domingo, 26 de octubre de 2008

LA LUZ MALA

La Luz Mala, Fuego Fatuo, o Farol de Mandinga es una de las creencias populares más arraigadas en el norte argentino. Finalizada la conquista territorial y espiritual de esta parte de América a mano de los españoles, las huellas que dejaron son indelebles, y este se verifica en la conformación de muchas leyendas que circulan aún la actualidad. En cuanto a la Luz Mala, dicen se trataría de antiguos tesoros en oro y plata perdidos por los conquistadores, cuando fueron asesinados en emboscadas por los nativos. Esos bienes se enterraron producto de la erosión, o simplemente fueron escondidos por sus dueños, cuya ubicación algunos afirman conocer, tejiéndose cuentos del tío victimando a cándidos paisanos. En el noroeste argentino, afirman que las luces son los brillos del metal dirigidos por las almas de sus antiguos dueños, que intentan atemorizar a quien acierta a pasar por el lugar donde está ubicado. Se afirma que el día de San Bartolomé (fecha en que el diablo no tiene la vigilancia de los ángeles) es el propicio para descubrir el lugar de ubicación de un "Tapado" (Tesoro) Ese día Satán busca almas ingenuas que se aventuren movidos por la codicia a esos lugares. Indudablemente el miedo a la muerte, y la concepción religiosa del mal, generan en la intimidad del pensamiento estas fabulaciones.
En nuestra provincia, esos avistamientos de luces serían almas en pena, que buscan contar sus cuitas a quien quiera escucharlos, pidiendo eleven oraciones que ayuden a obtener el perdón divino. Por supuesto que producen terror a quien la divisa. En las regiones central y sur del Chaco son moneda corriente las historias de apariciones de Luces Malas. Incluso yo he tenido la oportunidad de observar su presencia, de distintas formas, experiencia que resume todo lo referente a esta creencia. Es decir nunca fui molestado, ni observé extrañas formas o ruidos. Escuché relatos de golpizas, de asustar cabalgaduras, de frenar violentamente los biciclos, y floridas especulaciones respecto de contratiempos sufridos a causa de la luz. Quizá se deba a algún sentimiento de culpa muy íntimo, que actuó sobre la psiquis del paisano instalándose en su sector consciente, una ficticia experiencia de castigo por la falta que carga.
La explicación más corriente a este fenómeno real, es el de creer que se trata de gases fosforescentes generados por la descomposición de huesos o metales nobles. Serían gases con esa propiedad física, que por tener una densidad distinta al aire que lo contiene no adopta su forma, aglutinándose en forma de bolas, y por su peso específico infinitesimalmente distinto al aire de la atmósfera, serían movidos por la menor brisa. Nuestro organismo no siempre percibe el movimiento de la masa de aire, lo que explicaría el movimiento de traslación del fenómeno. También nuestro territorio fue surcado por españoles portadores de cargamentos de metales preciosos traídos del sur del Imperio Inca. Además podría haber acumulación de huesos de animales producto de sequías, o de cementerios de nativos. Todas especulaciones de dan fuerza a la creencia de la descomposición de estos elementos, como generadoras de la Luz Mala.

Una buena historia

Una mujer que se conducía en auto con sus niños es protagonista
De un gran accidente entre varios autos.
La señora atrapada dentro de su auto, comenzó a gritar:
¡OH Dios, por favor salva a mis niños! Su mirada llena de
terror se enfocó en el asiento trasero donde supuestamente
estaban sus hijitos, pero todo lo que vio fue vidrios rotos y dos sillas de
niños destruidas. Sus gemelos no se veían por ningún lado; ella no los
escuchaba llorar, y rogó de que hubieran sido arrojados del vehículo
¡¡OH Dios no los dejes morir!! Con la llegada de los bomberos y la policía,
buscaron en la parte trasera pero no encontraron niños, los cinturones de seguridad estaban intactos.
Ellos pensaron que la mujer estaba loca y que estaba en el auto sola,
pero cuando trataron
de interrogarla descubrieron que había desaparecido. Policías la vieron pasar corriendo, sin rumbo, y gritando mas fuerte que el ruido,
Suplicando desesperadamente ¡¡ Por favor ayuda para encontrar a mis niños!!
Ellos solo tienen cuatro años de edad y están vestidos iguales, con camisa azules y jeans haciendo juego.
Un policía la escucha y le dice:
Están en mi auto y no tienen ni un rasguño! .....Ellos dicen que su
Papá los puso ahí, y les dio a cada uno un 'lollipop', y luego les dijo esperen a que su Mamá regrese para llevarlos a casa.
Ya busque
por todos lados pero no puedo encontrar al padre. Probablemente dejó el área, supongo, y eso es muy raro'.
La Madre abrazó a los gemelos y dijo, mientras se limpiaba las lágrimas:
'Él no pudo haber dejado el área, ya que el murió hace un año'.
El policía, mostrándose confundido, preguntó, ¿Cómo puede ser esto verdad?
Los niños exclamaban: ' Mami, Papi vino y nos pidió que te diéramos un
beso por él.. Dijo que no debíamos preocuparnos y que tu estarías bien, y luego nos puso en este auto con las luces brillantes y bonitas.
Queríamos que el se quede con nosotros porque lo extrañamos mucho, pero el solo nos abrazó muy fuerte y dijo que tenía que irse.
DijO que algún día entenderíamos y nos pidió que nos portáramos bien, y que te
dijéramos que el siempre nos está cuidando.'
La Madre dudó que lo que
ellos decían era verdad, pero recordó las ultimas palabras del Padre:'
Yo los cuidaré'.
El reporte de los bomberos no podía explicar que con
el auto totalmente destruido, los tres ocupantes se salvaron sin una cicatriz.
Pero en el reporte de la policía estaba escrito en letras
muy pequeñas:
'Un Ángel estuvo anoche en la Autopista 109.'

Una parábola acerca de la ambicion y la prisa

Cuando la gente se llena de avaricia a la vez se torna gente apurada y sigue buscando más formas de lograr mayor velocidad. Están continuamente corriendo porque piensa que la vida se le está acabando. Esta es la gente que dice "El tiempo es dinero".

El tiempo es dinero? El dinero es muy limitado, el tiempo es ilimitado. El tiempo no es dinero, el tiempo es la eternidad - siempre ha estado y siempre estará aquí. Y tu has estado siempre aquí y tu estarás siempre aqui
Por esto deja la avaricia y no te preocupes por los resultados. A veces sucede - que por tu impaciencia - te pierdes muchas cosas.

El hombre está lleno cuando está en sintonía con el universo, si no está en armonía con el universo entonces está vacío, totalmente vacío. Y de ese vacío surge la avaricia. La avaricia trata de llenarnos —de dinero, de casas, de muebles, de amigos, de amantes, de cualquier cosa— porque uno no puede vivir vacío. Es algo horroroso, una vida fantasmagorica. Si estás vacío y no hay nada dentro de ti, vivir es imposible.

Para sentirte lleno para sentir que tienes mucho dentro de ti solo hay dos caminos: o bien te sintonizas con el universo... Entonces te sientes lleno de la totalidad de las flores y las estrellas. Están tanto dentro como fuera de ti. Ésa es la verdadera plenitud. Pero si no lo haces —y hay millones de personas que no lo hacen— entonces lo más fácil es llenarse de cualquier trasto viejo.

La avaricia significa que sientes un profundo vacío y que estás dispuesto a llenarlo de cualquier cosa que esté a mano sin importarte lo que sea. Una vez que entiendes esto no te queda nada más que hacer con la avaricia. Lo que te queda por hacer es entrar en comunion con el todo para que desaparezca el vacío interno. Y con él desaparece toda avaricia.

Pero en todo el mundo hay mucha gente loca que busca cosas para llenar su vacío. Unos acumulan dinero aunque no lo usen. Otros se dedican a comer y continuan tragando aunque no tengan hambre. Saben que eso les va a crear sufrimiento que enfermarán pero no pueden impedirlo. Esta forma de comer también es una manera de llenarse.

Por lo tanto hay muchas maneras de llenar el vacío aunque nunca se llena del todo: sigue habiendo un vacío y tu sigues sintiéndote desgraciado porque nunca es suficiente. Siempre hace falta más y la demanda de más y más no acaba nunca.

Tienes que entender el vacío que estás tratando de llenar y preguntarte: «Por qué estoy vacío? Toda la existencia es tan plena por qué me siento vacío? Quizá haya perdido la pista ya no sigo la direccion correcta, mi direccion existencial. Ésa es la causa de mi vacío».

Por tanto sigue tu direccion existencial.

Abandonate y acércate a la existencia en silencio y en paz en meditacion. Y un día te darás cuenta de que estás tan lleno —rebosante—rebosas alegría, dicha, bendicion. Tienes tanto que puedes darlo al mundo sin quedarte exhausto.

Ese día por primera vez no sentirás ninguna avaricia ningun deseo de dinero, alimentos ni cosas, no querrás nada.

Vivirás con naturalidad y encontrarás lo que necesites.

Los Vecinos de la Casa Azul

Erase una vez, una ciudad en la ladera de una montaña. Era una ciudad pequeña, rodeada de jardines, con muchos árboles, donde las aves solían construir sus nidos, volar de árbol en árbol y piar peleando unos con otros.
En las noches calurosas de Verano, las familias acostumbraban a pasear y sentarse en los bancos de los jardines mientras los niños jugaban alegremente. Cerca de uno de esos jardines, había una casa azul con dos vecinos, el señor Zé Costica, que vivía en el bajo derecha y el señor Manuel Bicas, que vivía en el bajo izquierda. Al final de la tarde solían charlar desde sus ventanas y, permanecían horas y horas oyendo cantar a los pájaros que se posaban en los árboles del jardín que rodeaba la casa.
¡Pero... el tiempo pasó, y... he aquí que llegó el Otoño! Y con él llegaron los días grises, el viento frío, las noches cada vez más largas y la caída de las hojas que se llevó lejos a los pájaros de los jardines.
Durante algún tiempo, los vecinos, aún se miraban de vez en cuando desde sus ventanas, pero la marcha de los pájaros les fue dejando cada vez más tristes. El Señor Zé Costica tenía tanta nostalgia, tanta añoranza y vivía tan triste de no oír cantar a los pájaros que decidió comprarse una armónica y ponerse a tocarla para imitar su piar. Quedó tan animado con la idea, que se pasó todo el día tocando y no se dio cuanta de que la noche había caído.
En el bajo izquierda su vecino Manuel Bicas intentaba dormir, pero no lo conseguía. Irritado con el sonido que llegaba de la casa de al lado, comenzó a dar puñetazos en la pared.
El señor Zé Costica al oír los puñetazos en la pared, pensó que su vecino estaba encantado con el sonido de su armónica y animado continuó soplando cada vez con más fuerza. Tan pronto amaneció, el Señor Manuel Bicas fue a la tienda de música a comprar la mayor armónica que tuvieran y nada más entrar en casa empezó a soplar, a soplar con todas sus fuerzas. ¡Estaba decidido a no dejar dormir a su vecino!
Al oír la armónica del señor Manuel Bicas, el vecino Zé Costica arrugó el entrecejo en señal de desagrado, refunfuñó y salió de casa corriendo. Cuando volvió, traía consigo una caja de la que sacó un violín. Rápidamente y sin saber muy bien como tocarlo empezó inmediatamente, con movimientos descoordinados a tocar enloquecidamente. ¡Al otro lado, la respuesta no se hizo esperar. Las paredes de la casa temblaban al son de un violonchelo, que más parecía un serrucho de madera que lanzaba al aire sonidos inenarrables!
Durante algunas noches la desarmonía continuó. Cada noche se oían nuevos instrumentos. Clarinetes, tubas, tambores, platos, acordeones y flautas y cuando todos los instrumentos se agotaron en la tienda de música la vecindad se desesperaba sin saber lo que había que hacer para que el sosiego volviese.
El caso de los dos vecinos de la casa azul ya comenzaba a ser conocido en toda la ciudad y nadie encontraba la solución para que los dos volviesen a ser amigos.
Entonces, el Maestro Antonio que estaba de visita en la ciudad para dar un concierto, decidió pasarse por la calle de que todos hablaban... Su espanto fue tal al oír los sonidos que salían del bajo derecha y del bajo izquierda de la casa azul, que decidió hablar con los dos vecinos. Después de llamar muchas veces al timbre y de golpear fuertemente en las puertas el maestro por fin consiguió tener una conversación con los dos.
Esa noche, toda la vecindad consiguió dormir tranquilamente. ¿Qué habría ocurrido? ¿Se habría llevado el maestro todos los instrumentos? ¿Se habrían puesto enfermos los vecinos de tanto tocar? ¿Habrían finalmente hecho las paces? Algunos días después, un anuncio apareció por todas partes:


"Se invita a todos los interesados a tocar en la banda de música de la ciudad
y a acudir al salón MUNICIPAL a las nueve de la noche.
No es necesario traer instrumentos".

¡La curiosidad era tanta que al principio de la tarde la gente comenzó a llegar y, cuando dieron las nueve en el reloj de la torre ya podía verse a lo largo de la calle una larga fila, jóvenes, gordos, delgados, altos y bajos, todos querían entrar!
El Maestro Antonio comenzó por poner los instrumentos ordenados y afinados unos al lado de los otros, distribuyó a todos unas hojas con unos dibujos negros, redonditos, colgados en unas rayitas muy bien dibujaditas y, explicó como funcionaba aquello. En un rincón del salón Zé Costica y Manuel Bicas intercambiaban miraditas y sonrisitas de felicidad. La gente fue probando los instrumentos mientras el Maestro con su oído finísimo y preparado, lleno de semibreves, corcheas, fusas y semifusas iba colocando a la gente al lado de los instrumentos. Ya había amanecido cuando el maestro dio por terminada la tarea.
A partir de esa fecha, todas las tardes de Otoño, cuando las hojas caen y los pájaros parten hacía otros parajes, puede oírse en el jardín de la ciudad, muy cerca de la casa de Zé Costica y de Manuel Bicas, una banda de música que muy afinada hace compañía a todos los que la quieren oír... y, a veces, puede oírse aún a alguien contando la historia de una banda de música que nació del enfado de dos vecinos con nostalgia del cantar de los pájaros...

Dentro de mil años

Dentro de mil años
[Cuento infantil. Texto completo]
Hans Christian Andersen

Sí, dentro de mil años la gente cruzará el océano, volando por los aires, en alas del vapor. Los jóvenes colonizadores de América acudirán a visitar la vieja Europa. Vendrán a ver nuestros monumentos y nuestras decaídas ciudades, del mismo modo que nosotros peregrinamos ahora para visitar las decaídas magnificencias del Asia Meridional. Dentro de mil años, vendrán ellos.

El Támesis, el Danubio, el Rin, seguirán fluyendo aún; el Montblanc continuará enhiesto con su nevada cumbre, la auroras boreales proyectarán sus brillantes resplandores sobre las tierras del Norte; pero una generación tras otra se ha convertido en polvo, series enteras de momentáneas grandezas han caído en el olvido, como aquellas que hoy dormitan bajo el túmulo donde el rico harinero, en cuya propiedad se alza, se mandó instalar un banco para contemplar desde allí el ondeante campo de mieses que se extiende a sus pies.

-¡A Europa! -exclamarán las jóvenes generaciones americanas-. ¡A la tierra de nuestros abuelos, la tierra santa de nuestros recuerdos y nuestras fantasías! ¡A Europa!

Llega la aeronave, llena de viajeros, pues la travesía es más rápida que por el mar; el cable electromagnético que descansa en el fondo del océano ha telegrafiado ya dando cuenta del número de los que forman la caravana aérea. Ya se avista Europa, es la costa de Irlanda la que se vislumbra, pero los pasajeros duermen todavía; han avisado que no se les despierte hasta que estén sobre Inglaterra. Allí pisarán el suelo de Europa, en la tierra de Shakespeare, como la llaman los hombres de letras; en la tierra de la política y de las máquinas, como la llaman otros. La visita durará un día: es el tiempo que la apresurada generación concede a la gran Inglaterra y a Escocia.

El viaje prosigue por el túnel del canal hacia Francia, el país de Carlomagno y de Napoleón. Se cita a Molière, los eruditos hablan de una escuela clásica y otra romántica, que florecieron en tiempos remotos, y se encomia a héroes, vates y sabios que nuestra época desconoce, pero que más tarde nacieron sobre este cráter de Europa que es París.

La aeronave vuela por sobre la tierra de la que salió Colón, la cuna de Cortés, el escenario donde Calderón cantó sus dramas en versos armoniosos; hermosas mujeres de negros ojos viven aún en los valles floridos, y en estrofas antiquísimas se recuerda al Cid y la Alhambra.

Surcando el aire, sobre el mar, sigue el vuelo hacia Italia, asiento de la vieja y eterna Roma. Hoy está decaída, la Campagna es un desierto; de la iglesia de San Pedro sólo queda un muro solitario, y aún se abrigan dudas sobre su autenticidad.

Y luego a Grecia, para dormir una noche en el lujoso hotel edificado en la cumbre del Olimpo; poder decir que se ha estado allí, viste mucho. El viaje prosigue por el Bósforo, con objeto de descansar unas horas y visitar el sitio donde antaño se alzó Bizancio. Pobres pescadores lanzan sus redes allí donde la leyenda cuenta que estuvo el jardín del harén en tiempos de los turcos.

Continúa el itinerario aéreo, volando sobre las ruinas de grandes ciudades que se levantaron a orillas del caudaloso Danubio, ciudades que nuestra época no conoce aún; pero aquí y allá -sobre lugares ricos en recuerdos que algún día saldrán del seno del tiempo- se posa la caravana para reemprender muy pronto el vuelo.

Al fondo se despliega Alemania -otrora cruzada por una densísima red de ferrocarriles y canales- el país donde predicó Lutero, cantó Goethe y Mozart empuñó el cetro musical de su tiempo. Nombres ilustres brillaron en las ciencias y en las artes, nombres que ignoramos. Un día de estancia en Alemania y otro para el Norte, para la patria de Örsted y Linneo, y para Noruega, la tierra de los antiguos héroes y de los hombres eternamente jóvenes del Septentrión. Islandia queda en el itinerario de regreso; el géiser ya no bulle, y el Hecla está extinguido, pero como la losa eterna de la leyenda, la prepotente isla rocosa sigue incólume en el mar bravío.

-Hay mucho que ver en Europa -dice el joven americano- y lo hemos visto en ocho días. Se puede hacer muy bien, como el gran viajero -aquí se cita un nombre conocido en aquel tiempo- ha demostrado en su famosa obra: Cómo visitar Europa en ocho días.

El jardinero

El jardinero
[Cuento. Texto completo]

Rudyard Kipling

Una tumba se me dio,
una guardia hasta el Día del Juicio;
y Dios miró desde el cielo
y la losa me quitó.

Un día en todos los años,
una hora de ese día,
su Ángel vio mis lágrimas,
¡y la losa se llevó!


En el pueblo todos sabían que Helen Turrell cumplía sus obligaciones con todo el mundo, y con nadie de forma más perfecta que con el pobre hijo de su único hermano. Todos los del pueblo sabían, también, que George Turrell había dado muchos disgustos a su familia desde su adolescencia, y a nadie le sorprendió enterarse de que, tras recibir múltiples oportunidades y desperdiciarlas todas, George, inspector de la policía de la India, se había enredado con la hija de un suboficial retirado y había muerto al caerse de un caballo unas semanas antes de que naciera su hijo. Por fortuna, los padres de George ya habían muerto, y aunque Helen, que tenía treinta y cinco años y poseía medios propios, se podía haber lavado las manos de todo aquel lamentable asunto, se comportó noblemente y aceptó la responsabilidad de hacerse cargo, pese a que ella misma, en aquella época, estaba delicada de los pulmones, por lo que había tenido que irse a pasar una temporada al sur de Francia. Pagó el viaje del niño y una niñera desde Bombay, los fue a buscar a Marsella, cuidó al niño cuando tuvo un ataque de disentería infantil por culpa de un descuido de la niñera, a la cual tuvo que despedir y, por último, delgada y cansada, pero triunfante, se llevó al niño a fines de otoño, plenamente restablecido a su casa de Hampshire.

Todos esos detalles eran del dominio público, pues Helen era de carácter muy abierto y mantenía que lo único que se lograba con silenciar un escándalo era darle mayores proporciones. Reconocía que George siempre había sido una oveja negra, pero las cosas hubieran podido ir mucho peor si la madre hubiera insistido en su derecho a quedarse con el niño. Por suerte parecía que la gente de esa clase estaba dispuesta a hacer casi cualquier cosa por dinero, y como George siempre había recurrido a ella cuando tenía problemas, Helen se sentía justificada -y sus amigos estaban de acuerdo con ella- al cortar todos los lazos con la familia del suboficial y dar al niño todas las ventajas posibles. Lo primero fue que el pastor bautizara al niño con el nombre de Michael. Nada indicaba hasta entonces, decía la propia Helen, que ella fuera muy aficionada a los niños, pero pese a todos los defectos de George siempre lo había querido mucho, y señalaba que Michael tenía exactamente la misma boca que George, lo cual ya era un buen punto de partida. De hecho, lo que Michael reproducía con más fidelidad era la frente, amplia, despejada y bonita de los Turrell. La boca la tenía algo mejor trazada que el tipo familiar. Pero Helen, que no quería reconocer nada por el lado de la madre, juraba que era un Turrell perfecto, y como no había nadie que se lo discutiera, la cuestión del parecido quedó zanjada para siempre.

En unos años Michael pasó a formar parte del pueblo, tan aceptado por todos como siempre lo había sido Helen: intrépido, filosófico y bastante guapo. A los seis años quiso saber por qué no podía llamarle «mamá», igual que hacían todos los niños con sus madres. Le explicó que no era más que su tía, y que las tías no eran lo mismo que las mamás, pero que si quería podía llamarle «mamá» al irse a la cama, como nombre cariñoso y secreto entre ellos dos. Michael guardó fielmente el secreto, pero Helen, como de costumbre, se lo contó a sus amigos, y cuando Michael se enteró se puso furioso.

-¿Por qué se lo has dicho? ¿Por qué? -preguntó al final de la rabieta.

-Porque lo mejor es decir siempre la verdad -respondió Helen, que lo tenía abrazado mientras él pataleaba en la cuna.

-Bueno, pero cuando la verdad es algo feo no me parece bien.

-¿No te parece bien?

-No, y además -y Helen sintió que se ponía tenso-, además, ahora que lo has dicho ya no te voy a llamar «mamá» nunca, ni siquiera al acostarme.

-Pero ¿no te parece una crueldad? -preguntó Helen en voz baja.

-¡No me importa! ¡No me importa! Me has hecho daño y ahora te lo quiero hacer yo. ¡Te haré daño toda mi vida!

-¡Vamos, guapo, no digas esas cosas! No sabes lo que...

-¡Pues sí! ¡Y cuando me haya muerto te haré todavía más daño!

-Gracias a Dios yo me moriré mucho antes que tú, cariño.

-¡Ja! Emma dice que nunca se sabe -Michael había estado hablando con la anciana y fea criada de Helen-. Hay muchos niños que se mueren de pequeños, y eso es lo que voy a hacer yo. ¡Entonces verás!

Helen dio un respingo y fue hacia la puerta, pero los llantos de «¡mamá, mamá!» le hicieron volver y los dos lloraron juntos.

Cuando cumplió los diez años, tras dos cursos en una escuela privada, algo o alguien le sugirió la idea de que su situación familiar no era normal. Atacó a Helen con el tema, y derribó sus defensas titubeantes con la franqueza de la familia.

-No me creo ni una palabra -dijo animadamente al final-. La gente no hubiera dicho lo que dijo si mis padres se hubieran casado. Pero no te preocupes, tía. He leído muchas cosas de gente como yo en la historia de Inglaterra y en las cosas de Shakespeare. Para empezar, Guillermo el Conquistador y... bueno, montones más, y a todos les fue estupendo. A ti no te importa que yo sea... eso, ¿verdad?

-Como si me fuera a... -empezó ella.

-Bueno, pues ya no volvemos a hablar del asunto si te hace llorar.

Y nunca lo volvió a mencionar por su propia voluntad, pero dos años después, cuando contrajo las anginas durante las vacaciones, y le subió la temperatura hasta los 40 grados, no habló de otra cosa hasta que la voz de Helen logró traspasar el delirio, con la seguridad de que nada en el mundo podía hacer que cambiaran las cosas entre ellos.

