sábado, 8 de diciembre de 2012
Nadie Volaba
Un hombre encontró un huevo muy grande. Nunca había visto nada igual y decidió llevarlo a su casa.
-¿Será de un avestruz? -preguntó a su mujer.
-No. Es demasiado abultado -dijo el abuelo.
-¿Y si lo rompemos? -propuso el hijo.
-Es una lástima. Perderíamos una hermosa curiosidad -respondió cuidadosa la abuela.
-Ante la duda, lo voy a colocar debajo de la pava que está empollando huevos. Tal vez con el tiempo nazca
algo- afirmó el hombre. Y así lo hizo.
Cuenta la historia que a los quince días nació un pavito oscuro, grande, nervioso, que con mucha avidez
comió todo el alimento que encontró a su alrededor. Luego miró a la madre con vivacidad y le dijo:
-Bueno, ahora vamos a volar.
La pava se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante cría y le explicó:
-Mira, los pavos no vuelan. Te sienta mal comer deprisa. Entonces trataron de que el pequeño comiera
más despacio, el mejor alimento y en la medida justa.
El pavito terminaba su almuerzo o cena, su desayuno o merienda y les decía a sus hermanos:
-Vamos, muchachos ¡a volar!
Todos los pavos le explicaban entonces otra vez:
-Los pavos no vuelan. A ti te sienta mal tanta comida.
El pavito empezó a hablar más de comer y menos de volar.
Así que creció y con el tiempo murió en el corral. Murió sin haber logrado volar jamás, ¡Él era un cóndor! Había nacido para volar hasta los 7,000 metros.
¡Pero nadie volaba...!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario