas.
Un día, aburridas de hacer siempre lo mismo, decidieron salir de la guarida para dar un paseo por el bosque subidas en sus escobas voladoras. Mientras volaban observaron a un cocodrilo calentándose al sol plácidamente en la orilla de un lago azul.
Continuaron volando y lejos de allí vieron a unos loros cantando y enlazando ramitas y flores sobre el árbol de los valores formando lazos de colores. Sin embargo, a las brujas se les sonrojó la nariz cuando descubrieron a unas ardillas subiendo y bajando del mismo árbol al compás de esta canción:
Al escuchar este canto las brujas se enojaron mucho. Y más aún cuando vieron a las ardillas rodeando el tronco del árbol. Ahí las ardillas bailaban felizmente con unas cestitas sobre sus cabezas llenas de nueces y frutas.
¡No me gusta la amistad ni la armonía que hay en ese árbol de los valores! _ gruñó la bruja Mariza.
¡Uhh, tengo una idea! ¡Destruyamos ese árbol y construyamos el árbol de los antivalores! _ refunfuñó la bruja Nahia.
¿Qué son los antivalores?_ curioseó la bruja Nahia.
Los antivalores son una forma incorrecta y dañina de actuar. Son los opuestos a los valores _ explicó la bruja Mariza.
_ ¡Ahh, es la manera en la que nosotras siempre actuamos! _ comprendió la bruja Nahia con una risa burlona.
En ese momento descendieron sobre el árbol de los valores y lo destruyeron para construir el árbol de los antivalores. La bruja Nahia comenzó a fumar un cigarro con propiedades mágicas, expulsó un humo negro de su boca y gritó:
El antivalor de la enemistad es para las raíces, el antivalor de la desobediencia es para el tronco. Los antivalores de la envidia, el egoísmo, la pereza, el orgullo, el prejuicio y la suciedad son para las ramas.
Finalmente la bruja Mariza también comenzó a fumar. Aspiró el humo, lo mantuvo en su boca y cuando lo expulsó por la nariz vociferó:
_Los antivalores del odio y la venganza son para las hojas.
De esta manera ambas brujas construyeron el árbol de los antivalores. Era un árbol feo, seco, negro y tenebroso; que evidentemente destruyó la paz y la armonía de las ardillas y los loros.
Las ardillas cambiaron la amistad por la enemistad y los loros cambiaron el canto por palabras malsonantes ofendiendo en cada momento a las ardillas. Cada vez que las brujas escuchaban las palabrotas de los loros estallaban de risa.
Todo esto era muy entretenido para las brujas. Los animales se odiaban y se peleaban entre ellos de tal manera, que la convivencia en el árbol de los antivalores era insoportable.
Una tarde mientras las brujas se divertían lanzando humo y hechizos bajo la sombra del árbol de los antivalores, se asustaron viendo llegar a la hermosa hada del bosque, y les dijo:
El único valor que puede destruir todos los antivalores es el amor.
Dicho esto la hermosa hada del bosque lanzó un beso de color rojosobre el árbol de los antivalores y lo destruyó. Instantáneamente germinó el árbol de los valores colmado de perfumadas y coloridas flores devolviendo la amistad y la armonía entre las ardillas y los loros.
Cuando las brujas vieron este acontecimiento comenzaron a temblar de miedo. Mas la hermosa hada del bosque curvando sus alas al compás del viento lanzó una luz de color azul sobre las brujas y las envió nuevamente hacia su guarida dejándolas encerradas para siempre.
Autora: María Abre
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