Los cursos en su internado y las maravillosas vacaciones de Navidades, Semana Santa y verano se sucedieron como una sarta de joyas variadas y preciosas, y como tales joyas las atesoraba Helen. Con el tiempo, Michael fue creándose sus propios intereses, que fueron apareciendo y desapareciendo sucesivamente, pero su interés por Helen era constante y cada vez mayor. Ella se lo devolvía con todo el afecto del que era capaz, con sus consejos y con su dinero, y como Michael no era ningún tonto, la guerra se lo llevó justo antes de lo que prometía ser una brillante carrera.

En octubre tenía que haber ido a Oxford con una beca. A fines de agosto estaba a punto de sumarse al primer holocausto de muchachos de los internados privados que se lanzaron a la primera línea del combate, pero el capitán de su compañía de milicias estudiantiles, en la que era sargento desde hacía casi un año, lo persuadió y lo convenció para que optara a un despacho de oficial en un batallón de formación tan reciente que la mitad de sus efectivos seguía llevando la guerrera roja, del antiguo ejército, y la otra mitad estaba incubando la meningitis debido al hacinamiento en tiendas de campaña húmedas. A Helen le había estremecido la idea de que se alistara directamente.

-Pero es la costumbre de la familia -había reído Michael.

-¿No me irás a decir que te has seguido creyendo aquella vieja historia todo este tiempo? -dijo Helen (Emma, la criada, había muerto hacía años)-. Te he dado mi palabra de honor, y la repito, de que... que... no pasa nada. Te lo aseguro.

-Bah, a mí no me preocupa eso. Nunca me ha preocupado -replicó Michael indiferente-. A lo que me refería era a que de haberme alistado ya habría entrado en faena... Igual que mi abuelo.

-¡No digas esas cosas! ¿Es que tienes miedo de que acabe demasiado pronto?

-No caerá esa breva. Ya sabes lo que dice K.

-Sí, pero el lunes pasado me dijo mi banquero que era imposible que durase hasta después de Navidad. Por motivos financieros.

-Ojalá tenga razón. Pero nuestro coronel, que es del ejército regular, dice que va a ir para largo.

El batallón de Michael tuvo buena suerte porque, por una casualidad que supuso varios «permisos», fue destinado a la defensa costera en trincheras bajas de la costa de Norfolk; de ahí lo enviaron al norte a vigilar un estuario escocés, y por último lo retuvieron varias semanas con rumores infundados de un servicio en algún lugar apartado. Pero, el mismo día en que Michael iba a pasar con Helen cuatro horas enteras en una encrucijada ferroviaria más al norte, lanzaron al batallón al combate a raíz de la matanza de Loos y no tuvo tiempo más que para enviarle un telegrama de despedida.

En Francia, el batallón volvió a tener suerte. Lo destacaron cerca del Saliente, donde llevó una vida meritoria y sin complicaciones, mientras se preparaba la batalla del Somme, y disfrutó de la paz de los sectores de Armentieres y de Laventie cuando empezó aquella batalla. Un jefe de unidad avisado averiguó que el batallón estaba bien entrenado en la forma de proteger sus flancos y de atrincherarse, y se lo robó a la División a la que pertenecía, so pretexto de ayudar a poner líneas telegráficas, y lo utilizó en general en la zona de Ypres.

Un mes después, y cuando Michael acababa de escribir a Helen que no pasaba nada especial y por lo tanto no había que preocuparse, un pedazo de metralla que cayó en una mañana de lluvia lo mató instantáneamente. El proyectil siguiente hizo saltar lo que hasta entonces habían sido los cimientos de la pared de un establo, y sepultó el cadáver con tal precisión que nadie salvo un experto hubiera podido decir que había pasado algo desagradable.


Para entonces el pueblo ya tenía mucha experiencia de la guerra y, en plan típicamente inglés, había ido elaborando un ritual para adaptarse a ella. Cuando la jefa de correos entregó a su hija de siete años el telegrama oficial que debía llevar a la señorita Turrell, observó al jardinero del pastor protestante:

-Le ha tocado a la señorita Helen, esta vez.

Y él replicó, pensando en su propio hijo:

-Bueno, ha durado más que otros.

La niña llegó a la puerta principal toda llorosa, porque el señorito Michael siempre le daba caramelos. Al cabo de un rato, Helen se encontró bajando las persianas de la casa una tras otra y diciéndole a cada ventana:

-Cuando dicen que ha desaparecido significa siempre que ha muerto.

Después ocupó su lugar en la lúgubre procesión que había de pasar por una serie de emociones estériles. El pastor protestante, naturalmente, predicó la esperanza y profetizó que muy pronto llegarían noticias de algún campo de prisioneros. Varios amigos también le contaron historias completamente verdaderas, pero siempre de otras mujeres a las que al cabo de meses y meses de silencio, les habían devuelto sus desaparecidos. Otras personas le aconsejaron que se pusiera en contacto con secretarios infalibles de organizaciones que podían comunicarse con neutrales benévolos y podían extraer información incluso de los comandantes más reservados de los hunos. Helen hizo, escribió y firmó todo lo que le sugirieron o le pusieron delante de los ojos. Una vez, en uno de sus permisos, Michael la había llevado a una fábrica de municiones, donde vio cómo iba pasando una granada por todas las fases, desde el cartucho vacío hasta el producto acabado. Entonces le había asombrado que no dejaran de manosear en un solo momento aquel objeto horrible, y ahora, al preparar sus documentos, pensaba: «Me están transformando en una afligida pariente».

En su momento, cuando todas las organizaciones contestaron diciendo que lamentaban profunda o sinceramente no poder hallar, etc., algo en su fuero interno cedió y todos sus sentimientos -salvo el de agradecimiento por esta liberación- acabaron en una bendita pasividad. Michael había muerto, y su propio mundo se había detenido, y ella se había parado con él. Ahora ella estaba inmóvil y el mundo seguía adelante, pero no le importaba: no le afectaba en ningún sentido. Se daba cuenta por la facilidad con la que podía pronunciar el nombre de Michael en una conversación e inclinar la cabeza en el ángulo apropiado, cuando los demás pronunciaban el murmullo apropiado de condolencia.

Cuando por fin comprendió que aquello era que se estaba empezando a consolar, el armisticio con todos sus repiques de campanas le pasó por encima y no se enteró. Al cabo de un año más había superado todo su aborrecimiento físico a los jóvenes vivos que regresaban, de forma que ya podía darles la mano y desearles todo género de venturas casi con sinceridad. No le interesaba para nada ninguna de las consecuencias de la guerra, ni nacionales ni personales; sin embargo, sintiéndose inmensamente distante, participó en varios comités de socorro y expresó opiniones muy firmes -porque podía escucharse mientras hablaba- acerca del lugar del monumento a los caídos del pueblo que éste proyectaba construir.

Después le llegó, como pariente más próxima, una comunicación oficial -que respaldaban una carta dirigida a ella en tinta indeleble, una chapa de identidad plateada y un reloj- en la que se le notificaba que se había encontrado el cadáver del teniente Michael Turrell y que, tras ser identificado, se le había vuelto a enterrar en el Tercer Cementerio Militar de Hagenzeele, con indicación de la letra de la fila y el número de la tumba.

De manera que ahora Helen se vio empujada a otro proceso de la transformación: a un mundo lleno de parientes contentos o destrozados, seguros ya de que existía un altar en la tierra en el que podían consagrar su cariño. Y éstos pronto le explicaron, y le aclararon con horarios transparentes, lo fácil que era y lo poco que perturbaría su vida el ir a ver la tumba de su propio pariente.

-No es lo mismo -como dijo la mujer del pastor protestante- que si lo hubieran matado en Mesopotamia, o incluso en Gallípoli.

La agonía de que la despertaran a una especie de segunda vida llevó a Helen a cruzar el Canal de la Mancha, donde, en un nuevo mundo de títulos abreviados, se enteró de que a Hagenzeele-Tres se podía llegar cómodamente en un tren de la tarde que enlazaba con el transbordador de la mañana, y de que había un hotelito agradable a menos de tres kilómetros del propio Hagenzeele, donde se podía pasar una noche con toda comodidad y ver a la mañana siguiente la tumba del caído. Todo esto se lo comunicó una autoridad central que vivía en una chabola de tablas y cartón en las afueras de una ciudad destruida, llena de polvareda de cal y de papeles agitados por el viento.

-A propósito -dijo la autoridad-, usted sabe dónde está su tumba, evidentemente.

-Sí, gracias -dijo Helen, y mostró la fila y el número escritos en la máquina de escribir portátil del propio Michael. El oficial hubiera podido comprobarlo en uno de sus múltiples libros, pero se interpuso entre ellos una mujerona de Lancashire pidiéndole que le dijera dónde estaba su hijo, que había sido cabo del Cuerpo de Transmisiones. En realidad se llamaba Anderson, pero como era de una familia respetable se había alistado, naturalmente, con el nombre de Smith, y había muerto en Dickiebush, a principios de 1915. No tenía el número de su chapa de identidad ni sabía cuál de sus dos nombres de pila podía haber utilizado como alias, pero a ella le habían dado en la Agencia Cook un billete de turista que caducaba al final de Semana Santa y, si no encontraba a su hijo antes, podía volverse loca. Al decir lo cual cayó sobre el pecho de Helen, pero rápidamente salió la mujer del oficial de un cuartito que había detrás de la oficina y entre los tres, llevaron a la mujer a la cama turca.

-Esto pasa muy a menudo -dijo la mujer del oficial, aflojando el corsé de la desmayada-. Ayer dijo que lo habían matado en Hooge. ¿Está usted segura de que sabe el número de su tumba? Eso es lo más importante.

-Sí, gracias -dijo Helen, y salió corriendo antes de que la mujer de la cama turca empezara a sollozar de nuevo.


El té que se tomó en una estructura de madera a rayas malvas y azules, llena hasta los topes y con una fachada falsa, le hizo sentirse todavía más sumida en una pesadilla. Pagó su cuenta junto a una inglesa robusta de facciones vulgares que, al oír que preguntaba el horario del tren a Hagenzeele, se ofreció a acompañarla.

-Yo también voy a Hagenzeele -explicó-. Pero no a Hagenzeele-Tres; el mío está en la Fábrica de Azúcar, pero ahora lo llaman La Rosiére. Está justo al sur de Hagenzeele-Tres. ¿Tiene ya habitación en el hotel de aquí?

-Sí, gracias. Les envié un telegrama.

-Estupendo. A veces está lleno y otras veces casi no hay un alma. Pero ahora ya han puesto cuartos de baño en el antiguo Lion d'Or, el hotel que está al oeste de la Fábrica de Azúcar, y por suerte también se lleva una buena parte de la clientela.

-Yo soy nueva aquí. Es la primera vez que vengo.

-¿De verdad? Yo ya he venido nueve veces desde el Armisticio. No por mí. Yo no he perdido a nadie, gracias a Dios, pero me pasa como a tantos, que tienen muchos amigos que sí. Como vengo tantas veces, he visto que les resulta de mucho alivio que venga alguien para ver... el sitio y contárselo después. Y además se les pueden llevar fotos. Me encargan muchas cosas que hacer -rió nerviosa y se dio un golpe en la Kodak que llevaba en bandolera-. Ya tengo dos o tres que ver en la Fábrica de Azúcar, y muchos más en los cementerios de la zona. Mi sistema es agruparlas y ordenarlas, ¿sabe? Y cuando ya tengo suficientes encargos de una zona para que merezca la pena, doy el salto y vengo. Le aseguro que alivia mucho a la gente.

-Claro. Supongo -respondió Helen, temblando al entrar en el trenecillo.

-Claro que sí. Qué suerte encontrar asientos junto a las ventanillas, ¿verdad? Tiene que ser así, porque si no no se lo pedirían a una, ¿no? Aquí mismo llevo por lo menos 10 ó 15 encargos -y volvió a golpear la Kodak-. Esta noche tengo que ponerlos en orden. ¡Ah! Se me olvidaba preguntarle. ¿Quién era el suyo?

-Un sobrino -dijo Helen-. Pero lo quería mucho.

-¡Claro! A veces me pregunto si sienten algo después de la muerte. ¿Qué cree usted?

-Bueno, yo no... No he querido pensar mucho en ese tipo de cosas -dijo Helen casi levantando las manos para rechazar a la mujer.

-Quizá sea mejor -respondió ésta-. Supongo que ya debe de bastar con la sensación de pérdida. Bueno, no quiero preocuparla más.

Helen se lo agradeció, pero cuando llegaron al hotel, la señora Scarsworth (ya se habían comunicado sus nombres) insistió en cenar a la misma mesa que ella, y después de la cena, en un saloncito horroroso lleno de parientes que hablaban en voz baja, le contó a Helen sus «encargos», con las biografías de los muertos, cuando las sabía, y descripciones de sus parientes más cercanos. Helen la soportó hasta casi las nueve y media, antes de huir a su habitación.

Casi inmediatamente después sonó una llamada a la puerta y entró la señora Scarsworth, con la horrorosa lista en las manos.

-Sí... sí..., ya lo sé -comenzó-. Está usted harta de mí, pero quiero contarle una cosa. Usted... usted no está casada, ¿verdad? Bueno, entonces quizá no... Pero no importa. Tengo que contárselo a alguien. No puedo aguantar más.

-Pero, por favor...

La señora Scarsworth había retrocedido hacia la puerta cerrada y estaba haciendo gestos contenidos con la boca.

-Dentro de un minuto -dijo-. Usted... usted sabe lo de esas tumbas mías que le estaba hablando abajo, ¿no? De verdad que son encargos. Por lo menos algunas -paseó la vista por la habitación-. Qué papel de pared tan extraordinario tienen en Bélgica, ¿no le parece? Sí, juro que son encargos. Pero es que hay una... y para mí era lo más importante del mundo. ¿Me entiende?

Helen asintió.

-Más que nadie en el mundo. Y, claro, no debería haberlo sido. No tendría que representar nada para mí. Pero lo era. Lo es. Por eso hago los encargos, ¿entiende? Por eso.

-Pero ¿por qué me lo cuenta a mí? -preguntó Helen desesperada.

-Porque estoy tan harta de mentir. Harta de mentir... siempre mentiras... año tras año. Cuando no estoy mintiendo, tengo que estar fingiendo, y siempre tengo que inventarme algo, siempre. Usted no sabe lo que es eso. Para mí era todo lo que no tenía que haber sido... lo único verdadero... lo único importante que me había pasado en la vida, y tenía que hacer como que no era nada. Tenía que pensar cada palabra que decía y pensar todas las mentiras que iba a inventar a la próxima ocasión ¡y esto años y años!

-¿Cuántos años? -preguntó Helen.

-Seis años y cuatro meses antes y dos y tres cuartos después. Desde entonces he venido a verle ocho veces. Mañana será la novena y... y no puedo... no puedo volver a verle sin que nadie en el mundo lo sepa. Quiero decirle la verdad a alguien antes de ir. ¿Me comprende? No importo yo. Siempre he sido una mentirosa, hasta de pequeña. Pero él no se merece eso. Por eso... por eso... tenía que decírselo a usted. No puedo aguantar más. ¡No puedo, de verdad!

Se llevó las manos juntas casi a la altura de la boca y luego las bajó de repente, todavía juntas, lo más abajo posible, por debajo de la cintura. Helen se adelantó, le tomó las manos, inclinó la cabeza ante ellas y murmuró:

-¡Pobrecilla! ¡Pobrecilla!

La señora Scarsworth dio un paso atrás, pálida.

-¡Dios mío! -exclamó-. ¿Así es como se lo toma usted?

Helen no supo qué decir y la otra mujer se marchó, pero Helen tardó mucho tiempo en dormirse.

A la mañana siguiente la señora Scarsworth se marchó muy de mañana a hacer su ronda de encargos y Helen se fue sola a pie a Hagenzeele-Tres. El cementerio todavía no estaba terminado, y se hallaba a casi dos metros de altura sobre el camino que lo bordeaba a lo largo de centenares de metros. En lugar de entradas había pasos por encima de una zanja honda que circundaba el muro limítrofe sin acabar. Helen subió unos escalones hechos de tierra batida con superficie de madera y se encontró de golpe frente a miles de tumbas. No sabía que en Hagenzeele-Tres ya había 21,000 muertos. Lo único que veía era un mar implacable de cruces negras, en cuyos frontis había tiritas de estaño grabado que formaban ángulos de todo tipo, No podía distinguir ningún tipo de orden ni de colocación en aquella masa; nada más que una maleza hasta la cintura, como de hierbas golpeadas por la muerte, que se abalanzaban hacia ella. Siguió adelante, hacia su izquierda, después a la derecha, desesperada, preguntándose cómo podría orientarse hacia la suya. Muy lejos de ella había una línea blanca. Resultó ser un bloque de 200 ó 300 tumbas que ya tenían su losa definitiva, en torno a las cuales se habían plantado flores, y cuya hierba recién sembrada estaba muy verde. Allí pudo ver letras bien grabadas al final de las filas y al consultar su papelito vio que no era allí donde tenía que buscar.

Junto a una línea de losas había arrodillado un hombre, evidentemente un jardinero, porque estaba afirmando un esqueje en la tierra blanda. Helen fue hacia él, con el papelito en la mano. Él se levantó al verla y, sin preludio ni saludos, preguntó:

-¿A quién busca?

-Al teniente Michael Turrell... mi sobrino -dijo Helen lentamente, palabra tras palabra, como había hecho miles de veces en su vida.

El hombre levantó la vista y la miró con una compasión infinita antes de volverse de la hierba recién sembrada hacia las cruces negras y desnudas.

-Venga conmigo -dijo-, y le enseñaré dónde está su hijo.

Cuando Helen se marchó del cementerio se volvió a echar una última mirada. Vio que a lo lejos el hombre se inclinaba sobre sus plantas nuevas y se fue convencida de que era el jardinero.

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La hermanita

La hermanita

Como cualquier buena mamá, cuando Karen supo que estaba esperando un bebe, hizo lo que pudo para ayudar a su hijo Michael de tres años a prepararse para una nueva etapa en su vida.

Supieron que el nuevo bebe iba a ser una niña, y día y noche, Michael le cantaba a su hermanita en el vientre de su madre. Él estaba encariñándose con su hermanita aun antes de conocerla.

El embarazo de Karen progresó normalmente. A tiempo empezó su labor de parto, pronto los dolores eran cada cinco, cada tres y finalmente cada minuto. Pero una complicación se presentó de repente y Karen tuvo horas de labor de parto.

Finalmente, después de muchas horas de lucha, la hermanita de Michael nació, pero en muy malas condiciones. La llevaron inmediatamente en una ambulancia a la Unidad de Cuidados Intensivos, sección neonatal del Hospital.

Los días pasaron y la niña empeoraba. Los pediatras tuvieron que decirle finalmente a los padres las terribles palabras "Hay muy pocas esperanzas, prepárense para lo peor" Karen y su esposo contactaron al cementerio local para apartar un lugar para su hijita. Ellos habían creado un cuarto nuevo para su hija y ahora se encontraban haciendo arreglos para un funeral.

Sin embargo, Michael, les rogaba a sus padres que le dejaran ver a su hermanita "Quiero cantarle", decía una y otra vez.

Estuvieron dos semanas en Terapia Intensiva y parecía que el funeral vendría antes de que acabara la semana.

Michael siguió insistiendo que quería cantarle a su hermanita, pero le explicaban que no se permitía la entrada de niños a Terapia Intensiva.

De pronto Karen se decidió, llevaría a Michael a ver a su hermanita, la dejaran o no! Si no veía a su hermanita en ese momento, tal vez no la vería viva nunca. Ella le puso un overol inmenso y lo llevo a Terapia Intensiva, Michael parecía una enorme canasta de ropa sucia.

Pero la jefa de enfermeras se dio cuenta de que era un niño y se enfureció. Saquen a ese niño de aquí ahora mismo! No se admiten niños aquí!"

El carácter fuerte de Karen afloró y, olvidándose de sus lindos modales de dama, que siempre la habían caracterizado, miró con ojos de acero a la enfermera, sus labios eran una sola línea y con firmeza dijo: "El no se va hasta que le cante a su hermanita" y levanto a Michael y lo llevo a la cama de la recién nacida.

El miró a la pequeñita, perdiendo la batalla por conservar la vida. Después de un momento empezó a cantar con la voz que le salía del corazón de un niño de tres años.

Michael le canto: "Eres mi luz del sol, mi única luz, tu me haces feliz cuando el cielo es gris...." (conocida canción en ingles " You are my sunshine").

Instantáneamente, la bebe pareció responder al estimulo de la voz de Michael, su pulso se empezó a volver normal. "Sigue cantando, Michael" le pedía desesperadamente su mama con lágrimas en los ojos. Y el niño seguía: "Tu no sabrás nunca, querida, cuanto te amo, por favor no te lleves mi luz del sol..."

Al tiempo que Michael cantaba a su hermana, la bebe se movía y su respiración se volvía tan suave como la de un gatito cuando lo acarician. "Sigue cantando cariño" le decía su mamá y él continuaba haciéndolo como cuando todavía su hermanita estaba en el vientre de su madre.

"La otra noche, querida, cuando dormía, soñé que te abrazaba en mis brazos..." seguía cantando el niño; la hermanita de Michael empezó a relajarse y a dormir con un sueño reparador que parecía que la mejoraba por segundos. "Sigue cantando Michael"... ahora era la voz de la enfermera gruñona que con lágrimas en los ojos no dejaba de pedirle al niño que continuara. "Tu eres mi luz del sol, mi única luz del sol, por favor no te lleves mi sol..." Al día siguiente... el mismísimo día siguiente... la niña estaba en perfectas condiciones para irse a casa.

La revista "Womans Day" lo llamó "El Milagro de la canción del Hermano". Los doctores le llamaron simplemente un milagro. Karen le llamo "El Milagro del amor".

Este fue un hecho de la vida real y nos sirve para tener siempre presente que: "Uno nunca se debe rendir por la gente que Ama.... Por que el Amor es increíblemente Poderoso."

Desde Mi Cielo

Pues esta es de Mago de OZ

Mägo De Oz
Desde Mi Cielo

Ahora que está todo en silencio
Y que la calma me besa el corazón
Os quiero decir adiós
Porque ha llegado la hora
De que andéis el camino ya sin mí
Hay tanto por lo que vivir
No llores cielo y vuélvete a enamorar
Me gustaría volver a verte sonreír

Pero mi vida
Yo nunca podré olvidarte
Y sólo el viento sabe
Lo que has sufrido por amarme
Hay tantas cosas
Que nunca te dije en vida
Que eres todo cuanto amo
Y ahora que ya no estoy junto a tí
Te cuidaré desde aquí

Sé que la culpa os acosa
Y os susurra al oído: “pude hacer más”
No hay nada que reprochar
Ya no hay demonios
En el fondo del cristal
Y sólo bebo
Todos los besos que no te di

Pero mi vida
Yo nunca podré olvidarte
Y sólo el viento sabe
Lo que has sufrido por amarme
Hay tantas cosas
Que nunca te dije en vida
Que eres todo cuanto amo
Y ahora que ya no estoy junto a ti
Vivo cada vez que habláis de mí
Y muero otra vez si lloráis
He aprendido al fin a disfrutar
Y soy feliz

No llores cielo
Y vuélvete a enamorar
Nunca me olvides
Me tengo que marchar

Pero mi vida
Yo nunca podré olvidarte
Y sólo el viento sabe
Lo que has sufrido por amarme
Hay tantas cosas
Que nunca te dije en vida
Que eres todo cuanto amo
Y ahora que ya no estoy junto a ti

Desde mi cielo
Os arroparé en la noche
Y os acunaré en los sueños
Y espantaré todos los miedos
Desde mi cielo
Os esperaré escribiendo
No estoy solo pues
Me cuidan la libertad y la esperanza
Yo nunca os olvidaré

El corazón perfecto

Un día un joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.

Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto. Al verse admirado, el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.

De pronto, un anciano se acercó y dijo:
- ¿Por qué dices eso, si tu corazón no es ni tan aproximadamente tan hermoso como el mío?

Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes irregulares en su alrededor. Es más; había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió - ¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?, pensaron.

El joven contempló el corazón del anciano y, al ver su estado desgarbado, se echó a reír. Debes estar bromeando - dijo. Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.

Es cierto, dijo el anciano, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos, a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido.

Hubo oportunidades en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos. Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza que, algún día, tal vez regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón.

¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?

El joven permaneció en silencio. Lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón; luego, a su vez, arrancó un trozo del suyo, ya viejo y maltrecho, y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

COMO CRECER?

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó:
¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mirate a vos mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona.
Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos, o podes marchitarte en tu propia condena...

QUIERO

Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mi, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mi
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mi.
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mi.
Quiero que me protejas, sin mentiras.
Quiero que te acerques, sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy,
hoy podés contar conmigo.
Sin condiciones.

Globos

Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria del pueblo. El pueblo era pequeño y el vendedor había llegado pocos días atrás, por lo tanto no era una persona conocida....
En pocos días la gente se dio cuenta de que era un excelente vendedor ya que usaba una técnica muy singular que lograba captar la atención de niños y grandes. En un momento soltó un globo rojo y toda la gente, especialmente los potenciales, pequeños clientes, miraron como el globo remontaba vuelo hacia el cielo.

Luego soltó un globo azul, después uno verde, después uno amarillo, uno blanco...

Todos ellos remontaron vuelo al igual que el globo rojo...

El niño negro, sin embargo, miraba fijamente sin desviar su atención, un globo negro que aún sostenía el vendedor en su mano.

Finalmente decidió acercarse y le preguntó al vendedor: Señor, si soltara usted el globo negro. ¿Subiría tan alto como los demás?

El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro y, mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay adentro

Se venden cachorros

Un tendero estaba clavando sobre la puerta de su tienda un letrero que decía "Se venden cachorros". Letreros como ese tienen una atracción especial para los niños pequeños y efectivamente, un niño apareció bajo el letrero del tendero.
- ¿Cuánto cuestan los cachorros? -preguntó. -Entre treinta y cincuenta dólares- respondió el tendero.
El niño metió la mano en su bolsillo y sacó un poco de cambio, -tengo dos dólares con treinta y siete centavos- dijo -¿puedo verlos, por favor? El tendero sonrió y silbó, y de la caseta de los perros salió "Dama", que corrió por el pasillo de la tienda seguida de cinco pequeñitas, diminutas bolas de pelo. Un cachorro se estaba demorando considerablemente. El niño inmediatamente distinguió al cachorro rezagado: ¡era cojo!.
- ¿Qué le pasa a ese perrito?- preguntó. El tendero le explicó que el veterinario había examinado al cachorro y había descubierto que le faltaba una cavidad de la cadera y que cojearía por siempre. Estaría lisiado toda su vida. El niño se entusiasmó.
- Ese es el cachorro que quiero comprar -dijo. -No, tú no quieres comprar ese perrito. Si realmente lo quieres, te lo voy a regalar -dijo el tendero.
El niño se enfadó mucho. Miró al tendero directo a los ojos, y moviendo el dedo replicó: -No quiero que me lo regale. Ese perrito vale exactamente tanto como los otros perros y voy a pagar su precio completo. De hecho, ahorita le voy a dar $ 2,37 dólares y luego 50 centavos al mes hasta terminar de pagarlo. El tendero replicó: -Realmente no quieres comprar este perrito. Nunca va a poder correr , brincar ni jugar contigo como los otros cachorritos.
Al oír esto, el niño se agachó y se enrolló la pierna del pantalón para mostrar una pierna izquierda gravemente torcida, lisiada, sostenida por un gran aparato ortopédico de metal. Miró al tendero y suavemente le respondió: -Bueno, pues yo tampoco corro tan bien que digamos, y el cachorrito va a necesitar a alguien que lo entienda.
Piensa: ¿Habrá veces que pienso como el tendero?
Recuerda que hay que "ser" como niños

A tientas

Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.

El Matrimonio, según Khalil Gibran

Maestro ¿Que puedes decirnos sobre el matrimonio?

El maestro respondió diciendo:

“Juntos nacieron y juntos estarán para siempre.

Que los vientos del cielo puedan dibujar sus deseos a través de ustedes.

Estarán juntos cuando el batir de las alas blancas de la muerte esparza vuestros días.

Si, estarán juntos como un murmullo en la memoria silenciosa de Dios.

Pero dejen en libertad al corazón de su unión.

Dejen que haya espacios en vuestra cercanía.

Y dejen que los vientos del cielo dancen entre ustedes.

Ámense el uno al otro pero no hagan del amor una atadura.

Que sea mas bien como el movimiento de un océano que se extiende entre las orillas de sus almas.

Llénense el uno al otro sus copas, pero no beban de la misma copa.

Dense el uno al otro el pan, pero no coman del mismo pedazo.

Canten, bailen y gocen juntos, pero que cada uno de ustedes sea independiente.

Como las cuerdas de un laúd, que, aunque están separadas, tiemblan con la misma música.

Den su corazón, pero no para que el otro lo posea.

Porque solo la mano de la vida puede contener sus corazones.

Estén juntos, pero no demasiado juntos.

Pues aun los pilares del templo están separados entre si.

Y ni el roble ni el ciprés crecen el uno a la sombra del otro”.

Diferencia entre niñas y mujeres

- Las niñas quieren controlar al hombre en sus vidas.
- Las mujeres, saben que si el hombre es realmente suyo, no hay necesidad de control.

- Las niñas te gritan porque no las llamas.
- Las mujeres están demasiado ocupadas para darse cuenta que no las has llamado.

- Las niñas tienen miedo de estar solas.
- Las mujeres lo utilizan como tiempo para su crecimiento personal.

- Las niñas ignoran a los buenos hombres.
- Las mujeres ignoran a los malos.

- Las niñas te hacen que vuelvas a casa.
- Las mujeres hacen que quieras volver a casa.

- Las niñas dejan su agenda abierta y esperan a que su hombre hable para hacer planes.
- Las mujeres hacen sus planes y cariñosamente notifican a los hombres para que ellos se integren como mejor les convenga.

- Las niñas monopolizan el tiempo de su hombre.
- Las mujeres se dan cuenta de que un poco de espacio, hace del tiempo juntos algo mas especial.

- Las niñas creen que un hombre que llora es débil.
- Las mujeres ofrecen su hombro y un pañuelo.

- Las niñas lastimadas por un hombre, hacen que todos los hombres paguen por eso.
- Las mujeres saben que fue solo un hombre.

- Las niñas se enamoran y persiguen sin descanso.
- Las mujeres saben que algunas veces el que tu amas, no te amará y continúan su camino sin rencor.

- Las niñas leerán esto y harán una mueca.
- Las mujeres lo pasarán a otras mujeres maduras

EL CRISTO DE LAS MIELES

EL CRISTO DE LAS MIELES
En el cementerio de Sevilla hay una tumba que resalta de las demás, es la tumba de un escultor de aquí. Esta en el centro del cementerio y como lápida tiene un Cristo enorme tallado en madera.
Aquí es muy popular sacar en la semana santa a las imágenes en procesión y miles de personas vienen a ver la devoción que este pueblo tiene por su Dios.

Pues el escultor que os digo tallaba imágenes, para las iglesias de Sevilla, pero el ultimo cristo lo tallo con las piernas al contrario, lo hizo con la pierna izquierda sobre la derecha, al contemplar la obra terminada vio el fallo, su negligencia se pagó con su muerte, le afectó tanto que se ahorcó, lo encontraron en su estudio colgado de una cuerda y sin vida.

Todos creyeron que el mejor homenaje para aquel hombre de dios era enterrarlo en el centro del cementerio y como cruz o lápida, el Cristo que tanto tiempo tardó en tallar.

Y así lo hicieron, unos diez años después el guarda del cementerio observó que el cristo lloraba, los responsables del Vaticano fueron a verlo y efectivamente lloraba, de sus ojos caían lagrimas de miel y todos se preguntaron por qué, era el escultor llorando su pena, dulce pena opinaban, ya que sus lágrimas eran pura miel de abeja.

Al reconocer la imagen en profundidad se vio que el milagro la hacían una abejas, el escultor talló hueco al cristo para que no pesara demasiado y unas abejas hicieron colmena dentro y de ahí las lágrimas, los ojos se tallaron tan finos que quedaron aberturas dentro de él y por ahí caía la miel.

Desde entonces fue bautizado con el nombre del cristo de las mieles y cada día 1 de noviembre, las gentes de Sevilla, van a recoger lágrimas de miel para recordar la dulzura de aquel escultor Sevillano.

El amigo que falta...

El amigo que falta...
Un hombre que regularmente asistía a las reuniones de amigos, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades.

Después de algunas semanas, un amigo de aquel grupo decidió visitarlo. Era una noche muy fría.

El amigo lo encontró en la casa, solo, sentado delante de la chimenea, donde ardía un fuego brillante y acogedor.

Adivinando la razón de la visita de su amigo le dio la bienvenida y lo condujo a una silla grande cerca de la chimenea y se quedó quieto, esperando.

Se hizo un grave silencio. Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que ardían.

Al cabo de algunos minutos el amigo examinó las brasas que se formaron y cuidadosamente seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, empujándola hacia un lado.

Volvió entonces a sentarse, permaneciendo silencioso e inmóvil.

El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado y quieto.

Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y su fuego se apagó de una vez.

En poco tiempo, lo que antes era una fiesta de calor y luz, ahora no pasaba de ser un negro, frío y muerto pedazo de carbón recubierto de una espesa capa de ceniza grisácea.

Ninguna palabra había sido dicha desde el protocolar saludo inicial entre los dos amigos.

Antes de prepararse para salir manipuló nuevamente el carbón frío e inútil colocándolo de nuevo en el medio del fuego.

Casi inmediatamente se volvió a encender, alimentado por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno de él.

Cuando alcanzó la puerta para partir, su anfitrión le dijo:

- Gracias por tu visita y por el bellísimo sermón.
Regresaré al grupo de amigos que tan bien me hace.

"A los miembros de un grupo vale recordarles que ellos forman parte de la llama y que lejos del grupo pierden todo su brillo.

A los Amigos vale recordarles que ellos son responsables de mantener encendida la llama de la amistad en cada uno de los miembros y de promover la unión entre todos ellos, para que el fuego sea realmente fuerte, eficaz y duradero".

domingo, 27 de julio de 2008

Cree lo que ves en tus sueños

Mi corazon siempre te esta observando
Aunque titubeando un poco
el latido de mi corazon se acerca a ti

Comienzo a correr cuando el viento
hace giros en el aire

Cuando se revela la verdad
una luz brillante atraviesa mi corazon
porque no puedo decirte como me siento

Cree en mis sentimientos por ti
Cree lo que ves en tus sueños
Por fin nos hemos encontrado el uno al otro

No veo nada...
mas que a ti...

Mi sueño sigue atrapado en mi corazon

Abramos las cortinas
y dejemos que el sol entre
El viento azul trae felicidad

Una capilla, el sonido de campanas nupciales
y el vestido de novia, blanco y puro
Son solo cuentos de hadas...
se lo digo a mi dedo en el anillo

Mientras pase el tiempo
Mi sueño sigue atrapado en mi corazon
Pero recuerda siempre...
que estaras ahi conmigo,
sonriendo...
como el fresco cielo azul...

jueves, 17 de julio de 2008

Un gesto generoso

Un gesto generoso

Miércoles, 26

Garrone se ha dado a conocer precisamente esta mañana.

Cuando entré en clase -un poco tarde por haberme detenido la maestra de la primera superior para preguntarme a qué hora podía venir a casa-, el maestro no había llegado todavía y tres o cuatro chicos se estaban metiendo con el pobre Crossi, el rubio del brazo malo y cuya madre es verdulera. Le pegaban con las reglas, le tiraban a la cara cáscaras de castañas, le decían motes y le remedaban poniéndose el brazo como en cabestrillo. El pobrecito estaba solo en su banco del fondo, asustado, y daba compasión verle mirar a uno y otro con ojos suplicantes para que lo dejasen en paz. Pero los otros arreciaban en sus burlas y él empezó a temblar y a ponerse rojo de ira.

De pronto, Franti, el descarado, se subió a un banco y, haciendo ademán de llevar dos cestas en los brazos, ridiculizó a la madre de Crossi cuando acudía a esperarlo a la puerta, pues ahora no va por estar enferma. Muchos se rieron a carcajadas. Entonces Crossi perdió la paciencia y, cogiendo un tintero, se lo tiró a la cabeza con toda su fuerza; pero Franti se agachó y el tintero fue a dar al pecho del maestro que entraba en aquel preciso momento.

Todos corrieron a sus respectivos puestos y callaron atemorizados.

El maestro, pálido, subió al estrado y con voz alterada preguntó:

- ¿Quién ha sido?

Nadie respondió.

El maestro preguntó, levantando más la voz:

- ¿Quién ha sido?

Entonces Garrone, sintiendo compasión del pobre Crossi, se puso de pie y dijo con resolución:

- Un servidor.

El maestro le miró y nos miró a todos, que estábamos pasmados, y luego replicó con voz tranquila:

- No has sido tú.

Pasado un momento añadió:

- El culpable no será castigado. ¡Que se levante!

Crossi se levantó y dijo entre sollozos:

- Me pegaban y me insultaban, perdí la cabeza y tiré ...

- Siéntate -dijo el maestro-. ¡Qué se pongan de pie los que le han provocado!

Cuatro se levantaron con la cabeza gacha.

- Vosotros -dijo el maestro- habéis insultado a un compañero que no os provocaba; os habéis burlado de un desgraciado y pegado a un débil que no podía defenderse. Con vuestro proceder habéis cometido una de las acciones más ruines y vergonzosas con que se puede manchar una criatura humana. ¡Cobardes!

Dicho esto, pasó entre los bancos, puso una mano en la barbilla de Garrone, que estaba con la vista baja, y, alzándole la cabeza y mirándole fijamente, le dijo:

- ¡Tienes un alma noble!

Aprovechando la ocasión, Garrone murmuró no sé qué palabra al oído del maestro, y éste, volviéndose hacia los cuatro culpables, les dijo bruscamente:

- Os perdono.

EL TONTO Y LA MONEDA

Se cuenta que en un pequeño pueblo, un grupo de personas se divertía con el tonto del lugar, un pobre infeliz que creían de poca inteligencia y que vivía de hacer pequeños recados y limosnas.

Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 40 reales y otra de menor tamaño, pero de 200 reales. Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
-"Lo sé, no soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acaba y no voy a ganar más mi moneda".

miércoles, 16 de julio de 2008

La carrera de sapos

Era una vez una carrera... de sapos.

El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre. Había en el lugar una gran multitud. Mucha gente para vibrar y gritar por ellos. Comenzó la competencia.

Pero como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era:

- ¡Que pena!! Esos sapos no lo van a conseguir... no lo van a conseguir...

Los sapitos comenzaron a desistir. Pero había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima.

La multitud continuaba gritando:
- ¡Que pena!! Ustedes no lo van a conseguir...

Y los sapitos estaban dándose por vencidos, salvo aquel sapito que seguía y seguía tranquilo, y ahora cada vez más con más fuerza.

Ya llegando el final de la competición todos desistieron, menos ese sapito que curiosamente en contra de todos, seguía. Llegó a la cima con todo su esfuerzo.

Los otros querían saber qué le había pasado. Un sapito le fue a preguntar cómo él había conseguido concluir la prueba.

Y descubrieron que... ¡Era sordo!

¡No permitas que personas con pésimos hábitos de ser negativos derrumben las mejores y más sabias esperanzas de tu corazón!

¡Recuerda siempre el poder que tienen las palabras que escuchas!

Moraleja: Sé siempre SORDO cuando alguien te diga que no puedes realizar algún sueño.

azul como el cielo

No puedo llorar, no puedo confiar en mi
no perdere, no pintare... mientras tu gentilmente me tocas
el cielo se convierte en luz

Pero...
No esperare, no extrañare, mi intuicion...
No en este instante, no perdonare, el ritmo que me talla
Por que es tanto? Mi corazon es tan azul como el cielo

No puedes sentir el calor de mi cuerpo?
Las dos partes de mi que no perdonan
queriendote, necesitandote
No hay nada que yo quiera
No puedes ver mi pie sangrando?
no tengo nada para proteger
Que hacer? Que no hacer?
Simplemente quiero que entiendas

Tu dices que eres mia... Incluso si fue un sueño
Caminando un camino que me llevara a ningun lado

El yo de mi pasado, no lo conosco
Las diferencias estan en ningun lado, mientras tu dulcemente abres tu mano
yo aprendo las mentiras

Por favor
No puedo borrarlo, no puedo perdonar, los malos tratos
No escapare, no temere, Llenar mis dias...
Fue brillante... Mis ojos estan tan azules como el cielo

No puedes oir como llora mi cuerpo?
Las dos partes de mi que no perdonan
de verdad te quieres quedar?
Quiero conectarme contigo mucho mas
No puedes ver mis ojos sangrando?
No hay nada que pueda tirar
Que decir? Que no decir?
Solamente quiero que entiendas

Con gusto me volvere ciego, incluso si fue solo un sueño
los continuos murmullos de las oraciones que no pueden ser comparadas

No puedes sentir el calor de mi cuerpo?
Las dos partes de mi que no perdonan
Deseandote, necesitandote...
Mas... por siempre... abrazame fuerte...

No puedes sentir el calor de mi cuerpo?
viviendo en el mundo en soledad....
Viviendo por ti... Perdonandote a ti...
No hay nada que yo ansie
No hay nada que yo quiera
No puedes ver mi pie ensangrentado?
No tengo nada que proteger
mas siempre... abrazate a mi....

Angel Perdido

Dentro de mis ojos oscuros
dime ¿por que no puedo amar?
como en una pesadilla
en mi alma solitaria
que se entristece al pasar.

Soy un extraño,
dime angel que perdido estas,
¿soy un engaño?.
Incursionando en mi mente
no puedo amar.

Siento que caigo junto a mi angel
en el mismo abismo de perdición
sumo dolor y penurias,
sucumbiendo en la soledad
como perdiendo mi libertad
¡oh! angel dame ujna señal
no me dejes sin sentimientos ,
sin poder amar jamas.

Recorre mi alma, por que no la tengo
Trata de enloquecerme, por que ya lo estoy
Trata de corromperme, por que no podrias
Reza por mi, por que no creo en dios
Trata de matarme......
por que ya estoy muerto.....

Tener tu amor

Cada vez que miro en tus ojos,
Mi corazon late mas rapido
Comienzo a sentir la invitacion del amor

En mis sueños, tu siempre me dices que me amas pero..
Hey! Dios, por favor traeme el amor...

Mi mano buscara y tocara tu corazon para tener tu amor
Hoy sera un dias festivo especial con todos sus adornos...
El primer paso para enamorarme es mirarte y sonreir

Mi cuerpo esta temblando, el estante de mis zapatos no esta vacio...
Es acaso de la premonicíón de amor que gradualmente estoy sintiendo?

En esta casa, el amor siempre esta merodeando
H! Dios, por favor traeme a mi amor....

Mi mano buscara y tocara tu corazon para tener tu amor
Hoy sera un dias festivo especial con todos sus adornos...
El primer paso para enamorarme es verte sonreir y contestarte...

LO QUE PIENSO DE TI

Cierto día una maestra pidió a sus alumnos que escribieran el nombre de cada compañero de clase y la cosa más linda que pudieran decir de cada uno.

Durante ese fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno de sus alumnos en hojas separadas de papel y copió en ella todas las cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.

El lunes entregó a cada alumno su lista. Casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo. "¿Es verdad?", ella escuchó a alguien diciendo casi como en un susurro. "Yo nunca supe que podía significar algo para alguien", y "Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto", eran los comentarios.

Años más tarde uno de los estudiantes murió en Vietnam y la maestra asistió a su funeral. En la iglesia estaban sus compañeros de clase. La maestra fue la última en acercarse al ataúd.

Mientras estaba allí, uno de los soldados de la guardia de honor se acercó a ella y le preguntó: "¿Era usted la profesora de Marcos"?.
-"Sí".
-"Marcos hablaba mucho acerca de usted"

Después del funeral la mayoría de los compañeros de Marcos fueron juntos a comer con los padres de Marcos y la profesora.

El papá, sacando una billetera, dijo a la profesora: "Queremos mostrarle algo". "Lo encontraron en la ropa de Marcos. Pensamos que usted lo reconocerá". Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente un pedazo de papel remendado y muy gastado por el uso.

Era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.

"Gracias por haber hecho lo que hizo", dijo la madre de Marcos. "Como usted ve Marcos lo guardaba como un tesoro"

Los compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor. Carlos sonrió y dijo tímidamente: "Yo todavía tengo mi lista. La esposa de Felipe dijo: "Felipe me pidió que pusiera el suyo en nuestro álbum de boda". "Yo tengo el mío también", dijo otro. "Está en mi diario". Entonces Victoria, otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera, sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista. "Yo la llevo conmigo todo el tiempo".

La maestra se sentó y lloró. ¿cómo podían trascender tanto unas sencillas palabras de afecto escritas en una hoja de papel?

EL PURIFICADOR DE PLATA

Un grupo de mujeres en su estudio bíblico leían el libro de Malaquías cuando encontraron el siguiente versículo referente a Dios:

"Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata" - Malaquías 3,3

Este verso les intrigó en gran manera. ¿Que podría significar esta afirmación con respecto al carácter y la naturaleza de Dios?

Una de ellas se ofreció a investigar el proceso de la purificación de la plata. Esa semana llamó a un orfebre e hizo una cita para ver su trabajo. Ella solo le mencionó que tenía curiosidad sobre la purificación de la plata.

Mientras la dama observaba al orfebre sostener una pieza de plata sobre el fuego, dejándolo calentar intensamente, él le explicaba que para refinar la plata, debía ser sostenida en medio del fuego donde las llamas arden con más fuerza, para así sacar las impurezas.

En ese momento ella imaginó a Dios sosteniéndonos en un lugar así de caliente.

Entonces recordó una vez mas el versículo:
"Y Él se sentará como fundidor y purificador de plata".

Le preguntó entonces al platero si era necesario que él se sentase frente al fuego durante el tiempo que la plata era refinada.

El hombre respondió- "Oh Sí. No sólo debo estar aquí sentado sosteniendo la plata, sino que también debo mantener mis ojos fijamente en ella durante el tiempo que esta en el fuego. Si la plata fuese dejada un instante más de lo necesario sería destruida"

La mujer se mantuvo en silencio por un momento y luego preguntó. -¿Cómo sabe cuando ya esta completamente refinada?

El sonrió y le respondió:, "Ah, muy simple – Cuando puedo ver mi imagen reflejada en ella."

Si hoy sufres la purificación del fuego, recuerda que Dios tiene sus ojos puestos en ti cada instante y continuará observándote hasta que vea Su imagen en tí.

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TODO LO QUE APRENDÍ EN EL JARDÍN DE INFANTES

...Entonces me di cuenta de que ya sé la mayor parte de lo que hace falta para vivir una vida plena, que no es tan complicado. Lo sé. Y lo he sabido desde hace mucho, muchísimo tiempo. Vivirlo.., bueno, eso es otro tema, verdad? Aquí está mi credo:

Todo lo que hay que saber sobre cómo vivir y qué hacer y cómo debo ser, lo aprendí en el jardín de infantes. La sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la universidad, sino allí, en el arenero. Estas son las cosas que aprendí:

-Compártelo todo. .
-Juega limpio.
-No le pegues a la gente.
-Vuelve a poner las cosas donde las encontraste.
-Limpia siempre lo que ensucies.
-No te lleves lo que no es tuyo.
-Pide perdón cuando lastimes a alguien.
-Lávate las manos antes de comer.
-Sonrójate
-Las galletitas calientes y la leche fría son buenas.
-Vive una vida equilibrada; aprende algo y piensa en algo y dibuja y pinta y canta y baila y juega y trabaja cada día un poco.
-Duerme la siesta todas las tardes.
-Cuando salgas al mundo, ten cuidado con el tráfico, tómate de las manos y no te alejes.
-Permanece atento a lo maravilloso. Recuerda la pequeña semilla en el vaso.
-Las raíces bajan, la planta sube y nadie sabe realmente cómo ni por qué, pero todos somos así.
-Los peces de colores, los hámsters y los ratones blancos e incluso la pequeña semilla del vaso, todos mueren. Y nosotros también.

Y entonces recuerda una de las primeras palabras que aprendiste, la más grande de todas: MIRA.

Todo lo que necesitas saber está allá en alguna parte. La regla de oro, el amor y la higiene básica. La ecología y la política. La igualdad y la vida sana. Toma cualquiera de estos ítems, tradúcelos en términos adultos sofisticados y aplícalo a tu vida familiar o a tu trabajo, a tu gobierno o a tu mundo, y se mantendrá verdadero, claro y firme. Piensa cuanto mejor seria el mundo si todos, todo el mundo, tomásemos galletitas con leche cada tarde a las tres y después nos acurrucáramos en nuestras mantas para dormir la siesta. O sí todos los gobiernos tuviesen como política básica volver siempre a poner las cosas donde las encontraron y limpiar lo que ensuciaron. Y aun es verdad, no importa cuan viejo seas, que al salir al mundo es mejor tomarse de las manos y no alejarse.

Creo que la imaginación es más fuerte que el conocimiento.
Que El mito tiene más poder que la historia.
Que los sueños son más poderosos que los hechos.
Que la esperanza triunfa siempre sobre la experiencia.
Que la risa es el único remedio para el dolor.
Y creo que el amor es más fuerte que la muerte...

La Carreta Vacía

Caminaba con mi padre cuando se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: "¿Oyes algo más que el cantar de los pájaros?" Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: "Sí, es el ruido de una carreta." "Eso es" - dijo mi padre - "Es una carreta vacía." Pregunté a mi padre: "¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?" Entonces mi padre respondió: "Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía esté, mayor es el ruido que hace."

Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y echando de menos a la gente, o a aquellos que no pueden estar sin el estímulo de un televisor o de parlantes que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"

martes, 15 de julio de 2008

Medio dolor

Que tan atras en el tiempo necesito ir? dime...
todo es tan vivido

la verdad es que no pudimos entendernos el uno al otro
asi que me fui y no mire para atras

Callendo en un sueño ligero
que acompaña a mi propio ser
nunca cargue con mis promesas
fue hace tanto tiempo, que tire todo mi brillo...
y como la luz del sol de la mañana... nunca puede volver...

Descansa al lado de este helado corazon... congelado...
Sin pensar que eso persistira por siempre

Entumecidamente, junto los remanentes de mis emociones
y buscando redencion, yo.....

Caigo en un sueño ligero
en una noche solitaria
Estoy comenzando a entender los designios de mi lamento
la escondida lejania de tu calida presencia
me hace temer a la oscuridad creciente

Caigo en un sueño ligero
que se acompasa con mi propio ser
nunca cargue con mis promesas
fue hace tanto tiempo... que tire todo mi brillo...
y como la luz del sol de la mañana... nunca regresara.....

Cuanto cuesta un milagro?

Una pequeña niña fue
a su habitación y sacó un frasco
que estaba escondido en su closet.

Esparció su contenido en el suelo y
contó con cuidado. Tres
veces, incluso. el total fue contado a la
perfección. No había cabida a errores.

Con cuidado regresó las monedas al frasco
y cerrando la tapadera, ella
salió sigilosamente por la puerta trasera y caminó
6 cuadras hasta la Farmacia de Rexall, que
tenía un gran signo de jefe indio sobre la puerta.

Ella esperó pacientemente a
que el farmacéutico le prestara atención,
pero estaba muy ocupado por el momento


Tere movió sus pies para que rechinaran
sus zapatos. Nada. Se aclaró la garganta
lo mas fuerte que pudo.
No sirvió de nada, finalmente tomó
.25 centavos del frasco y tocó en
el mostrador de cristal. Con eso fue suficiente!

'Y que es lo que quieres?' le preguntó el
farmacéutico con tono de disgusto
en la voz. Estoy hablando con mi hermano
que viene de Chicago no he visto en años, el
'Bueno, quiero hablar contigo
acerca de mi hermano', Tere le contestó
con el mismo tono de impaciencia. 'El está
realmente muy, muy enfermo . . . y quiero
comprar un milagro'.

'Perdon ?'
dijo el farmacéutico.

'Su nombre es Andrés y algo malo ha
estado creciendo en su cabeza y mi papi
dice que solo un milagro puede salvarlo,
ahora dime,
cuanto cuesta un milagro.

'Nosotros no vendemos milagros aqui, chiquita.
Lo siento pero no puedo ayudarte', dijo
el farmacéutico, con voz suave.

Oye, tengo dinero para pagarlo. Si
no es suficiente, conseguiré
lo que falte. solo dime cuanto cuesta'

El hermano del farmacéutico que era un hombre
muy bien vestido. Intervino y le
preguntó a la niñita, 'Que clase de
milagro necesita tu hermano?'

'No sé, replicó Tere, con los
ojos muy abiertos. Yo solo se que está muy enfermo
y mami dice que necesita una
operación. Pero mi papi no puede pagarla,
por eso quiero usar mi dinero'
'Cuánto tienes?', le preguntó el hombre de Chicago

'Un dólar con diez y once centavos', contestó Tere,
apenas audible.

Y ese es todo el dinero
que tengo, pero puedo conseguir mas si es necesrio'

'Bueno, que coincidencia', sonrió el hombre.

'Un dólar y once centavos---el precio exacto
de un milagro para los hermanitos'.

El tomó el dinero en sus manos y con
la otra sostuvo su manita enguantada
y dijo 'Lleváme a donde vives. Quiero
ver a tu hermano y conocer a tus padres.
Veamos si tengo el milagro que necesitas'


Ese hombre bien vestido era el Dr. Carlton
Armstrong, un cirujano especializado en neuro-cirujía..
La operacion fue completamente gratis y sin
cargo alguno por su estancia en el hospital, hasta que
Andrés regreso sano a casa.

Mami y papi comentaron felices de
la cadena de eventos que les trajo a todo
esto.

'Esa cirujía', susurraba su madre, 'fue un
milagro real. Ya me imagino cuanto
podría costar?

Tere sonrió. Ella sabía exactamente cuanto
cuesta un milagro. . . un dólar con once
centavos. . .mas la fe de una chiquilla.

En nuestras vidas nunca sabemos cuantos
milagros vamos a necesitar.

Un milagro no es la suspención de una ley natural
sino la implementación de una ley superior.
Yo se que mantendrás la pelota en movimiento!

Esto es, mandásela a quien signifique algo para ti!

Una bola es un círculo, sin principio ni fin.
Mantiene nos mantiene juntos como un círculo de amigos.
El tesoro que encierra es ver la amistad que me has regalado.

Hoy te paso la pelota.
Dásela a alguien que consideres tu amigo.

YO TE JURO

Cuando estes triste. . .Secaré tus lagrimas
Cuando tengas miedo. . . calmaré tus miedos.
Cuando estes preocupado . . . te daré esperanza.
Cuando estes confundido. . .te ayudaré
a encontrar tu camino.
Y cuando estas perdido.. . .y no puedas ver la
luz, yo seré tu faro . . .Brillando radiante.
Este es mi juramento .. . . que sostengo hasta el final.
Que mas podrías pedir. . .Si tu eres mi amigo.


Firma: Dios

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LA PESTAÑA DEL LOBO

Cap. 16 de "Mujeres que corren con los lobos"
de Clarissa Pinkola Estés

"Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida jamás empezará".

-No salgas al bosque, no salgas -dijeron ellos.

-¿Porqué no? ¿Porqué no tengo que salir al bosque esta noche? -preguntó ella.

-En el bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como tú.

-No salgas al bosque, no salgas, por lo que más quieras...

Pero, naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar, se encontró con el Lobo, tal como ellos le habían advertido.

-Lo ves? Ya te lo decíamos -graznaron.

-Eso es mi vida, no un cuento de hadas, zopencos -replicó ella. -Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario, mi vida jamás podrá empezar.

Pero el lobo que ella encontró, había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida de un cepo.

-¡Socorro, auxilio! ¡Ay, ay, ay! -gritaba el lobo-. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa! -añadió. (Porque eso es lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase).

-¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? -le preguntó ella, pues su misión era hacer preguntas-. ¿Cómo sé yo que no me matarás y me dejarás reducida a puros huesos?

-Mala pregunta -dijo el lobo-. Tendrás que confiar en mi palabra.

Y el lobo reanudó sus aullidos y lamentos.

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

-Sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella, ¿Dóooonde está el almaaaaa?

-Oh, lobo, voy a correr el riesgo. ¡Vamos allá!

Abrió la trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y plantas.

-Oh, gracias, dulce doncella, mil gracias -dijo el lobo, lanzando un suspiro.

Pero, como había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:

-Bueno, ahora ya puedes matarme, anda, terminemos de una vez.

Pero no fue eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el brazo.

-Soy un lobo de otro tiempo y lugar -dijo. Y, arrancándose una pestaña del ojo, se la entregó diciendo: -Úsala y procura ser sabia. De ahora en adelante sabrás quién es bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad.

-Por dejarme vivir, te ofrezco vivir como jamás en tu vida has vivido.

Recuerda que sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella,

¿Dóoooonde está el almaaaaa?


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Y así la doncella regresó a la aldea, alegrándose de estar viva. Y esta vez cuando ellos le dijeron, "Quédate aquí y cásate conmigo", o "Haz lo que te digo", o "Di lo que yo quiero que digas, pero que todo quede tan en secreto como el día en que viniste", la doncella tomó la pestaña del lobo, miró a través de ella y vio sus motivos tal como jamás lo había visto.

Y la vez en que el carnicero pesó la carne, ella miró a través de la pestaña del lobo y vio que pesaba también su pulgar.

Y miró al pretendiente que le decía "Soy el que te conviene", y vio que no le convenía para nada.

Y de esta manera y muchas más se salvó no de todas pero sí de muchas desgracias.

Pero además, con esta nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel sino que el corazón se le hizo inmensamente grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado.

Y vio a los que eran verdaderamente buenos y se acercó a ellos; encontró a su compañero y permaneció a su lado todos los días de su vida; percibió a los valerosos y se acercó a ellos; captó a los fieles y se unió a ellos; vio perplejidad por debajo de la cólera y se apresuró a disiparla; vio amor en los ojos de los tímidos y se inclinó hacia ellos; vio sufrimiento en los callados y cortejó su risa; vio necesidad en el hombre sin palabras y le habló; vio fe en lo más hondo de la mujer que afirmaba no tenerla y se la volvió a encender con la suya.

Vio todas las cosas con la pestaña del lobo, todas las cosas verdaderas y todas las cosas falsas; todas las cosas que iban contra la vida y todas las cosas que iban a favor de la vida; todas las cosas que sólo podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón, y no sólo con la mente.

Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas. Si prestas atención, el lobo cuando aúlla hace siempre la pregunta más importante, no dónde está el alimento más próximo, la pelea más próxima o la danza más próxima, sino la pregunta más importante para ver dentro y detrás; para sopesar el valor de todo lo que vive...

¿Dóoooonde estáaaa el almaaaaa?

¿Dónde está el alma?

¿Dónde está?

Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás.

Sal al bosque, sal enseguida.

¡Sal al bosque, sal enseguida!

Animarse a volar

Para Ioshúa que se animó a correr el riesgo y voló...
(publicado originalmente en Recuentos para Demián. 1991) Ahora en Cuentos para pensar.

Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:
Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
- Pero yo no sé volar - contestó el hijo.
- Ven - dijo el padre.
Lo tomó de la mano y caminando lo llevó al borde del abismo en la montaña.
- Ves hijo, este es el vacío. Cuando quieras podrás volar. Sólo debes pararte aquí, respirar profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las alas y volarás...
El hijo dudó:
- ¿ Y si me caigo ?
- Aunque té caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento - contestó el padre.
El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida.
Los más pequeños de mente le dijeron: -¿ Estás loco ?
-¿ Para qué?
- Tu padre está delirando...
-¿ Qué vas a buscar volando
- ¿ Por qué no te dejas de pavadas?
- Y además, ¿quién necesita volar?
Los más lúcidos también sentían miedo: - ¿Será cierto?
- ¿No será peligroso?
- ¿Por qué no empiezas despacio?
- En todo caso, prueba tirarte desde una escalera
- ...0 desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima?
El joven escuchó el consejo de quienes lo querían.
Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó...
Desplegó las alas.
Las agitó en el aire con todas sus fuerzas...... pero igual... se precipitó a tierra...
Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:
- iMe mentiste! No puedo volar. Probé, y mira el golpe que me di!. No soy como tú. Mis alas sólo son de adorno... lloriqueó.
- Hijo mío - dijo el padre - Para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen.
Es como para tirarse en un paracaídas... necesitas cierta altura antes de saltar.
Para aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo.
Si uno no quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando para siempre...


Jorge Bucay

LA BOLSA DE PAPAS

Una de mis profesoras nos hizo llevar una bolsa de plástico transparente y una bolsa de papas. Por cada persona que nos rehusábamos a perdonar, debíamos elegir una papa, escribir en ella el nombre y fecha y ponerla en la bolsa de plástico. Algunas de nuestras bolsas, como podrán imaginar, eran bastante pesadas.

Nos dijeron que lleváramos con nosotros a todos lados esta bolsa durante una semana, poniéndola al lado de nuestra cama de noche, en el asiento del coche cuando manejáramos, y al lado del escritorio en el trabajo.

La molestia de cargar esto con nosotros nos mostraba claramente el peso espiritual que llevábamos; teníamos que prestarle atención todo el tiempo para no olvidarla y llevarla en lugares donde resultaba embarazosa.

Naturalmente, la condición de las papas se deterioraba empezando a dar un hediondo olor. ¡Ésta fue la gran metáfora del precio que pagamos por mantener nuestra pena y pesada negatividad!

Demasiado a menudo pensamos que el perdón es un regalo hecho hacia otra persona, y aunque eso es verdad, también es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos.

LA SONRISA

Es el son...son... son de la risa, hija de la risa y nieta de la carcajada.

El más saludable masaje de belleza para el rostro; el pasaporte al reino de los Cielos; el ropaje más lindo del alma; el mejor antídoto contra las preocupaciones; la canción de los Ángeles; la seriedad arrepentida; la oración de los sabios; la contraseña entre los amigos; la puerta de la cooperación entre conocidos y desconocidos; alienta la buena voluntad en los negocios; acorta el tiempo de la angustia; crea la felicidad en la pareja y en el hogar; una clara manifestación de salud mental, emocional y espiritual; descanso para los fatigados; calor para los tristes; luz para los decepcionados;
es como el sol: ilumina, calienta y se irradia.

¿Cuánto cuesta una sonrisa? –Nada.
¿Cuánto beneficio nos puede dar? –Mucho.
¿Qué tiempo dura? –Un instante.
¿Y cuánto perdura en la memoria? –A veces toda la vida.
¿Quién es tan rico que no la necesite? –Nadie.
¿Quién es tan pobre que no pueda regalarla? –Ninguno.
¿Se empobrece el que la dá? –Al contrario, se enriquece.
¿Se puede comprar, vender o robar? –Sólo se puede ofrecer gratuitamente.
¿Y quién es el que está más necesitado de una sonrisa? –Aquél que no tiene ninguna para dar.


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"Cuando alguien los insulta o los difama o los ignora, acéptenlo con una sonrisa, ese es el modo del mundo, básicamente ingrato y descortés.
Díganse a sí mismos: Me están haciendo un favor, mi fortaleza está siendo sometida a prueba, no debo dejarme llevar por la ira o el resentimiento.
Díganse estas cosas estimulantes y quédense serenos, con una sonrisa de triunfo en los labios".

Swami Sathia Sai Baba

"Para abrirse camino entre la gente, es más eficaz una sonrisa que un codazo".

Fascianelli

"Sonríe siempre, para no dar a los que no te quieren el placer de verte triste, y para dar a los que te aman la certeza de que eres feliz".

Anónimo

La leyenda del rey indio

[Cuento. Texto completo]
Hermann Hesse

En la antigua India de los dioses, muchos siglos antes del advenimiento de Gotama Buda el excelso, sucedió que los brahmanes ungieron a un nuevo rey. Este joven monarca gozó de la confianza y las enseñanzas de dos sabios varones que le enseñaron a purificarse mediante el ayuno, a someter a la voluntad los impulsos tormentosos de su sangre y a preparar su mente para el entendimiento del Todo y Uno.
En efecto, por esta época habían estallado entre los brahmanes ardorosas polémicas sobre los atributos de los dioses, sobre las relaciones de unas divinidades con otras y sobre las de éstas con el Todo y Uno. Algunos pensadores empezaban a negar la existencia de múltiples divinidades, y postulaban que los nombres de éstas no eran más que denominaciones de los aspectos sensibles del Uno invisible. Otros negaban con apasionamiento estas doctrinas y se aferraban a las viejas divinidades, sus nombres y sus imágenes; ellos precisamente no creían que el Todo y Uno fuese un ser concreto, sino sólo un nombre aplicado al conjunto de todas las divinidades. De manera similar, para unos las palabras sagradas de los himnos eran creaciones temporales, y por consiguiente mudables, mientras otros las tenían por primigenias y la única cosa auténticamente inmutable. En estos aspectos del conocimiento de lo sagrado, lo mismo que en los de... se manifestaba el afán de llegar a conocer las verdades últimas, y por eso dudaban y discutían sin descanso de qué fuese el Espíritu mismo, o sólo su nombre, otros rechazaban esta distinción entre el Espíritu y la palabra, considerando que el ser y su imagen eran entidades inseparables. Casi dos mil años más tarde los mejores ingenios de la Edad Media occidental discutirían casi exactamente los mismos puntos. Y aquende como allende hubo pensadores serios y luchadores desinteresados, pero también hubo prebendados desprovistos de espíritu y de caridad a quienes preocupaba únicamente que tales discusiones no redundasen en el desprestigio del culto o del templo, ni que la libertad de pensamiento o de discusión sobre la naturaleza de las divinidades fuese a mermar, por ventura, el poderío ni las rentas de la casta sacerdotal. Lo que ellos querían era seguir viviendo como parásitos del pueblo; cuando el hijo o la vaca de alguno caían enfermos, los sacerdotes se le metían en casa durante semanas y le chupaban toda la hacienda en forma de ofrendas y de sacrificios.

Y también aquellos dos brahmanes de cuyas enseñanzas disfrutaba el rey, siempre ávido de saber, estaban reñidos en cuanto a las verdades últimas. Pero como ambos tenían fama de gran sabiduría, el rey, entristecido por tal desavenencia, solía decirse: «Si ni siquiera estos dos sabios consiguen ponerse de acuerdo en cuando a la verdad, ¿cómo podré conocerla nunca yo, con mi flaco entendimiento? No dudo de que debe existir una verdad única e indivisible, pero me temo que ni siquiera los brahmanes puedan llegar a conocerla con seguridad».

Cuando los interrogaba al respecto, sus dos preceptores contestaban:

-Muchos son los caminos, pero el destino es único. Ayuna, mortifica las pasiones de tu corazón, recita las estrofas sagradas y medita acerca de ellas.

El rey hizo de buena gana lo que le aconsejaban, y realizó grandes progresos en la sabiduría, pero sin alcanzar nunca su meta de poder contemplar la verdad última. Cierto que logró superar las pasiones de la sangre, así como aborrecer los deseos y los placeres animales. E incluso para comer y beber tomaba solamente lo indispensable (un plátano al día y unos granos de arroz). Así se purificaba de cuerpo y espíritu, y enfocaba al objetivo definitivo todas sus fuerzas e impulsos de su alma. Las palabras sagradas, cuyas sílabas antes le parecían monótonas y vacías, desplegaban ahora para él todos los encantos de su magia y le dispensaban consuelo íntimo. En estos torneos y ejercicios de la razón iba conquistando premio tras premio. Pero siguió sin hallar la clave del secreto final y de todos los misterios del ser, y eso lo tenía triste y cariacontecido.

Entonces decidió disciplinarse por medio de una gran penitencia. Para lo cual se encerró durante cuarenta días en la más apartada de sus estancias sin probar bocado y durmiendo en el suelo, sin manta ni almohada. Su cuerpo enflaquecido exhalaba un aroma de pureza, su rostro delgado relucía de un brillo interior y su mirada avergonzaba a los brahmanes por la ecuanimidad purísima que traslucía. Superada esta prueba de cuarenta días, convocó a todos los brahmanes en el atrio del templo para que ejercitasen su ingenio en la resolución de las cuestiones más difíciles. Y mandó traer vacas blancas con las frentes adornadas de cadenas de oro, como premio para los vencedores del concurso.

Los sacerdotes y los sabios acudieron, tomaron asiento y se enzarzaron sin demora en la batalla de las ideas y de las palabras. Paso a paso demostraron la exacta correspondencia entre los dos mundos, el sensible y el del espíritu, afilaron sus inteligencias en la interpretación de los versículos sagrados y disertaron sobre el Brahma y el Atman. El ser elemental de cien brazos fue comparado con el viento, con el fuego, con el agua, con la sal disuelta en el agua, con la unión del hombre y la mujer. También idearon parábolas e imágenes para describir el Brahma creador de dioses que son más grandes que el mismo Brahma, y distinguieron entre el Brahma creador y el que encierra en sí lo creado, de manera que procuraban compararlo consigo mismo. Y argumentaron brillantemente sobre si el Atman es anterior a su nombre, o si su nombre es idéntico a su esencia o sólo una creación de ésta.

Una y otra vez intervino el rey proponiendo temas para nuevos interrogantes. Sin embargo, cuanto más prodigaban los brahmanes sus respuestas y sus explicaciones, más solo y abandonado se hallaba entre ellos el rey. Cuando más preguntaba y asentía al escuchar las respuestas, y mandaban que fuesen premiadas las más ingeniosas, más ardía en su anterior el anhelo de la verdad misma. Pues bien se daba cuenta de que todos aquellos discursos y análisis no servían sino para dar vueltas alrededor de ella, pero sin tocarla nunca. Nadie lograba entrar en el círculo interior. De manera que, conforme iba proponiendo preguntas y repartía honores, se veía a sí mismo como un niño dedicado junto con otros niños a una especie de juego. Hermoso, sí, pero de los que provocan sonrisas indulgentes por parte de los hombres adultos.

Por eso el rey fue ensimismándose cada vez más, pese a hallarse en medio de la gran asamblea. Cerró todos los sentidos y dirigió su voluntad ardiente a ese foco, la verdad, pues sabía que todos los seres participan de ella y duerme en el interior de cada uno, también en el de los reyes. Y como era un ser puro, en cuyo interior no subsistía ninguna escoria, fue encontrando suficiencia y claridad dentro de sí mismo. Cuanto más se sumía en sí, mayor era la luz que percibía, como el que camina dentro de una caverna y cada paso le lleva más y más cerca del resplandor de la salida.

Mientras tanto, los brahmanes continuaron largo rato hablando y discutiendo, sin darse cuenta de que el rey estaba como sordo y mudo. Se exaltaban, alzaban las voces cada vez más, y no pocos manifestaban así la envidia por las vacas que habían correspondido a otros.

Hasta que, por fin, uno de ellos reparó en la distracción del monarca. Interrumpiendo su discurso, levantó la mano y lo señaló con el dedo, y su interlocutor calló e hizo lo mismo, y el vecino de éste también. Al fondo del atrio algunos grupos alborotaban y charlaban todavía, pero la mayoría guardaba un silencio sepulcral. Hasta que callaron todos, sentados sin decir nada y mirando al rey, que se mantenía erguido, el semblante impasible, la vista dirigida al infinito. Y su rostro irradiaba una luz fría y clara como la de una estrella. Entonces todos los brahmanes se inclinaron ante su éxtasis y comprendieron que cuanto estaban haciendo era sólo un juego de niños, mientras que el personaje real estaba habitado por Dios mismo, el epítome de todos los dioses.

Pero el rey, cuyos sentidos estaban fundidos en la unidad y vueltos hacia lo interior, seguía contemplando la verdad misma, indivisible, en forma de luz pura que infundía en su interior una certeza dulcísima, a la manera en que un rayo de sol cuando atraviesa una piedra preciosa la convierte en luz y sol, con lo que criatura y creador se hacen uno.

Luego volvió en sí, y cuando miró a su alrededor, sus ojos reían y su frente brillaba como un lucero. Despojándose de sus ropas, salió del templo, salió de la ciudad y del reino, y se adentró desnudo en la selva, donde desapareció para siempre.